Para quién, mi oreja

«Es verdaderamente difícil que cuando inmersos dentro del poder y fuera de la humildad hallemos, un sentido común que lance a nuestra especie a conjugar la tierra con el cielo, para que con cada una de las pisadas que demos seamos también capaces de volar.»

Todos los reyes resultan efímeros (se alzan y caen junto a su apariencia petulante y su indecorosa sustancia; sus opiniones y yugos se borran). Mientras tanto, ese resto humilde y frágil que desluce frivolidades y perdura con hondo mensaje aferrándose a su caminar de obrero infatigable y a sus conocimientos como vagabundo, protege una sabiduría imprescindible que conoce a la perfección aquello que precisamos para adquirir una consistencia meritoria esta raza que somos la humanidad (se ofrecen ante la vida como joyas perennes).

¡viva la comunicación!