Escojo ser aventura.
Darme a la vida sin guardarme nada
y atreviéndome a conocer:

Las letras del alma pendientes de descubrir,
las que quedando dentro de un sobre cerrado,
jamás se recibieron, nunca se enviaron.
Aquellas ideas livianas,
(de aparente poca importancia), que son capaces
de calzarle al barco hundido unas alas
y reflotarlo para navegar.
O, la travesura inesperada,
tras colgar un teléfono sin despedirme
presentarme como amante enamorado;
ante ti; sonriente y desnudo.

Reclamo poder saber (aunque me pesara más tarde),
que aguarda tras el telón intrigante que suspende cualquier decir
conviniendo en plantar…
tres puntos suspensivos.

(Pretendo degustar cada hoja escrita que pinzas con tu boca)

Crédulo de una vida.
Sopeso ciertamente porque amo sus altibajos.
Confío en la magia existencial
que me permite ser árbol deshojado y florido,
burbuja que flota colorida
locamente perdida del miedo a estallar.

(Pretendo beber del llanto para valorar acertadamente un sorbo de alegría)

Acepto citas a oscuras.
Desestimo triunfos superficiales
y, al hacerlo,
venzo imperativos obscenos y desnuco al malestar.

Busco no perderme
alrededor del yo estéril e inoperante
que pone barrotes en las ventanas
y corre las cortinas
deprimiendo a los mismos sueños.
Declino de someterme
a esas uñas afiladas que, sometidas al nombre propio,
destripan otros entendimientos sin ninguna contemplación.

(Pretendo ser el eslabón rebelde
que dando un paso adelante,
une lejos de amarrar,
renunciando a ser grillete y sentencia)

Elijo desenvolver el regalo
-nuestra vida… sencillo y granado regalo-
desentendido de virtuosismos que demanden medallas.
Atiendo -gustoso- al dictado y me extiendo
aliándome con cada componente del recorrido.

318-omu G.S. (bcn. 2015)