«Más allá de mí encontré la navegación correcta y vencí la zozobra.»
Pequeñas vocecillas, deliciosas piezas de nuestra vida; caudal limpio y pleno de fortaleza, sangre virgen preparada para ser donación y dádiva, apuesta que elude depender de la suerte para significar un camino. Vosotros podéis ser un amanecer que no cede al criterio nefasto ni a la imposición ni al desanimo; permanezcan intactas vuestras esperanzas, aun cuándo sepáis acerca de tanta historia que acaeció siendo sinónimo de aberración, historia que nunca mereció estar ni haber nacido.
Dulzura tempranera, la que juguetona reside acomodada en la escasa edad; atended a construir, de tal acción ¡ser virtuosos!. Tened presente un mañana en el que quepa la renuncia de cualquiera de los gestos que, hoy frecuentes, perpetran el asesinato de la palabra humanidad dando idea y pie a los gestos corrompidos. Pues, este planeta, esta sociedad precisa de lavanderas y barrenderos que eliminen la tanta podredumbre que habita esparcida. Eludid ser continuación, evadíos de bautizaros con el nombre impúdico que sujeta la soledad inmutable, rechazar ser reconocidos cuando se cita al Egoísmo.
Delatar que cabe la victoria de las manos y las mentes que deciden prestar ayuda. Conquistar la prenda que protege del frío: el cazo que calma la sed y el hambre y el remedio que hace prevalezca la salud; procurad que el Sí no esté condicionado, sea rotundo, que siempre la mesa aparezca, para aquel que la precisara, bien servida.
Prometeros que la inercia despreciable será desbancada como lo desea un jugador al bancar en un casino. Componer ausentados de los elementos que supediten a la obra al carácter sucio y confuso.
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No hace falta marchar muy lejos para encontrar el principio, el reinicio vive en nuestra propia persona. Las soluciones están varadas frente a la puerta de cada día. Necesitamos estar muy ciegos para, como adultos, no verlas; los niños son sabios cuándo, hermanados por el deporte o los juegos, avistan los beneficios dados por el compartir.
El principio primordial del bienestar social pasa por entender la cohesión como fundamento; cada una de las piezas son igual de importantes para que funcione perfecto un motor, si faltara alguna, el motor no podría ofrecernos todo su potencial y rendimiento.
La sociedad ha estado absorbida por un egocentrismo extremo: el individuo, sea cual fuera su naturaleza inherente y capacidades, erigiéndose como epicentro, creyéndose rey del universo y optando por ser sordo antes que mudo, perdiendo la capacidad de contrastar y discernir lo que mejor convenga.