(I)
Desde las menudeces,
abono y visiones,
simplezas al alcance de todos:
aportes livianos capaces de ajustar los mecanismos
para que no se apague el ritmo vivaz
y siga su incesante rodar
la cuerda de los corazones.
Simplezas… que no absurdos -no confundamos-
contenido suficiente para retocar el mundo
dejándolo resplandeciente -diría que casi nuevo-
y con las máquinas donde deben.
(II)
Esta vida… hecha de impresionantes pequeñeces
dibuja hombres transitando repartidos por el espacio,
peces que bucean despreocupados
y otros de ya pescados
que pretenden unos pies y calzarse unos zapatos
renunciando al mar y a sus aletas y escamas.
La vida se expande -fornicadora-
para que encuentren su cielo cada una de las aves.
… pero las hay que se perdieron dentro de jaulas construídas
con vísceras, pensamientos y palabras.
(III)
Escucho la vida
e interpretando animales
compongo sentidos y hablo.
La vida: prestigitadora
me hace conejo y paloma e indica un camino.
Sorpresiva, me asusta en busca del salto.
Come de lo habido y muta natural
para brindar apariciones.
Salpica con sus pinturas rupestres,
con su modernismo con fecha de caducidad,
con su grandiosidad puntual y evanescente,
y con su mediocridad que, invitando a la superación,
se encuentra al punto del surrealismo.
La vida salpica la infancia ¿impertérrita?
de nosotros, los hombres,
mientras como lavandera
asea, una y otra vez, los ropajes.
318-omu G.S. (bcn. 2015)