Que fácil resulta llevar a la práctica una política que defiende los intereses del capital. Otra cosa, sumamente difícil y muy distinta, es elaborar unas leyes que defiendan al pueblo llano, dándole lo que le corresponde por esfuerzo, retornándole su dignidad.
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Puñales lanzados desde un estrado. Dosificar contrincantes. Simular enfrentamientos encarnizados, cuando en realidad ciertamente hay: Actuaciones de estatuilla. Consentimiento de manos y espalda. Enemistades televisivas. Copas compartidas en la barra de un bar o comidas copiosas donde son cerrados acuerdos dantescos. Abrazos comedidos y besos amigables entre actos y adjuntos a una frase cordial «saludos a la familia». Sólo hay: Falsedad a raudales.
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En las entrañas del comercio
¡la política!.
Anida el rutinario bla… bla… bla… ceremónico
que alienta absurdos,
trivialidad,
banalidades humanas
y fijaciones repetitivas.
¡La política!.
Indispensable (según cuentan).
Lamentable (muchos dirían).
Elucubra y provoca
contrariedad social.
Aduce razones a una locura
llamada desigualdad
desde las entrañas mismas de la hipocresía.
Hay que ver cuanta satisfacción y riqueza
se nos muestra ofrecida
tan cercana como imposible;
mezclándose con honda pobreza
que exuda; lamento, dolor y desdicha
cuales resultarían
de moratoria posible.
En las entrañas de occidente
pestañea continuamente la ambición desmesurada
mientras vocean, inútilmente,
los tantos frutos de la ciencia y la tecnología
¡resuenan para unos pocos!.
Política muta en política:
Iglesia de falsos credos revive entre siglas.
Dicta, occidente.
Manda y envía consumismo exacerbado
a sus feligreses abduce y zambulle con causas
y los captura en el gasto volviéndoles adictos.
Desde las entrañas de occidente
un gran desazón ¡el capitalismo!.
Consumo que pesa como pena de tantos congéneres.
Consumo que paso y pasará indecente y sin gloria,
que por desdeñar la virtud del amor, es irreverente.
Consumismo intoxicante
que oprime inclemente,
que manipula y destruye la tierra y el cielo.
Consumismo configurado bajo las ordenes
de la vanidad y el poder,
admitido como el método adecuado
por cada uno de los que están situados
como gobernantes.
En las entrañas de los trabalenguas.
En las entrañas de la corrupción y de las payasadas;
legiones de bufones
escuadrones de parlanchines
diseñadores confeccionando
políticas nefastas.
318-omu G.S. (bcn. 2016)