Imparable



«Para qué ciegos (eludamos el desánimo)
Para qué sordos
disponiendo de una voz maravillosa todo presente: tal cual aspas de molino dando aliento»

Se mueve la vida…
como impulso incontenible.
Es ilusión innovadora
que atrapando el sueño más vital
en todo cree y a todo ensalza.

Qué es la vida, sinó una espiral irrebatible,
donde millares de seres y elementos
cambian su piel por agujeros
alternando su posado y su disfraz
entre dubitativos claroscuros
y la mejor fortuna cual trae naceres;
¡Ay! la vida:
Infinitos amaneceres
donde piernas y alas
sucediéndose al unísono
dentro de bocados y circuitos,
prenden son y trance
del verbo eterno.

… Y la gracia de este juego
es su ser de imperecedero
así como su ser de espíritu al combinarse
con la tierra consistente.

Instante

Nada más que amar el hoy
porque un hoy, Sí, está dispuesto
y dudar por «si un mañana»
nunca vale.
**

Camino;
el polvo fue tierra
y la tierra está repleta de trigo
¿Qué mayor muestra de amor?
Confiar en la vida;
percibir su infinidad de luciérnagas.
Mientras camino
sé acerca de los millares de fuentes
que sacian mis necesidades
sin estar enaltecidas por nadie.
¡Cuánto de ciegos y mudos tenemos!
Agradecer equivale
a tener un presente completo
y un mañana bien nacido.
Extender los brazos.
Abrir las manos, ofrecidos:
Sumados al universo
absorvemos el espíritu del sol
y recorremos las fases de la luna.
Somos humanos;
y antes roca
y antes aire
y antes madera
y antes fuego
y antes agua
en busca del océano
… si dentro de una burbuja…
falta espacio.

318-omu G.S. (bcn. 2020)

Secuencia interminable

 

Sentir la magnitud de los elementos.
Tras el abandono
de leyes y dogmas, Comprendo.

Millares de mensajes de Amor viajan, eternos e infatigables.

La humanidad supera sus límites; avanza, venciendo hecatombes, por acogerse a tales lechos de vida.

Bien pensando, yo me asigno el deber de percibir multitud de expresiones que se muestran.
Maduro al comprender, con el fin de valerle como alimento y abono a esta tierra.

Amando letras mayores y también minúsculas… prosigo.

 

Orgasmos

¡Cada cual sabe!

¿Quién guarda la llave de los placeres?

Cada cual sabe durante su día cuántos orgasmos.

¿Quién tiene todos los placeres contados y sería capaz de enumerarlos?

… Solamente tú. Nada más que tú conoces aquello que te hace gozar; no existe nadie que pueda rebatirte o pudiera negarte lo que te resultan placeres.

¡Cada cual sabe!

Si suave o si áspero. Si amargo o si dulce. Si un espejo o un lago.

Ola de pétalos

Como buscar una geometría única sobre la arena… Lejos te hallo; universo amplio, universo justo, universo creativo. Me atrae el mar. El mar es fiel, siempre nos espera.

**
Tras los edificios. Dentro del jardín; donde no hay rejas, ni techos ni portales. Ya recorridas todas las horas muertas tocó los árboles, me invade el cielo, huelo la hierba y reconozco que no existen los límites. ¡Cuánto poder guarda un respiro!. Descalzo. Desnudo, vuelvo al principio y soy flor aguardando otro atardecer.
Nunca me pregunto que consistencia tendrá mi nuevo día.

318-omu G.S. (bcn. 2019)

Tras decenas de silencios…

Tras decenas de silencios que me atraparon pude descubrir lo que quería… ¡Diálogo!.
Ya conseguí apartarme de la egolatría sujeta a mi bla… bla… bla…
Bla… Bla… Bla… Bla, prepotente. Bla, divinizado. Bla, presumido. Bla que esconde sordera es propio de extremos y equivocación.
Comprendo que las voces demuestran ser sabias, cuándo, permaneciendo calladas, optan por escuchar los demás sonidos con atención. Tras la escucha esmerada consiguen suficiente riqueza como para compartir los bailes resaltando muchas canciones valiosas que el universo espera para multiplicar su creación.
Hay veces que los silencios reconfortan al tiempo que son maestros; desintoxican y reposicionan mediando el arte esforzado de la reflexión.
Tras decenas de silencios, juego y me divierto más que nunca, encuentro la mía y otras vidas cargadas de razones y sentido, dispongo de ingenio e imaginación igual que de soluciones.

Gestos

Él solía santiguarse a menudo, al hacerlo, nunca le faltaba una sonrisa esplendida aderezando su rostro. Coincidíamos, con frecuencia, en la salida o dentro del ascensor de la finca, en la cual, ambos, habitábamos desde niños. En la plazoleta donde paseábamos a nuestro respectivos perros. Efectuando la compra, sumidos en la agitación visual y olfativa del mercado. O, cruzándonos el saludo, de acera a acera, camino de un ratito de ocio o al marchar hacia el trabajo.

Él, era parco en palabras, se debía intuir cuáles eran sus apetencias, y cuánta la profundidad de los valores y creencias que lo impulsaban.

Debido al acto repetitivo de santiguarse, lo tenía por devoto de la fe cristiana. Uno de los días que coincidimos, me atreví a consultarle al respecto.

-Te hago de creer mucho en Jesucristo, suponiéndolo como hijo de Dios caminando sobre la tierra. ¿Me equivoco al entenderte fiel seguidor de esa fe?.

De nuevo, aquella sonrisa de satisfacción iluminó sus ojos, cualquiera podía leerla, sin temor a equivocarse, como un signo evidente de plenitud que equivalía a felicidad. Y así, él, me contestó.

-Cuándo ves que gesticulo, aparentemente santiguándome, no se trata de que asocie dicho gesto con un padre celestial omnipotente y omnipresente, o crea, firmemente, que hubiera un hijo de tal amparado por el espíritu santo, ni tampoco que reconociera la existencia de ninguna santísima trinidad. Lo que sí va más allá de la suposición y sé con certeza, es que existen los puntos cardinales, las direcciones hacia donde podemos dirigirnos; así, con tal gesto, saludo al norte y al sur, y al este y al oeste; añadirte que remato este saludo, tras marcar con decisión amable cada una de las direcciones posibles, enviándole un beso de agradecimiento a esta vida que me permite, eso sí, esperando que esté dispuesta a depararme lo mejor.

Su explicación se fundamentaba en  un pragmatismo exacto, lejos de elucubraciones denotaba eficiencia; pero, a la par, transmitía futuro y ensoñación capaz de materializarse. Me mostraba a un ser cabal, para mí desconocido hasta ese instante, a un individuo lógico al que suponerle lecturas privilegiadas y actos juiciosos. Deciros que, desde esa breve charla, opto por la decisión de señalar los caminos posibles, me casé con el santiguarme. Quizás, mañana, también me preguntarán…