… los colores rosáceos y morados del pensamiento de mi jardín, me susurraron al oído… «busca la lucidez en cada respiro; junto al nacer de cualquier suspiro; en la vitalidad de lo visto y de lo invisible» -prosiguió… «no seas ni un día, ni un mes, ni el año finito de un calendario. Abraza el funambulismo mágico que descansa sobre cada paso. En cada uno de los latidos de tu corazón, viviendo en ti, está adherida, por siempre, la eternidad.
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Ola de pétalos
Como buscar una geometría única sobre la arena… Lejos te hallo; universo amplio, universo justo, universo creativo. Me atrae el mar. El mar es fiel, siempre nos espera.
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Tras los edificios. Dentro del jardín; donde no hay rejas, ni techos ni portales. Ya recorridas todas las horas muertas tocó los árboles, me invade el cielo, huelo la hierba y reconozco que no existen los límites. ¡Cuánto poder guarda un respiro!. Descalzo. Desnudo, vuelvo al principio y soy flor aguardando otro atardecer.
Nunca me pregunto que consistencia tendrá mi nuevo día.
318-omu G.S. (bcn. 2019)
Poderío
Debajo del asfalto; la hierba
recuerda enormes castillos de roca,
el sabor del cielo y el aire,
rememora el paso de las nubes,
sus colores y formas cambiantes,
e insiste en componer y recitar poesía.
La cual como una dulce plegaria
logra acallar el chillido de aberrantes motores,
y revienta las caras del hormigón y el asfalto,
que a su inocente verdor, aprisionando solapa.
Atentos, posan su oído, (de agudo vuelo),
escuchan la poética encubierta, los sobrevivientes:
unos pocos árboles que mantienen su alza
alineadamente esparcidos.
Sus hojas vibran sumándose al concierto.
Sus ramas reman respiros, reman y aplauden;
azotan ruidos áridos, ruidos ruines,
peores que aquella negación albergada en tantos silencios;
y son avivadas; crecen, se extienden,
las suyas raíces reclaman se les devuelva su espacio.
La hierba, (poética).
La hierba, (primaria).
Aunque apresada, no pierde su dicción musical.
Su naturaleza brinda notas,
no se amedrenta ni es esclava.
(Sus tallos, pacientes esperan.
Su simientes, fornida, se asemeja a los aborígenes que resisten, que desconocen leyes innecesarias y los poderes dados por sellos, por banderas, registros o firmas. Su pesca y siembra, su lluvia y su caza no se detienen para aprender asuntos burocráticos).
La hierba, poderosa,
desde los tiempos se reserva semillas
que persisten en la búsqueda de un pedazo donde asirse;
insistente, nunca ceja en su labor
de procrear con la tierra.
Sus semillas resguardan la casta, saben tanto,
que callan maldiciones e improperios,
pero cuando hablan, hablan esperanto.
(II)
El arte resquebraja paredes que aprisionan;
aquella química rebuscada
hecha con mezclas minuciosas y concretas.
El arte exilia a la indiferencia
y hasta ablanda a la más resistente de las durezas
… es como el agua.
Docto y polifacético, cualquier arte;
afina instrumentos y repara herramientas estropeadas,
¡eleva la sensibilidad!.
Ajusta violines, guitarras y pianos,
brinda tintes, letras y pinceles,
hojas en blanco, cinceles, saxofones y trompetas.
318-omu G.S. (Bcn. 2014)
Del cielo… mil correrias
Aún sin relojes… las décadas pasan;
relinchan, ronronean,
ladran, maúllan y chillan.
Azuzan dándole alas a la evolución.
Motivan ofertando descubrimientos
y hasta aturden con su inacabable trajín.
al elemento estacionado
y al ser viajero.
A base de espacios y circunstancias,
de horas y de albas,
de almohadas y segundos,
se contraen y estiran las almas,
incrementan sus puntas y destellos
así las estrellas y así las galaxias
y no existe un abismo u ocaso
que cierre por siempre el mañana.
Las décadas surgen desde
unas formas dictadas por pasajeras instantáneas
que tantas veces repetidas
acaban por engarzar una novedosa realidad.
Pasan y tanto respetan a todo
(maneras, imágenes, géneros, culturas y credos)
que arreciando sobre este planeta,
a nada discriminan, todo lo abrazan.
Por la suma de diez años
con sus consabidas estaciones
crecen las décadas;
años que chasquean sus dedos,
con la infinidad de razones de vida
que portan, elocuentes, los días.
Adonar-se’n / Darse cuenta
donant-nos l’esperança que cal tenir sempre per estimar.
