Asir de sueños

Aun conociendo la realidad humana, esa increíble dificultad que tenemos para llegar, entre nosotros, al entendimiento —inclusive en temas nimios de esta vida— aún así, quiero tener confianza y creer que somos capaces de trabajar, primero individualmente y luego en conjunto, en pos de alcanzar una sociedad mejor, más considerada y equitativa, capaces de fomentar un sistema que promulgue la igualdad en todos los ámbitos, que precie la vida de cualquiera de los seres de este planeta como igual de importante y valiosa, en definitiva, que nos conceda el sentido que debieramos tener como especie evolucionada, igual que le diera significado a esta herramienta poderosa que es nuestro raciocinio.
Más allá de toda elucubración puesta en escena por mi ser soñador, ya digo y me afianzo dentro de las posibilidades reales de mi saber y sentir pragmático: El planeta dispone de recursos suficientes, si coherentemente consumimos y bien los administramos; y la humanidad ha dado un buen paso adelante, durante estas últimas décadas, tanto en cuanto a conocimientos cientificos como en el desarrollo y avance tecnológico, así pudiendo ser más productivos y eficientes, al tiempo de posibilitarnos para poner en práctica nuevos métodos que beneficien al conjunto de la sociedad planetaria (no tal solo a unos pocos).
Siempre queda el interrogante sobre una cuestión: ¿Cuál es la causa que nos impide llevar a cabo una propuesta conjunta que beneficie a todos los ciudadanos del planeta? ¿mandarían más las diferencias entre razas, la diversidad de culturas o los intereses propios de cada gobierno, cuando cada ciudadano, por si mismo, representa y vale una bandera?. Cabría plantearse si la propuesta nunca ha existido, porque mandan más las ansias de poder y la satisfacción del control, que les supone a unos pocos sentirse amos dirigiendo hacia las plantaciones a sus esclavos ¡porque la esclavitud existe! tal cual vivimos hoy; existe, sin tregua, el sometimiento cruel e injusto de una mayoría (y todos nosotros, ciudadanos ¿desarrollados?, ciudadanos de occidente, de una forma u otra lo fomentamos, lo consentimos, ya tan solo con el beneplácito que nos concedemos en el consumo).
Falta educación. Falta el impartir conocimientos suficientes, desde la base, desde las escuelas, de manera seria (hasta ahora la prioridad ha estado en los conocimientos técnicos e intelectuales), para conseguir que como sociedad adquiramos consciencia de lo que nos perjudica, beneficia y conviene, de la raíz de los males (nosotros mismos, como individuos), para tener claro cuanto es de agradecer un cambio de rumbo, para entre todos construir y realizar, complacidos, un proyecto de futuro que nos beneficie a todos. Parece ser que nuestros gobernantes se olvidan de tal prioridad, nos desean incautos y fácilmente manipulables, y esto lo fomentan a razón de instruir e informar y señalar y señalar, a un lado o hacia otro, según les convenga el despiste, favoreciendo, en muchos aspectos importantes, desorientación e inopia.
Vuelvo a repetir ¡no es una utopía! —utopía entiendo que equivale a algo inalcanzable— podría ser una realidad que complaciera a todos los ciudadanos… y a los pocos que les disgustara ¡que les den!.

«Dejemos de ser perdedores
y de arruyar fracasos y frustraciones que paralizan;
seamos el resultado óptimo
cual expande los confines del universo
más allá de números y nombres,
más allá de roles estipulados
o de cuadrículas definitorias y conclusivas
y del plazo para la extinción.

Por qué el existir de las despedidas…
Somos imaginación.
Sólo nubes desatando dibujos

sobre la inabarcable extensión.
¡siempre sujetos a la vida!
Solamente un poco de agua,
una brizna de polen que, tal cual trozo de pan,
le da sentido a la mesa
durante este prometedor e interminable viaje.»

(I)
Poseídos por sentires más elevados
algunos viajeros forjan, desde su culmen onírico
y durante su tránsito, lugares paradisiacos;
tercían proezas e instantes
carentes de ese hedor tenebroso que tantos
tienen a bien y toman como estandarte;
el mismo que designa, siendo casi obligadas
las carencias o los privilegios,
que la salud y el bienestar
o el dolor y la enfermedad
acaecieran según fueran asignados,
por destino, ley divina o casualidad,
los cardinales.

