Será que reconozco en tu escucha un vocabulario sinónimo capaz de entenderme. Será que tu reflejo ahuyenta mis miedos. Será…
Y es que sé; confío en la sinceridad de tu mirada y en la franqueza de tus gestos. Será que aunque quepan días lluviosos nuestro interior puede lucir soleado.
Es por esto que le pregunto a usted, nacido de padre y por madre, lo mismo que mi hermana y que yo. Usted que manda y dirige ¿de verdad sabe quién es y decide su vida? Y si me permite… ¿en que cimientos se asientan las propuestas en su día a día?. Tal vez, en la huida de sus miedos más terroríficos y profundos, en recolectar frutos cuales serán incapaces de saciar su corazón. Quizas su vida miserable, ruín, mezquina y furtiva, mentirosa y traidora se deba, a que jamás a sido capaz de vincularse a la misma existencia común que le pertoca con los demás de su especie; se autoimpuesto una misión, la del poder con la pretensión de demostrar su valía ante sus propias dudas. Ostentación. Prepotencia. Altivez. Usted… ¡ cuidado !, no vaya, al final, a ahogarse con ese mismo cinturón con el que intenta amarrar el vivir de otros que son sus hermanos. Los mismos frutos materiales que usted acumula son venda que le sirve de autoengaño. Esos frutos causan podredumbre, amargarán y acabarán por maniatar a sus propios hijos y a los hijos de los hijos de los hijos de su misma y gran familia. La tierra llora por ello; llora sin tregua pero espera.
Fronteras: Barreras inventadas. Siempre se pueden encontrar causas y motivos que nos autoexcusen y nos sirvan para sentenciar a cualquier otro. Sentenciarlo por la simbología y el orden alfabético o numérico que nunca aprendió. Por la ausencia que hoy le pertoca debido a lo que anteriormente se le robo ¡ por su terca y pobre miseria !. O, por creer en la propia naturaleza en la cual confía, o por portear, humildemente, una ilusión. O, por sus creencias, gusto, apetencias o por aferrarse a una fe que en más de una ocasión sue la que, al sentirse derrotado y yacer caído, le levanto. No ose despreciar, usted, a quién poseyendo la luz camina apareciendo sin posesiones ni su saber. Le doy vueltas y vueltas y querría preguntarle ¿no será que sufre de envidia y de codicia y de avaricia? sí, sííí, sííííí… no gire la cabeza, va con usted, que es incapaz de vislumbrar la tanta luz que llevan y hay en otros.
Podría encontrar la razón, en que usted ni dirige, ni gobierna, es tan solo una marioneta. Por más que quisiera hasta su propia casa le resulta imposible de limpiar. Camina siendo todavía más esclavo que los mismos seres llevados desde un África, pura en conceptos, hasta allá donde se jactaban de clase, maneras mientras confundían lo que es la verdadera civilización. Usted es más pagano que los nativos que usted acusó, con desprecio, de tales hechos. Es más caníbal que las costumbres tribales que regentan en algunas personas por cultura, necesidad o costumbres. Porque, usted, ha pensado alguna vez en las consecuencias de muchas de las maniobras que se acuerdan, con su consentimiento, llevándose a cabo. ¿Es responsable y consecuente con sus actos cuando satisface a esa ambición que subyuga, al pedir, insaciablemente, riquezas?. Muchos quedan padeciendo y muertos; y, nosotros, nos convertimos en asesinos directos o indirectos, en maestros y lacayos del horror. En despreciables maltratadores. En violadores de inocentes que se procuran leyes para eludir su meritoria condena. Nosotros somos tan despreciables que acudimos a casa de nuestro hermano, el cual está convaleciente y desvalido, y le atizamos, rematándolo; cambiamos su vida por cuatro piedras preciosas o por cualquier material o energía que nos sostenga en un lugar privilegiado.
Continuamente cabalgan un seguido de mentiras subidas en los medios de comunicación. Manipulan la realidad, la omiten o la cuentan a medias; pretenden convertir tanta farsa en verdades. Dicen que el enemigo es amigo y viceversa (sonrisas y manos que falsamente se estrechas). Cuentan que hay poco trigo para el pan y hasta que el agua y las montañas tienen propietario, no es de los cielos y de los ríos.
Es por esto y por más que solicito que me responda, me vale una carta convencional: escrita a mano; lo electrónico quede siendo para la música. Carta en la cual, si es posible, me adjunte fotografía de su mirada observando a sus hijos después de la cena, mientras los arropa cuando los acuesta. Carta en cual remate el servicio saludable que fomenta este sistema. Quiero que me explique en que medida y que parte de este sistema usted cree que le será útil al futuro de este planeta y a sus hijos; ayudandoles, a éstos y a los hijos de cualquier ciudadano, a encontrarse y construir con acierto para no perderse. Planteese sus decisiones y lo que corresponde que diga si es que su amor le inclina a decidirse por un mundo mejor, en que prime la cordialidad, en que no le falte a nadie esas partes primordiales e indispensables. Me encantaría que me respondiera en su carta a: ¿cuántas veces se ha reído, de corazón y con el alma, en el día de hoy? ¿cuántos amigos en cuales confiar, plenamente, tiene?
Sin más que abrazar esa parte de usted que todavía juega con los trenecillos, silba y canta en la ducha y cree en Blancanieves y Peter Pan; un saludo de su perdida pero viva identidad.