Arena aliada de carnes

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Aunque, por momentos, padeciera el tormento de la carne: su tendencia dolorosa y decadencia y sus impulsos irrefrenables y abrasivos. Aunque… debiéndome a la honestidad, no me queda otra que reconocerla como fe mayúscula. A ella; músculos, huesos y sangre, y, como no, órganos musicales que permutan entre sonidos terrenales, a causa de un carrusel de vicios apetecibles y de unas poquísimas necesidades. A ella; como carne de pureza natural o como carne especiada. Ella, SÍ SÍ SÍ… ella me dispensa un yo de caminos variados concediéndome ser un ser; nada quitándome y mucho ofertándome. Carne, cual es privilegio que convengo en afirmar que tengo y al tener me da: ¡menuda gloria!.

Gusto del agua y del vino
también del sol y del aire,
de los placeres venidos por cuerpo,
gusto, más gusto y regusto,
de los colores y fuegos y plumas
que se suceden y eclosionan por vida
acertando a marcar lo que es arte.
Degusto y agradezco
cada porción que amamanta la tierra
porque soy barro tierno. Subido a este planeta
resulto moldeado bien por todo,
nazco y siento y me apago y revivo,
y proclamando mi unión con el cosmos,
gano la dicha y pierdo el temor a eclipsarme.

318-omu G.S (bcn. 2016)

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