(II)
Los relojes y las brújulas
padecen de una exquisita locura
al advertir la parte de la creación
más original y prolífica,
más evocadora y salvaje,
esa parte, omniconsciente,
que es capaz de materializar y hacer posible
aquello que sistemas banales que imperan,
tachando de utópico e inviable,
omiten o niegan como posibilidad,
omiten o niegan… pero cercenan.

(III)
Advirtamos la música
y desalojemos las dudas;
atendamos a las notas
que proclaman optimismo
y ensalzan un tiempo
construído sin cadenas.
Naveguemos, incluso sobre lo insondable,
surtiendo al océano de cuerdas
que, anudadas, proclamen alianzas
surgidas desde almas que se elevan.
Para así; conocimientos, emociones y recuerdos
no lastrando ninguno de nuestros viajes
ofrecieran los mejores frutos
dentro de cualquiera de los espacios
en los que nuestro ser convergiera.
Consigamos que ese yo, egoísta y solitario,
le dé la espalda a tantos códigos indignos
que enquistando la vida del planeta
nos delatan como destructores y animales primitivos
de muy, pero que muy poco saber.

Hijos de todos

Resulta extremo, ese latir rápido del corazón de un chiquillo escondiéndose del desamparo, acurrucado en sus adentros, pisando una tierra fértil pero teñida con llantos y rojo. La cual lo vio nacer, que es suya y, ahora fragmentada, no le corresponde, es escurridiza ante sus ilusiones, necesidades y anhelos.

Él, siendo simiente de un mañana sólo obtendrá como fruto el miedo: Miedo a la barbarie que reconoce a su alrededor. Dolor, muerte, angustia y, como única recompensa, el no morir ajusticiado por pertenecer a una etnia o a otra, o por no someter a su esperanza ante la destrucción que su alma soporta al vivir cercana al peso incontrolado de una sinrazón, sometida a esa determinación que ni establece ni conoce la mano misma que tortura o asesina, que cruel ajusticia (respondiendo a intereses ajenos, a suculentos beneficios económicos, a las finanzas de los opulentos); mano cual empuña el rifle o el puñal mercenario e irónicamente hermano.

Mientras tanto, a seis aldeas de distancia, son violadas y asesinadas sus propias mujeres e hijas, sus propias hijas y las de sus mismos hermanos. Así es como se masacra lo mejor que hay dispuesto en todos: la fuerza, confianza e ilusiones que comportan las esperanzas.

El engaño se tercia situando suculentos manjares que nunca llegarán a avistar y disfrutar en su mañana. Están encadenados, se convirtieron, por necesidad o codicia, en lacayos de seres poderosos a los cuales ni conocen y dicen supuestamente aborrecer, esos mismos que les brindan horrores y los sitúan dentro de grandes jaulas.

África, Asia, América latina, grandes porciones de la esperanza que vive dentro de este planeta, subyugada a conceptos y entendimientos engañosos, continentes y gentes tristemente manipulados.

Tierras poseedoras todavía de una esencia primigenia y vital. De esa porción de pureza cual el mundo occidental ya perdió hace bastante tiempo, e incapaz de valorarla y recuperarla ahora, simula despreciar cuando en realidad la envidia.

Soledad de cientos de tribus que sobreviven en unas míseras tierras sobre las cuales les han ido arrinconando los estados. Las riquezas no entienden de lazos sanguíneos, siempre están prestas a hacerle un tentador guiño a la ambición de cualquiera. Podemos luego buscar razones que escondan esos ciertos propósitos y no nos hagan acarrear el insoportable peso de una indigna conciencia, caer en el abismo más miserable de la condición humana.

Pero, en el fondo, sabemos que en buena medida, desde aquí, nosotros, estamos contribuyendo a promover tales delitos que se cometen en otros continentes. Hipócritamente nos disfrazamos con la falsa y conveniente interpretación o respuesta, para continuar satisfaciendo a ese bienestar superficial que precisa de ingentes tributos, tributos humanos que resultan de un descaro insolente.

Así, chiquillos que podrían ser hijos de cualquiera, con ojos limpios y adivinados por su sonrisa; y luz propia con la que resurgirían mil grandes imperios, están siendo utilizados, torturados, expulsados de su tierra, masacrados por el mero hecho de nacer en un lugar del planeta, con uno u otro color de piel, creencias o cultura.

Son considerados como valor cero dentro de un sistema mundial en el que no se aplican siempre las leyes que se acuerdan. En un sistema global en el que la justicia es una gran farsa y nuestros hijos siempre pierden.

