Marta cabalga salvaje por sus días y, aunque fue repetidamente desvirgada -como suele suceder al pagarle tributo a los años de una vida- nunca perdió la inocencia de su niña, jamás la traicionó ni quiso abandonarla. No renunció a sus sueños ni tras las peores partidas.
Trabaja vital. Ilusiona amistades y futuro. Fantasea hasta el punto de yo creerla visionaria. Pasea alocada e incapaz de domar con acierto dominante sus impulsos. Anda libre y corre libre. Salta con tal ímpetu, que hasta levanta los ánimos que va encontrando caídos.
Hace mucho, la oí contar que tenía un lema añadido al de no dañar a nadie «soy un naipe que se dispone para el juego y un ladrillo constructivo preparado para edificar y una osa renegando de perder el tiempo e hibernar».
Ella da. Desde que nació ama por amar -es su esencia que lleva impreso el altruismo- Se entrega por entero y avanza, alegre y despreocupada, a pecho descubierto; mientras le llueven adjetivos descorazonados y la crueldad del juicio ajeno y poco empático, que no ceja de emitir sentencias despreciativas, bastardas y envidiosas, que pretenden desbancar a esa inconmensurable grandeza -triunfo y vuelo- poniéndole de mil formas distintas, la zancadilla.
«Ella ama por amar». esa es la esencia de esta prosa poética que me ha entusiasmado.
Gracias!
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… y es que el amor, al siempre llevar adosado un enorme corazón, no tiene desperdicio alguno; brindemos por él.
un abrazo afectuoso.
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