Mi corazón necesita sentir y emocionarse -reniega de pautas monótonas- aunque para ello su lengua se posicionase rígida cual estatua altiva, o serpentee encarnecida o se avive acelerada en busca del próximo curso, o enojada se retire en un claro gesto de disgusto solicitando una pausa de descanso o unos instantes de recreo alejándose del latir de contratiempos.
Mi corazón tiene Lengua, Ojos, Manos, Orejas y Boca. Mi corazón no sabe vivir desentendido de sorpresas… puede más la sangre de los cielos que lo invoca que las razones que sujetan estadísticas, definiciones y fórmulas donde no caben las alternativas.
Preciso sentir cada día el impulso del salto y la desnudez natural y espontánea que rechaza los vocabularios estrictos y proporciona soluciones ante cualquiera de las dudas emocionales y algebraicas.
Puedo y quiero sontener la pobre nobleza de mi rico y vagabundo corazón; reconocerme en un sinfín de mismos que dialogan tomando infinidad de formas distintas, desconocer las causas imposibles que son tachadas de utópicas y reirme hasta de las dificultades, pues cada una de ellas acaban siendo material para la enseñanza que me concede un poquito más de veteranía y erudición.