«Sé de mis lazos estelares contigo, hijo de cualquier tierra, reconócete en el vínculo, éste pretende y puede darte abrigo.»

318-omu G.S. (Bcn. 2007)

 
 

Gestos

Él solía santiguarse a menudo, al hacerlo, nunca le faltaba una sonrisa esplendida aderezando su rostro. Coincidíamos, con frecuencia, en la salida o dentro del ascensor de la finca, en la cual, ambos, habitábamos desde niños. En la plazoleta donde paseábamos a nuestro respectivos perros. Efectuando la compra, sumidos en la agitación visual y olfativa del mercado. O, cruzándonos el saludo, de acera a acera, camino de un ratito de ocio o al marchar hacia el trabajo.

Él, era parco en palabras, se debía intuir cuáles eran sus apetencias, y cuánta la profundidad de los valores y creencias que lo impulsaban.

Debido al acto repetitivo de santiguarse, lo tenía por devoto de la fe cristiana. Uno de los días que coincidimos, me atreví a consultarle al respecto.

-Te hago de creer mucho en Jesucristo, suponiéndolo como hijo de Dios caminando sobre la tierra. ¿Me equivoco al entenderte fiel seguidor de esa fe?.

De nuevo, aquella sonrisa de satisfacción iluminó sus ojos, cualquiera podía leerla, sin temor a equivocarse, como un signo evidente de plenitud que equivalía a felicidad. Y así, él, me contestó.

-Cuándo ves que gesticulo, aparentemente santiguándome, no se trata de que asocie dicho gesto con un padre celestial omnipotente y omnipresente, o crea, firmemente, que hubiera un hijo de tal amparado por el espíritu santo, ni tampoco que reconociera la existencia de ninguna santísima trinidad. Lo que sí va más allá de la suposición y sé con certeza, es que existen los puntos cardinales, las direcciones hacia donde podemos dirigirnos; así, con tal gesto, saludo al norte y al sur, y al este y al oeste; añadirte que remato este saludo, tras marcar con decisión amable cada una de las direcciones posibles, enviándole un beso de agradecimiento a esta vida que me permite, eso sí, esperando que esté dispuesta a depararme lo mejor.

Su explicación se fundamentaba en  un pragmatismo exacto, lejos de elucubraciones denotaba eficiencia; pero, a la par, transmitía futuro y ensoñación capaz de materializarse. Me mostraba a un ser cabal, para mí desconocido hasta ese instante, a un individuo lógico al que suponerle lecturas privilegiadas y actos juiciosos. Deciros que, desde esa breve charla, opto por la decisión de señalar los caminos posibles, me casé con el santiguarme. Quizás, mañana, también me preguntarán…

 

 

 

El consell / El consejo

Passejaven relaxats per un petit corriol que s’estirava per dintre d’un seguit de camps que bressolaven al blat sembrat. Caminaven mirant com es vestia de tarda el cel primaveral; d’un blau enfosquit, quasi de profund marítim, esquitxat de grocs i esgarrapat per rogents. El cel bufava colors mostrant-se encisador. Ells van decidir sortir del corriol, en veure un conjunt d’oliveres immenses que es cargolaven, com abraçant-se a si mateixes, assolint la forma i essència de veritables i naturals obres d’art. Arribant fins a ells, van acomodar la seva esquena damunt d’un dels troncs gruixuts i antics que els esperaven.
Pare i fill, es sabien companys, sentien que el seu vincle era tant indefinit com irrenunciable, fora de les petites polèmiques apropades per les reivindicacions pròpies de l’edat adolescent. Mai, entre ells, succeís la manca de diàleg o rebuig. Pare i fill creien i cuidaven el seu amor; així com la pluja sap de la importància dels seus actes, i convida l’espai a què deixí entrar cadascuna de les seves gotes d’aigua.

—Pare, tinc la sensació que ja està prou propera l’hora en què hauràs de marxar, el cor em dóna aquesta mesura. Algunes vegades, per esbojarrat o per la mala sort també adherida a un bon fart de confiança, no hi procurat l’atenció que es mereixien els consells que has anat donant-me; es per això que, ara, et demano que cerquis i en trïis un d’entre ells, el que consideressis com a tresor important per sempre portar, i aquest recolliré perquè m’acompanyi durant tot el llarg del meu camí.

