
Corto es el tiempo en que coincidimos; busco interesarte, pero solamente tengo un minuto para llamar tu atención; no me da para relatarte cuántos son y qué medida tienen mis sueños. Debo atreverme, se que para tales logros de nada sirve ocultar la esperanza y propuesta que barajan mis sentimientos.
Recorro tu cuerpo con la mirada y percibo en el alto y ancho y en lo hondo de tus formas la consistencia, el contenido y el aroma que sabrá saciarme.
Existe un lecho aun por vestir con nuestros cuerpos, quiero creer que no sucederá el olvido que termina por verter un «pudo de ser» que conversa con el fracaso y el abandono.
Hay un lugar donde se reúnen a tomar el té un coro que sirve conciertos surtido de corazones; te cito para que acudas a él; despierta, natural y sonriente; como la joya que eres. Ven, no cuestiones el peligro, no lo dudes ¡ven! pero no te olvides… completamente desnuda.
Sé, que aun sin conocernos nos esperamos. Sepas que hace tiempo que dejé las puertas abiertas, de par en par, y en cada uno de los ventanales, de inmaculada y robusta madera, pirograbé tu nombre (Vid-A).
Cierro los ojos. Siento. Oígo resonar un tambor; señal tribal; bailo y bailo por él, no admito que quepa el renuncie, ni del amor que sostengo ni de aquel que espero, danzo para aligerarme de años, invitándoles a que me den la espalda.
Té sé (¿seré adivino?)… concluyente, definitiva; alejada de los puntos finales y los puntos y aparte. Alimento que no admite el rechazo bajo ningún concepto, más allá de una orden impuesta, estricta o cambiante, te sé alimento que debo probar para recrearme con la piel; disfrutarla, pero reconociendo que hay una extensión más sabrosa aun, que los placeres humanos vertidos con y por carne.
a