Puedo, por suerte, respirar
mirando al sol,
siendo capaz de comparar
la eterna e inconmensurable amplitud
del universo
con mi enorme insignificancia.
Debo, sin dudar,
eliminar aquellos restos
cuales tengo adheridos
a mis pasos y a mi alma,
los que sólo reparten
y me reportan dificultades;
bruma densa,
frío y tinieblas.
Reconozco la hipocresía
y sopeso las trabas propias,
renuncio del perfil guerrero
y de las mascaradas,
pretendo forjar la paz, usando
así los actos como las palabras.
Quiero hurtarle a la vida todo su egoísmo
para poder seguir soñando
tras haber conquistado otros sueños.
Deseo carecer de la ambición
que derrota el decir de los mejores gestos;
de las manos cuando hacen,
de las mentes cuando ingenian
y de las bocas al hablar;
la misma que preña de horror el mundo
negándonos a los hombres
salud y virtud;
el despertar de nuestra mejor consciencia.
Tomo distancia.
Abandono la inmadurez
y con ello su torpeza.
Deseo obtener la lucidez
que mueve montañas,
que derrumba las divisiones
y desmantela sucias fronteras.
Quiero saber de ti.
Quiero poder tocarte y que no te asustes.
318-omu G.S. (bcn. 2014)
Tu poesía ha sido mi compañía de hoy. También fue —y será— fuente de reflexión. Espero alcanzar la lucidez y tener la valentía de saber.
Un saludo.
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