Sintonía

els ulls de l'arbre
Mi gran locura es amarte. Sé, que esto sólo lo acaba trayendo el tiempo con su arte. Agarro tus manos, me elevo, conjugo mis pensamientos con los tuyos, para nada los siento encadenados. Susurro a tus oídos mis confesiones mas inconfesables, por favor no se las cuentes a nadie… jamás. Relajo mi tiempo en tu compañía. Sumo y resto, cuento la vida a tu lado. Busco y añado lo que nos falte para prolongar nuestros instantes.
Compases que giran circulando entre planos. Planos que construyen y, al hacerlo, indican las infinitas posibilidades del destino. Arquitectos dirimiendo lo que conviene dentro del escenario invisible, escogiendo las estructuras que aquí no están todavía pero que apareceran relatadas en algún pasaje de esa cuenta nuestra echa a base de siglos.
Corazones que transitan desangelados por las horas que ya pasaron; horas de sudor helado, horas rematadas por el rechazo y el fracasos; horas sufridas que aportaron una sensación a vacío, un hedor penetrante y que mella: soledad y abandono.
Resulta difícil de comprender, que en los peldaños de una vida, nada mas coincidimos entre nosotros; efervescentes, entre chasquidos intermitentes que son instante y desaparecen y junto a aquellos tactos que, efímeros, pronto se evaporan.
Aprovechar la coincidencia del encuentro, darnos cuenta de su exclusividad y… gozarlo; saber que otorga un sentir insuplantable y preciso -así como cada amor con cada una de sus formas- Tener la sabia certeza de que nada es eterno, de que cada esencia se sirve de mil finales alternos aunque prosiga, existe siempre bajo la consigna de la permuta. Una coincidencia puede que quepa y marque cada estación -frío y calor- sea por el azar o por un destino ineludible, y ya escrito, que cabe fuera pronosticado.
Como hombres, cuantas son las veces que no comprendemos las causas: las separaciones que vienen dadas y los enlaces, esa sintonía que por alguna razón, oculta a nosotros, llega a nuestras vidas e inunda nuestros oídos con un sinfín de estridencias o melodías.
Pero siguen -queriendo seguir- mis manos, fuertemente, agarrando las tuyas.
Resigo la silueta de tu alma. Prosigo por el camino, que sus flechas junto a cupido, me indica… Es en este sendero encantado, donde cualquier abrazo me llena saciando y transporta hasta las alturas, donde percibo una impresionante y lúcida perspectiva.
Decoro mi vida confiando en que me correspondas; no pretendo ser cadena ni cárcel; me agrada verte libre y con vuelo ¡ siendo tu ! no copia mía.
Tengo una alfombra voladora, que se presta suave para llevarnos y sobre la cual cabemos los dos. Decidimos marcar con una X en la casilla de las decisiones, realizar juntos este viaje, pues esta unión acontece grata y nos completa… Una partida se disfruta doblemente cuando es compartida, tanto da que lo cuentes tú o lo cuente yo.
Tanto el alba como el crepúsculo viéndonos sonrieron. Nos contemplaron corriendo bajo la lluvia y quedar empapados. Nos han visto divertirnos, esforzárnos, equivocarnos y lavarnos; como nos cambiamos las ropas sucias o húmedas y como no perdonamos ningún instante al estar predispuestos a admitir su grandeza y saborearlos.
Me pierde sorber la misma cucharilla de cafe que tú has usado para comer tu postre. Me pierde reir e incluso llorar a tu lado ante unas mismos chistes o tantas funestas tristezas -creo que fuimos dos errantes cuales vagaron y vagaron hasta encontrarse.

¡viva la comunicación!

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