Escombrar les cendres del que no val la pena de guardar,
sense deixar que es perdi la intensitat d’aquell foc que mai mereix apagar-se.
No patir, angoixat, per un present que encara no està,
que no sabem si naixerà per agafar-nos, de cop i volta.
Tinc molt per aprendre; dolors que s’en van ja no pesen com pena.
Virtuts portant-me la vida, jo les agafo, per no deixar-les marxar.
Tinc la certesa del somiador esperançat que res rebutja al creure tot somni possible,
de l’ocellet que està boig de content, tant per poder remoure les ales com per volar o saber cantar.
Resoldré dubtes quines per fruit omplen les vides d’inseguretat. Pagaré deutes. Estriparé totes les carregues —les que porto des de l’inici, amb la primera petjada, les que arrossego des del començar—
Els sorolls s’esvaeixen del meu dia a dia. Avui puc dir que m’abracen, de la vida, les seves dolces melodies.
Hi ha vegades que entenc la pau i l’harmonia em xiuxiuega,
i la sang adormida que encara no em bullia, plena d’estels i de colors, ara disposa de prou força per a despertar-me dels mals somnis impossibles de pair.
Cuino alegria; la condimento amb la millor de les essències.
Vida! tornes a mi!… Bé saps que per a reconèixer la teva immensa vàlua, hem de recorrer hostils deserts i lluitar i lluitar dins d’un munt de croades.
D’entre les gotes de pluja ja fa temps vaig descobrir un cor de plata estampat amb molts símbols i ple de robins… Sé que per fi he trobat el nostre planeta.
dándonos la esperanza que hay que tener siempre para amar.
Barrer las cenizas del que no merece la pena de guardar,
sin dejar que se pierda la intensidad de aquel fuego que nunca merece apagarse.
No sufrir, angustiado, por un presente que todavía no está,
que no sabemos si nacerá para cogernos, de repente.
Tengo mucho para aprender; dolores que se van ya no pesan como pena.
Virtudes trayéndome la vida, yo las cojo, para no dejarlas marchar.
Tengo la certeza del soñador esperanzado que nada rechaza, al creer todo sueño posible,
del pajarito que está loco de contento, tanto por poder remover las alas como por volar o saber cantar.
Resolveré dudas cuales por fruto llenan las vidas de inseguridad. Pagaré deudas. Destruiré todas las cargas —las que llevo desde el inicio, con la primera huella, las que arrastro desde el empezar—
Los ruidos se desvanecen de mi día a día. Hoy puedo decir que me abrazan, de la vida, sus dulces melodías.
Hay veces que entiendo la paz y la armonía me cuchichea,
y la sangre dormida que todavía no me hervía, llena de estrellas y de colores, ahora dispone de bastante fuerza como para despertarme de las pesadillas imposibles de digerir.
Cocino alegría; la condimento con la mejor de las esencias.
¡Vida! ¡vuelves a mí!… Bien sabes que para reconocer tu inmensa valía tenemos que recorrer hostiles desiertos y luchar y luchar dentro de un montón de cruzadas.
De entre las gotas de lluvia ya hace tiempo descubrí un corazón de plata estampado con muchos símbolos y lleno de rubíes… Sé que por fin he encontrado nuestro planeta.
Jardines escolares
Lluvia seduciendo a una tierra. Tierra alimentando la esencia del clavel que perdura por tiempo en el violeta de sus pensamientos y con el rojo de una atracción seductora.
Restaura el otoño caído. Y las flores crecen y crecen, atrapan esos centimetros de más. No pierden su tiempo en contemplar si decaera su exhuberancia y belleza dando paso a lo marchito, si estará siempre su flor fragante, o caeran sus colores y pétalos en el olvido. Sólo se detienen en el presente que estrecha la vigencia de un instante, ¡suyo!, sin temor a dudas; el de un ahora.
La humedad del agua las revive. La luz con calor del sol las revitaliza, (no hay recuerdos); amnésicas están, no se preguntan por el futuro, las flores viven olvidadas de fecha y de hora.
A la trémula desdicha no atienden las flores. Feliz vive el jardín; alegre y desordenado converge en las apetencias primordiales, y nunca los seres que le dan nombre, sobre él, ambicionan.
En cada una de las diferentes formas de sus ramas está el arte, confiriendo realidad a lo imaginario, arte que no ha compuesto ningún artista, arte que no ha acaecido bajo la angustia de buscarlo.
Trompetas en mi jardín: son los lirios que suenan.
Completada en todas ellas la sapiencia de un saber que anda mostrándose, y no siempre se reconoce y es sabido.