«El raciocinio humano es útil, pero podría acarrear la medida injusta. Un raciocinio excesivo cabe confunda, nos maltrate provocando descarnadas heridas.
Raciocinio cual, casado con el pensamiento, anota tantas veces apuntes de vidas vacías, al completarse exento de sentimientos y lleno de pesadillas.»
En mi llavero llevo una brújula, me indica donde está el norte; no quiero perder a la estrella polar, ni extraviarme por las grutas del infierno. Quiero estar situado de frente, mirando al norte y decidiendo mi camino.
Protejo a este norte de imanes que consiguen al sabio erradicando al monstruo. Aprendo de las agujas de los sentidos, sentidos capaces de robarle toda la arena a aquel reloj que pretenda sólo contar tiempo.
Brújula ilógica, mides las mareas, los desniveles y el desequilibrio cabido en el destino; mides y ayudas.
Condecoraría al destino, que por ser norte me ha hecho encontrar esa fuente vital desde donde emanan riquezas, que superan las de galaxias, universos y estrellas.
Un mediodia llega cuando nos situamos en el linde de las mitades, de ese norte con el sur, de ese este en su cruce con el oeste; un mediodía es idóneo para observar con la mejor de las perspectivas.
Eludo cualquier radicalismo que me aleje de la vida. Me desdigo de encajonarme para no ser y sentirme cerilla. No predetermino mi destino, ni me amarro al pasado retroalimentando las dolencias, las carencias, el sufrimiento implícito en los disgustos.
Dime brújula ilógica, dime con tu agujilla ¿debo ir por aquí o debo marchar por allá?… Ella se muestra inamovible, marca siempre la misma dirección, sólo cuenta acerca del norte. Me pide que reaccione, que busque completarme recorriendo el círculo que le corresponde a toda existencia. Me cuenta del norte que llevamos anclado a nuestro pecho, del libro sagrado que alberga nuestro corazón.
Me has asustado. Eso ùltimo que has apuntado en torno a una cerilla y lo que de retroalimentaciòn de punzada dolorosa implica una lògica sin brùjula, sin espectativas, me llena de inquietudes, de ganas de correr. Me dice el pecho que salga ya da aquì, de esta casa que fue de otros por generaciones y que tome buena nota de lo que hacen otros… disfrutar de lo nuevo, de la novedad. ¡Primero que se haga conocido pasarìa tiempo y habrìa hueco…!
Un saludo afectuoso.
Pd. Esa imagen tuya en la cascada es como un reclamo constante. ¡Dejarse caer asì, deslizarse por un sitio tan estrecho. Màs què frìo, cuànto de agua!
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