«Para qué ciegos (eludamos el desánimo) Para qué sordos disponiendo de una voz maravillosa todo presente: tal cual aspas de molino dando aliento»
Se mueve la vida… como impulso incontenible. Es ilusión innovadora que atrapando el sueño más vital en todo cree y a todo ensalza.
Qué es la vida, sinó una espiral irrebatible, donde millares de seres y elementos cambian su piel por agujeros alternando su posado y su disfraz entre dubitativos claroscuros y la mejor fortuna cual trae naceres; ¡Ay! la vida: Infinitos amaneceres donde piernas y alas sucediéndose al unísono dentro de bocados y circuitos, prenden son y trance del verbo eterno.
… Y la gracia de este juego es su ser de imperecedero así como su ser de espíritu al combinarse con la tierra consistente.
«Tanto la guerra como la paz acaecen dentro del individuo y luego afloran sobre este mundo; nosotros somos los que, según decidamos o nos dejemos llevar, moldeamos cada realidad»
Más allá de las nubes existe un rincón para ti, que todavía estás. Amaste a tu manera, viviste a tu manera, sabes dejar huella aun delante de tanta incomprensión. Tus lágrimas suelen ser silenciosas, pero mojan. Ya hasta los precipicios, así como los vuelos, se desvanecen, es el privilegio o desastre con que a todos, de una manera u otra, nos paga la edad. Estás allí donde los nombres, las acepciones y los pasos dados abandonan hasta el ser recuerdo, inclusive imposibilitan para soñar. Todavía me enseñas, aún dentro de tu enfermedad y vejez: gracias a ti comprendo una nueva visión del «carpe diem», a la que no sé, de cierto, si llegaré. Hoy y siempre restarán sólo que sólo abrazos; aquí estoy: agradeciendo tantos detalles y prismas que volcaste en mí, y que crecen como semilla dentro del arte omnipresente del evolucionar. La suerte de sentirte no tiene precio, padre; yo soy hijo, y aquí me tienes como tal, pues sobre esta tierra todavía labramos, afianzados dentro del irrefrenable continuo del recibir y el dar
Aguardo el baile ¡la fiesta! Aguardo tus manos y tus ojos impregnados de Corazón. Aguardo el ¡aleluya! interminable que corrige a los topos y rechaza la extinción.
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Salvajes incontrolados:
Cómo cambiar el mundo si somos incapaces de admitir y tratar la propia parte repudiable. En qué medida resultamos tóxicos y situamos al edén del revés
… ¡Qué importante es tener la sed de honestos!
Señalar y señalar el lado oscuro ajeno mientras nos desentendemos de la labor; permitirnos garrapatas, vampiros y gusanos en nuestro adentro al disculparnos un seguido de miserias.
¿Cómo la paz cuando vivimos sobre tierra ajada? ¿Para cuándo la paz?… (Surge desde mí. De mí depende aunque fuera zarandeado, aunque en ruidos me sumerga)
La seda aparece, lenta. Cuesta avanzar; peldaño tras peldaño —el camino es pedregoso— busco el paraíso (cielo/tierra) dispuesto en cada instante: ¡Madre! ¿Dónde guardas mi hogar?
Hogar; llegar a ti tras encontrar la salida del laberinto. Llegar a ti tras liberarme de trampas, tras dejar de confundirme con instintos y lenguajes que me azotan como oleaje. Llegar a ti tras ser capaz de abatir fronteras y derrocar reinos; de saltar cercos que anulaban mis respiros acorralándome entre tumbas.
Y aunque las brujas perras, las de la antigüedad oscura, con malas artes pretendieran deshacer los encantamientos divinos, ellas solamente quedarían presas de una mayor envidia.
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Porque tus ojos son universo abierto donde encuentro caminos, me recuerdo la tanta buena suerte que me reservó el destino.Mientras mis pies sobrevuelan los sueños, hallo elixires salvajes y mágicos que purifican mi mente. Entonces, como ser de agua, ser de aire, ser de tierra y ser de fuego, giran las llaves y, cediendo todas las puertas, gozo de la integración completa, desleo mi yo y sucede «Nirvana».
Mientras digiero cuentas reconozco, que todavía preciso de pañal, chupete y sonajero, antes de llegar a disfrutar del mismo olimpo.
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Mar y montaña. Sol y sombra. Huevo y gallina: Nosotros… Tierra sólida. Pisada. Huella. Tierra etérea: Sueño que sientes. Mañana que hueles. Invisibles cuáles tocan y transforman. Porvenir qué ya existe, indemostrable, aguardando en las esquinas.
