Negando arrugas

Y nuestras manos entrelazadas
así como nuestros ojos cuales interpretan
restándole valor al tiempo.
Somos los mismos…
y es aquí y ahora que no existe el antes
y que los volúmenes y las formas ya ni significan.
Nosotros:
porque, Tú, edén mismo
surgido desde las entrañas del universo
y, Yo, prueba evidente de que tú eres la costilla
dándole cuerpo, sentido y vigilia
a este locuaz y sorpresivo viaje terrenal.
Ya hace bastantes primaveras
que revoloteamos como libélulas
insinuándole al aire una pizca de pureza;
aliviando el aire,
aligerando al aire de su peso
de confundido, tóxico y vagabundo.
Por el hoy de aquí se extiende nuestro camino
hacia una orilla que sólo sabe de amaneceres,
cual no padece de ocasos ni de crepúsculos,
una orilla muy cercana a lo celestial.
Somos un árbol plantado
recibiendo y ofertando simientes;
hijos pródigos que se perdieron
pero que al encontrarse han retornado.

¡viva la comunicación!