Adioses difuntos

«Acicalados con el limpio,
ya retiradas las pugnas y los intereses conocidos
mientras nuestros cuerpos coincidieron.»

Aunque los corazones durarán
por siempre cercanos.
Aun con un dolor punzante
hincado en las arterias.
El aliento: Hora adiós.
Debiera ser viajero decidido a partir.
Hay momentos en que la cuenta suma
LEJOS
LEJOS.
Lejos
¡qué contradicción!
tan cerca como unidos
en una doctrina y el alma
y, a un mismo tiempo,
corresponde estar separados,
rememorando vivencias gratas
y deseos que se nos mostraron como imposibles.
¡Lejos!.
Sin quererlo.
Debido al juicio sensitivo
con criterio.
Apartados del odio cancerígeno
y de la rabia violenta
y de los juegos sucios
que ampara el rencor,
desahuciando miserias humanas
que, faltándole a la nobleza,
citan a la traición.
Lejos (cuando juntos y mediando intermitencias).
Cercanos (los kilómetros son borrados
porqué aquel aroma perdura).
A la distancia le resulta imposible
incendiar y romper
puentes y lianas;
proseguimos aferrados
a una simple voluntad:
Persiguiendo cualquier lección
que susurrase «vida»
al pregonar
-desde la lejanía o próxima-,
la valía universal
que consta en el amar.
Aunque lejos…
sucede que hay adioses
que siendo antónimos de marcha
más nos acercan todavía,
así es como pierden sentido, ante ese amor
que otorga y extiende tiempo frutal,
todas las despedidas.
318-omu G.S (bcn. 2016)

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