¡Tierra!. Tierra firme. Tierra frágil. Nosotros, poseídos por la naturaleza insalvable, ceñidos a la intemperie tanto bondadosa e instructiva como inclemente.
Siempre tierra aupada por los tiempos que erosionan como viento hasta convertir en polvo la dureza: esas razones antes creídas, como fuente inagotable y como motor indestructible.
(I) Somos mariposas puntuales, pasajeros que mientras inhalan pesos emulan levitación. ¡Somos múltiples dicotomías! Somos… Una realidad que ha de evaporarse. ¡Somos razón y disparate! Somos trajín de existencia: Verbos imparables. Poseedores de cuerpos donde se apaga y se enciende la luz, somos nubes que alimentan contenido e imágenes. Capaces somos de engendrar y preñar a la luna y al sol de litúrgicos sueños que postulan por el brillo y le han de añadir más color a oscuridades y sombras. Trajeados de hormiga intercambiamos pequeñeces hasta perder la gravedad y hallar ese amar que ama los pasos de gusanos y gigantes. De báscula en báscula viajamos: Por Lugares y entre Circunstancias; llevados por la presumida cadencia y el innegable ritmo de cada minúsculo Espacio y cada soplo de Tiempo nos erguimos de a poco.
(II) La madera se sucede transformada —pretende incrementar los minuetos— esponjosa disfruta mientras puede hasta que su resistencia y nutrientes transmutan; arrastrados los troncos poderosos a la humildad de ser, débiles, huecos y resecos, llevados a perder la vanidad, su soberbia y arrogancia. ¡Trajín de existencia! ¡Crecer y crecer! ¡Morir y nacer! Morir y nacer para observar que la magnitud del horizonte entiende de equilibrios. E incluso la esencia confortable que sustenta e interpreta una montaña de paja pierde su plumaje y desfallece, dándole el adiós a su consistencia mullida y etérea cambia de equipaje y cuando habla… cruje oxidada.
(III) Nada resulta eterno cuando la lectura se realiza con este entendimiento terrenal que olvida su elasticidad y sufre doblegación, desvencijamiento y fracturas; hasta dar el paso en que cruzamos otra puerta donde esperan parajes que hoy se muestran invisibles e insondables.
Passejaven relaxats per un petit corriol que s’estirava per dintre d’un seguit de camps que bressolaven al blat sembrat. Caminaven mirant com es vestia de tarda el cel primaveral; d’un blau enfosquit, quasi de profund marítim, esquitxat de grocs i esgarrapat per rogents. El cel bufava colors mostrant-se encisador. Ells van decidir sortir del corriol, en veure un conjunt d’oliveres immenses que es cargolaven, com abraçant-se a si mateixes, assolint la forma i essència de veritables i naturals obres d’art. Arribant fins a ells, van acomodar la seva esquena damunt d’un dels troncs gruixuts i antics que els esperaven.
Pare i fill, es sabien companys, sentien que el seu vincle era tant indefinit com irrenunciable, fora de les petites polèmiques apropades per les reivindicacions pròpies de l’edat adolescent. Mai, entre ells, succeís la manca de diàleg o rebuig. Pare i fill creien i cuidaven el seu amor; així com la pluja sap de la importància dels seus actes, i convida l’espai a què deixí entrar cadascuna de les seves gotes d’aigua.
—Pare, tinc la sensació que ja està prou propera l’hora en què hauràs de marxar, el cor em dóna aquesta mesura. Algunes vegades, per esbojarrat o per la mala sort també adherida a un bon fart de confiança, no hi procurat l’atenció que es mereixien els consells que has anat donant-me; es per això que, ara, et demano que cerquis i en trïis un d’entre ells, el que consideressis com a tresor important per sempre portar, i aquest recolliré perquè m’acompanyi durant tot el llarg del meu camí.
—Fill estimat, com a homes, ens equivocarem, i de segur que abans, repetidament, també vam errar, però cadascuna d’aquestes errades han d’estar lliçons per aprendre que volem construir, quin món desitgem trepitjar. No pot portar-nos res de bo, amagar-nos o desentendre’ns de la veritat d’un mateix per tal de sentir-nos bé. No serveix de res passar-se tota una vida senyalant cap a un altre costat sense reconèixer les parts pròpies que calen millorar. Et diria, al que em demanes: «fill, procura que mai s’aturi el pols que convida a la bonança. Cuidat, en avançar, que creixi i creixi el brot de llum que portes dintre des de sempre. Dóna-li de veure d’aquesta llum a tothom». Quan marxi, no ho dubtis mai, que així com ara estem de junts en aquí, tanmateix seguirem.
