Compases que giran circulando entre planos. Planos que construyen y, al hacerlo, indican las infinitas posibilidades del destino. Arquitectos dirimiendo lo que conviene dentro del escenario invisible, escogiendo las estructuras que aquí no están todavía pero que apareceran relatadas en algún pasaje de esa cuenta nuestra echa a base de siglos.
Corazones que transitan desangelados por las horas que ya pasaron; horas de sudor helado, horas rematadas por el rechazo y el fracasos; horas sufridas que aportaron una sensación a vacío, un hedor penetrante y que mella: soledad y abandono.
Aprovechar la coincidencia del encuentro, darnos cuenta de su exclusividad y… gozarlo; saber que otorga un sentir insuplantable y preciso -así como cada amor con cada una de sus formas- Tener la sabia certeza de que nada es eterno, de que cada esencia se sirve de mil finales alternos aunque prosiga, existe siempre bajo la consigna de la permuta. Una coincidencia puede que quepa y marque cada estación -frío y calor- sea por el azar o por un destino ineludible, y ya escrito, que cabe fuera pronosticado.
Pero siguen -queriendo seguir- mis manos, fuertemente, agarrando las tuyas.
Resigo la silueta de tu alma. Prosigo por el camino, que sus flechas junto a cupido, me indica… Es en este sendero encantado, donde cualquier abrazo me llena saciando y transporta hasta las alturas, donde percibo una impresionante y lúcida perspectiva.
Decoro mi vida confiando en que me correspondas; no pretendo ser cadena ni cárcel; me agrada verte libre y con vuelo ¡ siendo tu ! no copia mía.
Tanto el alba como el crepúsculo viéndonos sonrieron. Nos contemplaron corriendo bajo la lluvia y quedar empapados. Nos han visto divertirnos, esforzárnos, equivocarnos y lavarnos; como nos cambiamos las ropas sucias o húmedas y como no perdonamos ningún instante al estar predispuestos a admitir su grandeza y saborearlos.