Adictos al trote ecológico

st. Joan rogent

 

Cabalgo por paseos coloridamente embaldosados. Entre bancos que, uniformados con verdes y marrones, se ofrecen gratuitos para a los transeúntes dar descanso.

Circunvalo fuentes que esparcen sus aguas, mientras personajes de dureza rocosa, vigilantes y desnudos, observan mil secuencias callejeras desde su alto.

Cabalgo mayormente tranquilo, pero en algunas ocasiones, con prisas; exaltado. Subido en una estructura alumínica que me transporta con sus dos ruedas gomosas; como a caballero hace con sus cuatro piernas un caballo.

Y cuando lo hago… Me deleito con las formas artísticas de las flores y los arbolados, con el creativo ingenio de los hombres. Que trasladaron tantos dibujos hechos sobre papel, al decir consistente de las urbes; mediando la química y la naturaleza del cemento y del hormigón y del plástico y del metal, junto a ladrillos perfectamente cocidos que, posicionados con cuadriculada destreza, son la letra insalvable, el sustento arquitectónico.

Dejadme ser un niño que se divierte lidiando motos y coches sobre la consistencia del asfalto. Vestirme de nuevo con la credulidad y lucir mis sueños de antaño. Sueños alejados del gris, ataviados con esa luz productiva, que vierte un mañana de proyectos y mejoras y no uno que afee y destruya, más aun, los cuerpos y las voces.

Tengo que salir de mi jaula. Quiero romper la cáscara que cegadora me atrapa. Deseo convocar a la niñez lectora que estuvo dormida, pero que nunca perdí, para que prendida de desparpajo, ya liberada; trote salubre y ruede ecológica.

318-omu G.S. (bcn. 2014)els nostres caballs

 

 

Domingo de ruedas reivindicativas (festa dels barrets 2014)

 

galgui con bandera amics d la biciNo renuncies al tiempo en que los motores
solamente sonaban como una ficción,
y las ruedas y los caballos,
eran inseparables amigos
de los caminos y de las calles.
Pedalea, déjate llevar
por las vías liberadoras que regalan las bicicletas.

A lomos de mi alumínico caballito

atardeceres junto a mi caballito

 

Fusionándome contigo no me atrapa la densa y pegajosa telaraña de ciudades; como tampoco la incomprensión, al respecto del asunto pedalístico, que denota neciamente tanta gente.

 

Me sabe a hierba fresca el sucio asfalto.

Huelen incluso a limpio bosque

las plazas que aguardan como oasis

dentro de las grandes urbes,

las grisáceas calles y las concurridas ramblas,

como así también, las imponentes avenidas

que asoman decoradas

con cuadriculados aburridos que dan forma a los parterres.

 

Subido sobre mi bicicleta

soy un adolescente que pedalea,

reconociendo el norte siento la libertad.

Consigo que desaparezca

la maniatante cascarilla que resta movimiento;

el óxido que se acumula con el pasar de los años.

 

Cabalgan… circulan a mi costado,

cercan al punto de a mi briosa tocar;

rugen alto, los condenados.

Pero mucho más puede

la juguetona musicalidad impresa en el rodar

que sus sonoras y desagradables estridencias.

Sordo soy para ellos, ruedo y me río.

 

Mi rojo y alegre caballo relincha desentendido,

para nada se enmudece mi gozo

ante los zarpazos del asfixiante monóxido

o el gruñir; impertinente, ronco y frío y monótono

de tantos y tantos motores frívolos.

 

318-omu G.S. (Bcn. 2014)