Voces faltas de oficio

voces sin oficioCómo podemos dar por bueno un sistema económico que menosprecia la vida de muchos de nosotros, entre otros motivos, al tener a bien de aprobar una enorme cantidad de sustancias tóxicas que, acopladas al sector de la higiene y al alimentario, dañan nuestros órganos, a corto o largo plazo, pero de manera directa, al intoxicarlos y alterar su perfecto funcionamiento así potenciando la enfermedad.
Un sistema económico preocupado en sustentar la economía de las farmacéuticas y los laboratorios (a cuales poco les interesa erradicar enfermedades pero si les conviene cronificarlas). Enfermedades por las cuales, los mismos estados -¿democráticos?- con esos, los respectivos gobiernos que son establecidos mediante el voto por sus respectivos ciudadanos y que configuran y retocan las leyes según conviniera para facilitarles más y más beneficios a tantas y tantas empresas privadas, que les garantizarán el futuro o mantener su posición de poder a esos que hoy nos dirigen como mandatarios. Gobiernos y estados que cobrarán los impuestos pertinentes, aun los que son debidos a la desgracia y a la enfermedad, al dolor y a la muerte de sus semejantes que, en muchos casos, por motivos de avance tecnológico y científico, sería sufrimiento del todo innecesario por solventable.
Gobiernos que, cobrando hasta el último céntimo de estos impuestos, no invertirán en el sector que correspondería para salvaguardar los derechos de salud del consumidor. Cobrarán para resarcirse de los robos y las pérdidas que sucesivamente padecen sus arcas hasta con su propio consentimiento, o para cubrirles la espalda a sus amigos de viaje -amigos interesados e infernales- ante estropicios económicos debidos a su mala gestión e inversiones.

Cómo podemos aceptar un sistema económico y la ejecución de una política económico/mundial que mientras utiliza y omite y manipula, hipócritamente, salvedades, consiente que vivamos dentro de un sistema basado en la permanencia del horror, el engaño y las mentiras cuales llevan adosadas una esclavitud que nos venden como privilegio y con vistosas alas de ángel.

Los gobiernos actuales son como tahúres tramposos, esconden y sacan los naipes por debajo de su manga. Callan. Dan su visto bueno. Ponen en marcha, gestionan y mantienen las guerras. Permiten el tráfico armamentístico e interpretan frente a los medios cuando nos muestran sus caras escandalizadas ante tales barbaries que se suceden por el planeta. Ellos, día tras día, gobernantes y grandes empresarios que mantienen sus desproporcionadas apetencias y trazan el flujo económico que marca las vidas de todos, venden su alma al diablo, le permiten que estampe su rúbrica de forma continua, al actuar disfrazados, con rabo y con cuernos y ambición y egoísmo, y llevando en la mente y en su corazón un afilado tridente que clavan, desconociendo la compasión y el arrepentimiento, sobre un resto de inocentes, desentendidos de reconocer que nuestro mundo es un privilegio único, que el edén no está sólo pintado en lienzos o dentro de los libros, ¡está aquí!, cuando no somos necios, ni petulantes ni engreídos ni ciegos, cuando observamos la vida con ojos ávidos pero empáticos y tiernos; cuando la miramos como lo que somos, meros aprendices que con voz de hombre quedan sólo siendo… simples niños.

3 pensamientos en “Voces faltas de oficio

  1. La indolencia, ya lo dijo Pessoa, es el gran mal de nuestra época.

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