Con extrema sutileza, el poder gesta nuevas fórmulas de esclavitud; dichas fórmulas, predispuestas con años de antelación, ya vienen siendo aplicadas desde mucho antes que los ciudadanos de a pie las advirtamos. El pueblo se cree libre cuando solamente existe la realidad de tal hecho como una mera ficción -se diría que aparecemos como subditos hipnotizados-
Somos manipulados infinitamente y convertidos en devotos de una fe, que encubre la deshumanización y proclama la adicción al consumo. Continuamente se van innovando y alternan los yugos, disfrazados con seductores símbolos libertarios que definen a la perfección la palabra farsa, lo que acaece como bulo; y hasta llegamos a poner buena cara y sonreimos, mientras vamos siendo ahorcados, al ahondar, sin reconocerlo, en un estado de inopia y sumisión.
Largas y afiladas son las garras de la bestia. Astuto e intocable es este poder fáctico, que consigue amplios beneficios y se recrea, pareciendo inexistente.