—Fill estimat, com a homes, ens equivocarem, i de segur que abans, repetidament, també vam errar, però cadascuna d’aquestes errades han d’estar lliçons per aprendre que volem construir, quin món desitgem trepitjar. No pot portar-nos res de bo, amagar-nos o desentendre’ns de la veritat d’un mateix per tal de sentir-nos bé. No serveix de res passar-se tota una vida senyalant cap a un altre costat sense reconèixer les parts pròpies que calen millorar. Et diria, al que em demanes: «fill, procura que mai s’aturi el pols que convida a la bonança. Cuidat, en avançar, que creixi i creixi el brot de llum que portes dintre des de sempre. Dóna-li de veure d’aquesta llum a tothom». Quan marxi, no ho dubtis mai, que així com ara estem de junts en aquí, tanmateix seguirem.

La terra a on es trobaven estava xopada de vida. Respiraven pa. Respiraven mel. Respiraven oli. La terra disposava de moltes veus i totes cantaven veritats. La terra s’oferia oberta. Oferia el fang productiu i ales per creuar arrels i espais, estava preparada per encertar amb les mescles. Es mostraven esgotats els impossibles en trencar-se, en aquest lloc, raons passatgeres i distàncies. Els ocells piulaven com si demanant-lis entendre’ls. El silenci deia tant que era com una pàgina omplerta de bona escriptura. Un grup de formigues semblava que s’agafessin de la mà per assolir ser només una única i llarga filera. Les formigues gaudien de la meravellosa immensitat de la seva insignificança. Mentre, al seu costat, un caragol arreplegava unes quantes gotes de pluja, caiguda la nit abans, que havia tingut a bé d’emmagetzemar una petita i còncava fulla. I amb tot això, ells dos, agraïen estar al lloc exacta que, dins del rodar existencial, ara els corresponia.

(castellano)

Paseaban relajados por un pequeño sendero que se estiraba por dentro de una serie de campos que acunaban al trigo sembrado. Caminaban mirando como se vestía de tarde el cielo primaveral; de un azul oscurecido, casi de profundo marítimo, salpicado de amarillos y arañado por rojizos. El cielo soplaba colores mostrándose encantador. Ellos decidieron salir del sendero al ver un conjunto de olivos inmensos que se atornillaban, como abrazándose a sí mismos, alcanzando la forma y esencia de verdaderas y naturales obras de arte. Llegando hasta ellos, acomodaron su espalda encima de uno de los troncos gruesos y antiguos que los esperaban.
Padre e hijo, se sabían compañeros, sentían que su vínculo era tanto indefinido como irrenunciable, fuera de las pequeñas polémicas acercadas por las reivindicaciones propias de la edad adolescente. Nunca, entre ellos, sucediera la falta de diálogo o rechazo. Padre e hijo creían y cuidaban su amor; así como la lluvia sabe de la importancia de sus actos, e invita al espacio a que dejé entrar cada una de sus gotas de agua.

—Padre, tengo la sensación que ya está bastante cercana la hora en que tendrás que marchar, el corazón me da esta medida. Algunas veces, por alocado o por la mala suerte también adherida a un hartón de confianza, no he procurado la atención que se merecían los consejos que has ido dándome; es por eso que, ahora, te pido que busques y elijas uno de entre ellos, el que consideres como tesoro importante para siempre llevar, y éste recogeré para que me acompañe durante todo el largo de mi camino.

—Hijo querido, como hombres, nos equivocaremos, y de seguro que antes, repetidamente, también erramos, pero cada una de estos errores tienen que ser lecciones para aprender que queremos construir, qué mundo deseamos pisar. No puede traernos nada de bueno, escondernos o desentendernos de la verdad de uno mismo con tal de sentirnos bien. No sirve de nada pasarse toda una vida señalando hacia otro lado sin reconocer las partes propias que necesitamos mejorar. Te diría, a lo que me pides: «hijo, procura que nunca se pare el pulso que invita a la bonanza. Cuídate, al avanzar, que crezca y crezca el brote de luz que llevas dentro desde siempre. Dale de beber de esta luz a todo el mundo». Cuando marche, no lo dudes nunca, que así como ahora estamos de juntos aquí, aún así seguiremos.

