Tu saliva me sabe a diente de ajo;
retumba energética dándole brío a mi corazón;
reporta aquel salitre divino
que condimenta alimentos insulsos
e invita a nuevos tragos.
Ella me sabe a aceitunas y a sol,
a romero fresco desatando su flor,
a lavanda, melisa, tomillo y laurel,
sabe a esperanza y huele a excitación,
su verde es el de la hierbabuena.
Tu saliva adereza nutritiva
y complementa cada uno de mis días,
le resta aburrimiento y sosedad
a la comida de mis platos.
Tu saliva limpia al mojar;
como suele hacer el agua fresca
cuando rebosa por las riberas de un río
en el mes de Mayo.
Es una senda vital;
ara y siembra y trasiega
las proporciones de mi campo;
ella sostiene el abono que da…
la mejor de las naturalezas.
Dispone de aquel oleaje carnal
que multiinstrumental orquesta;
sin dejar olvidada nota en el atril,
ni arañarme con saña ni revancha la piel,
desdeñando la vorágine de aquel tiempo
de recita desdichas y canta ausencias.
318-omu G.S. (Bcn.2014)