La terra a on es trobaven estava xopada de vida. Respiraven pa. Respiraven mel. Respiraven oli. La terra disposava de moltes veus i totes cantaven veritats. La terra s’oferia oberta. Oferia el fang productiu i ales per creuar arrels i espais, estava preparada per encertar amb les mescles. Es mostraven esgotats els impossibles en trencar-se, en aquest lloc, raons passatgeres i distàncies. Els ocells piulaven com si demanant-lis entendre’ls. El silenci deia tant que era com una pàgina omplerta de bona escriptura. Un grup de formigues semblava que s’agafessin de la mà per assolir ser només una única i llarga filera. Les formigues gaudien de la meravellosa immensitat de la seva insignificança. Mentre, al seu costat, un caragol arreplegava unes quantes gotes de pluja, caiguda la nit abans, que havia tingut a bé d’emmagetzemar una petita i còncava fulla. I amb tot això, ells dos, agraïen estar al lloc exacta que, dins del rodar existencial, ara els corresponia.
(castellano)
Paseaban relajados por un pequeño sendero que se estiraba por dentro de una serie de campos que acunaban al trigo sembrado. Caminaban mirando como se vestía de tarde el cielo primaveral; de un azul oscurecido, casi de profundo marítimo, salpicado de amarillos y arañado por rojizos. El cielo soplaba colores mostrándose encantador. Ellos decidieron salir del sendero al ver un conjunto de olivos inmensos que se atornillaban, como abrazándose a sí mismos, alcanzando la forma y esencia de verdaderas y naturales obras de arte. Llegando hasta ellos, acomodaron su espalda encima de uno de los troncos gruesos y antiguos que los esperaban.
Padre e hijo, se sabían compañeros, sentían que su vínculo era tanto indefinido como irrenunciable, fuera de las pequeñas polémicas acercadas por las reivindicaciones propias de la edad adolescente. Nunca, entre ellos, sucediera la falta de diálogo o rechazo. Padre e hijo creían y cuidaban su amor; así como la lluvia sabe de la importancia de sus actos, e invita al espacio a que dejé entrar cada una de sus gotas de agua.
—Padre, tengo la sensación que ya está bastante cercana la hora en que tendrás que marchar, el corazón me da esta medida. Algunas veces, por alocado o por la mala suerte también adherida a un hartón de confianza, no he procurado la atención que se merecían los consejos que has ido dándome; es por eso que, ahora, te pido que busques y elijas uno de entre ellos, el que consideres como tesoro importante para siempre llevar, y éste recogeré para que me acompañe durante todo el largo de mi camino.
—Hijo querido, como hombres, nos equivocaremos, y de seguro que antes, repetidamente, también erramos, pero cada una de estos errores tienen que ser lecciones para aprender que queremos construir, qué mundo deseamos pisar. No puede traernos nada de bueno, escondernos o desentendernos de la verdad de uno mismo con tal de sentirnos bien. No sirve de nada pasarse toda una vida señalando hacia otro lado sin reconocer las partes propias que necesitamos mejorar. Te diría, a lo que me pides: «hijo, procura que nunca se pare el pulso que invita a la bonanza. Cuídate, al avanzar, que crezca y crezca el brote de luz que llevas dentro desde siempre. Dale de beber de esta luz a todo el mundo». Cuando marche, no lo dudes nunca, que así como ahora estamos de juntos aquí, aún así seguiremos.
La tierra donde se encontraban estaba empapada de vida. Respiraban pan. Respiraban miel. Respiraban aceite. La tierra disponía de muchas voces y todas cantaban verdades. La tierra se ofrecía abierta. Ofrecía el barro productivo y alas para cruzar raíces y espacios, estaba preparada para acertar con las mezclas. Se mostraban agotados los imposibles, al romperse, en ese lugar, razones pasajeras y distancias. Los pájaros piaban cómo si pidiéndoles entenderlos. El silencio decía tanto que era como una página llena de buena escritura. Un grupo de hormigas parecía que se cogieran de la mano para lograr ser solamente una única y larga hilera. Las hormigas disfrutaban de la maravillosa inmensidad de su insignificança. Mientras, a su lado, un caracol recogía unas cuántas gotas de lluvia, caída la noche antes, que había tenido a bien de almacenar una pequeña y cóncava hoja. Y con todo esto, ellos dos, agradecían estar en el lugar exacta que, dentro del rodar existencial, ahora les correspondía.