La tierra donde se encontraban estaba empapada de vida. Respiraban pan. Respiraban miel. Respiraban aceite. La tierra disponía de muchas voces y todas cantaban verdades. La tierra se ofrecía abierta. Ofrecía el barro productivo y alas para cruzar raíces y espacios, estaba preparada para acertar con las mezclas. Se mostraban agotados los imposibles, al romperse, en ese lugar, razones pasajeras y distancias. Los pájaros piaban cómo si pidiéndoles entenderlos. El silencio decía tanto que era como una página llena de buena escritura. Un grupo de hormigas parecía que se cogieran de la mano para lograr ser solamente una única y larga hilera. Las hormigas disfrutaban de la maravillosa inmensidad de su insignificança. Mientras, a su lado, un caracol recogía unas cuántas gotas de lluvia, caída la noche antes, que había tenido a bien de almacenar una pequeña y cóncava hoja. Y con todo esto, ellos dos, agradecían estar en el lugar exacta que, dentro del rodar existencial, ahora les correspondía.

talla del llanto de cupido

-Talla en madera del holandés «Hendrick de Keyser» realizada en torno al año 1645-

Que bien te posicionas contrariando antiguos te quieros -al fin forzaste un eco detestable que causa cicatrices mientras rebota y rebota-
Hallaste la fórmula perfecta para voltear un corazón así dándole antónimo a Cupido. Tus actos indican como un dedo, un futuro muy lejos de mí.
… y yo, aquí todavía, con un millar de dulces flechas clavadas y ni una sola gota de sangre; helado a base de golpes, busco mi pulso perdido y golpeo mi cabeza queriendo despertar.
Siempre me queda el consuelo de saber que un día sólo tiene veinticuatro horas y que mañana de nuevo saldrá el sol.

Notas del llanto de Cupido (V)

Pocos pelos

POCOS PELOS

Por calvo.
Gano tiempo cada mañana
y ahorro dinero,
no gasto en champú
ni tampoco me peino.
No visito ni pago
por un corte o lavado
a ningún peluquero.

Por calvo.
No recuento, entristecido,
cuantos de menos.
Paso los días despreocupado
por esa caída que comporta
desasosiego
y por la sequedad o la grasa
que da tiricia y segregan
-hormonadamente excitados-
todos los cabellos.

Por calvo
refresco las ideas
cuando me lavo,
disfruto del bautismo del agua
sobre la piel de mi craneo
cayendo directo.

318-omu G.S. (bcn. 2014)

Redoble


Una mañana de paseo por los jardines, de estanque y de remos, de peces y cisnes, de mantel extendido sobre la hierba y de vino tinto llenando una bota de cuero que pasa de tu mano a mi mano.
Mañana y tarde. Donde quedan relegados a la ausencia; el trabajo, las preocupaciones y el tiempo que como peso nos entristece y arruga -solamente atendemos a las voces del presente, contamos, más que nunca, la vida por instantes-
Liberados del qué será… Avanzando nuestros pies y nuestras manos al unísono; protegidos por Cupido que nos lanza caramelos y corrobora su fe universal en los enamorados.
Consentimos en ser amnésicos, o quizás, somos simples nostálgicos aferrándose a la eternidad; negados a reconocerse en esos treinta que ya pasaron y también en esos sesenta que aún están por llegar.
No nos cuestionamos los antes ni padecemos de una ansiedad fruto de la incertidumbre por lo que vendrá, al sabernos, igual, inseparables como prolongados.

Por más dedos que una mano


Presiento que giraré la esquina y volveré a encontrarte… como siempre te quise, de nuevo repleta de frescura y sonriendo. Cuando sé, lo sé y lo sé -porque tengo la certeza de que hay tiempos que nunca se repiten- sé, que jamás has de volver como te tuve.
Aun reconociendo el trajín despiadado de esta realidad irresoluble, todavía nos quedan, juntos, dos cervezas por tomar y otros muchos hasta luego por decirnos -quede el adiós para aquellos que creen en una perpetuidad siniestra y no en la prolongación evolutiva-
Existen quereres que cambian, cuales no quieren danzar cuando se les llama para que acudan al baile de difuntos; así de perseverante es el nuestro; locuaz y didáctico allá donde esté.

A un amic / A un amigo

a un amic

Fa temps que volto -per estones-
donant glops de salut
en gaudir de la teva companyia.

Ja fa un bon temps que et reconec
com a un boig que va escollir
recórrer els dies i els carrers
saltant-se les normes
antipàtiques i estúpides;
com un acròbata que es diverteix
fent salts mortals i tombarelles.

Hi tingut sort d’estar vora teu;
home… gens ni mica avorrit,
força extravertit,
d’espatlla ampla
i de mans obertes,
que nedes,
escales,
busseges
i reptes.

Home que va decidir:
fer camí despullat.
Girà el món conegut
per tal de descobrir…
els tons i teixits
de la seva roba interior.

Home i amic
que en reinventar el seu seny
fuig de traïcions
i rebutja amagatalls
per oferir-se al resta;
net i polit
¡TRANSPARENT!
-com cada gota de pluja-

Un amic.
Que es confessa de peu
davant de les muntanyes,
o s’aclareix enfront de la mar.
Home de fe,
que creu en un món millor
seduït per la comprensió
que ja darrera llargues converses.

Ell.
Em fa mirar les muntanyes
i em parla de formes i disfresses;
de fulles acolorides; tendres i seques
-del goig visual i de la curació-
D’insectes cooperatius
i de fustes arrelades i sensitives.
De salts d’aigua que, màgics i potents,
busquen la calma.
Sobre coves i cofres i un tresor
-una fotografia trobada
que confabula amb la felicitat,
doncs ens regala una rialla-

Ell, abans,
caminant damunt tots dos costats,
moltes vegades es va trobar
i altres tantes es va perdre.

Ell:
Un amic.
Un home,
que senyalant-me la mar em diu
haver vist ballar a un munt de sirenes
mentre cantaven…
que és el pes de la sal
i no les ones braves
el que als homes ofega.

318-omu G.S. (bcn. 2014)
______

(castellano)

Hace tiempo que doy vueltas -por ratos-
dando tragos de salud
al disfrutar de tu compañía.

Ya hace un buen tiempo que te reconozco
como a un loco que escogió
recorrer los días y las calles
saltándose las normas
antipáticas y estúpidas;
como a un acróbata que se divierte
haciendo saltos mortales y volteretas.

He tenido la suerte de estar cerca de ti;
hombre… ni una pizca aburrido,
más que extrovertido,
de espalda ancha
y de manos abiertas.
Que nadas,
escalas,
buceas
y reptas.

Hombre que decidió:
hacer camino desnudo.
Girar el mundo conocido
para descubrir…
los tonos y tejidos
de su ropa interior.

Hombre y amigo
que al reinventar su juicio
huye de traiciones
y rechaza escondrijos
para ofrecerse al resto;
limpio y ordenado
¡TRANSPARENTE!
-como cada gota de lluvia-

Un amigo.
Que se confiesa de pie
delante de las montañas,
o se aclara frente a la mar.
Hombre de fe,
que cree en un mundo mejor
seducido por la comprensión
que hay detrás de largas conversaciones.

Él.
Me hace mirar las montañas
i me habla de formas y disfraces;
de hojas coloreadas; tiernas y secas
-del gozo visual y de la curación-
De insectos cooperativos
y de maderas enraizadas y sensitivas.
De saltos de agua que, mágicos y potentes,
buscan la calma.
Sobre cuevas y cofres y un tesoro
-una fotografía encontrada
que confabula con la felicidad
pues nos regala una sonrisa-

Él, antes,
caminando sobre ambos lados,
muchas veces se encontró
y otras tantas se perdió.

Él:
Un amigo.
Un hombre,
que señalándome el mar me dice
haber visto bailar a un montón de sirenas
mientras cantaban…
que es el peso de la sal
y no las olas bravas
lo que a los hombres ahoga.

318-omu G.S. (bcn. 2014)

Opciones

OPUESTOS 2

(I)
Ser cemento:
Imposición taxativa
que somete a una única perspectiva.
Mercado con alimentos caducos.
Plazo inquebrantable
y soga que estrangula.
Una estatua inamovible
con rígidas curvaturas,
que exenta de movimiento
representa la soberbia
y aparenta gris seriedad,
cual necia ríe por dentro
mientras se derrumba.

Ser lodo corrompido irrespirable;
agua estancada
inundada de tonos marrones,
poseedora de aquella quietud
insoportable y repetitiva.
Agua que no corretea alegre
y que no sirve para lavar ni para beber.

Quede este ser como ser descartado.
Quede para nadie o para otros
que escogen ser, ciegos y sordos.

(II)
Y algunos, aquí,
somos algo más que un mero anhelo;
somos una página en cual cabe
la esperanza y el acierto,
la ilusión que tiene llaves
y es tentadora.

Sostenemos aquel futuro que dará
testimonios complacidos.
Tenemos voz y tendremos un cuerpo
surgido desde proyectos atrevidos y novedosos.
Construiremos, con tesón, estructuras ingeniosas,
consiguiendo descifrar las claves suficientes
como para reconocer el camino adecuado
que nos permita avanzar.

318-omu G.S. (bcn. 2014)

OPCIONES