«El cobarde señala hacia otro lado mientras silba desafinando. Que esperar de él, sino traición como melodía. Suena terror y desconcierto, y muchos «miedo» responden.»
Campos. Sobre campos que esperan semillas son hombres. Campos espléndidos: Árboles. Minerales. Aves. Anfibios. Reptiles. Felinos. Roedores e Insectos. Ladridos. Graznidos. Rugidos y Oraciones. Recipiente son campos: Lienzo pulcro y cobijo. Paz. Libertad. Luz creativa de fulgor asombroso. Oscuridad serena y la vibración sensitiva donada por todo Color. Crecimiento adosado a la inquietud que transportan sombras esponjosas. Campos: Cultivos. Para ya extirpadas vergüenzas sucumbiera el hambre. Todo elemento que diera una faz o esencia horrorosa. Campos. Y desenfrenado el avance, al ser próspera la pisada, digno el legado de hombres. Ahogo e incendios… Aunque volcados por agua celestial o sentenciando con llamas terrenas ¡esterilidad eludan los campos cuando regados por el acierto de hombres!. Campos vírgenes y hombres capaces. Campos donde luzcan los frutos, prodigios surgidos desde la semilla que somos los hombres.
«por muchos pies y tantas manos que añadiendo su potencia acrecentan el impulso de la rueda… Y por un alma. Y por ideas. ¿Cabe comprender alguna identidad cómo exclusiva. Caminar defendiendo la ficción personal?»
Qué más decir: Agradecer. Qué más pedir. Ya por canoso percibir cuánto es de extenso, lo mucho de interesante que espera dispuesto.
Porque pasa rauda demandar rejuvenecer. Reclamar prolongación por saber a poco. ¡Cerillas. Cerillas!. La madera pide árbol, pide agua y pide llama.
Al quedar tanto por disfrutar y descubrir alimentarme de un ansia grande de Principios —y los finales en hilera, quedando como entreacto. Como vehículos que aguardan para desplazarnos, así pudiendo engullir también, la sapiencia lustrosa y digna de los inviernos—. Juro. Juro y prometo que sacaré partido de cada uno de ellos. ¡Vengan. Vengan, vueltas más!.
Qué más mostrar: Gases. Sólidos. Plasmas o Líquidos. U orquestaciones etéreas donde cabalgar. Incluso sumergido en cualquier letargo que simulara paciencia con apariencia pasiva pero aupara senda y vida. Allí quiero estar… subido a otra vuelta.
Somos. Nubes sobre nubes adquiriendo y deformando rostros y cuerpos, trajinando sueños.
Qué más decir. Qué más pedir. Qué más mostrar. ¡Satisfacción!.
Descifro adioses y su significado se desvanece pierde sentido. Al darme cuenta que jamás marcharon que todavía están porque aleccionan al rechazar por amor a su paz de difunto.
Fue insuficiente, como reto, la muerte, un intermedio domador de paisajes.
Recomponen cenizas o remueven la tierra ¡se levantan!. Me dan fuerza. Los llevo. ¡Mantienen el habla!. Prosiguen conmigo. Aconsejan mis pasos pero que muy vivos.
Fue insuficiente, como reto, la muerte, una instantánea deshaciendo equipajes.
Quedar velada y frágil la muerte porque la eternidad nunca yació adormecida. Aunque disimule existir con disfraz de sueño se representa bien a si misma denotando su yo de despierta. Evidencia nuestra verdad inalterable. Somos realidad inmortal por acontecer siendo parte soluble. Somos una gota de espacio alentando mareas.
Fue insuficiente, como reto, la muerte, la sanación que remodela los trajes.
La muerte: Cuna de olas. Un mondadientes endeble. Una carta más de la baraja. Un pasatiempos que llega a indicarnos la sencillez y salida del laberinto o la determinación que debemos tener frente a una encrucijada. La Existencia: Redonda. Ondulada. Ingrávido vocablo capaz de enroscarse en cuerpos, como hacen, para avanzar, hiedras y serpientes.
Diario digital que nace con la vocación de informar sobre Jaca, Jacetania, Alto Gállego y los valles de Tena y del Aragón, reflejando con fidelidad y objetividad todo lo que sucede e interesa a sus gentes. Editado por la periodista Rebeca Ruiz
Este blog es únicamente para mayores de edad. Relata la vida de sumisión de una chica que se adentra en el mundo del BDSM casi por casualidad, sin saber muy bien ni qué significan esas letras.