Está suficientemente comprobado por toda la gente de a pie, por cada uno de nosotros, que como humildes trabajadores tan sólo pretendemos sobrevivir dentro de este sistema financiero y social en nuestro día a día, está más que comprobado que la legislada imposicion del euro ha conseguido aminorar nuestro poder adquisitivo y a su vez la capacidad de sentirnos mínimamente desahogados.
Con la entrada en vigor de dicha moneda pudimos observar que cualquier decimal que quedara pendiente siempre iba al alza, así suponiéndonos una perdida más que evidente de posibilidades a la hora de barajar compras de cualquier índole.
Poco a poco, se ha ido haciendo latente que en cualquier maniobra económica, por pequeña que ésta sea, siempre los que salimos perjudicados eramos y somos los que dependemos de un salario establecido, para nada ha demuestrado el euro, que nos reporte a los ciudadanos algún tipo de incremento en los beneficios propios de nuestro trabajo.
Si a esto le añadimos las ficticias revalorizaciones equivalentes al incremento sobre el coste de la vida, nos damos cuenta de que seguimos perdiendo sobre esas perdidas iniciales que ya tuvimos con la instauracion de esta novedosa y controvertida moneda. Lo que antes en España eran y valía 5 ptas. ahora nos encontramos en el cambio que son 8 (5 cmts de euro). Ahora estamos sujetos al continuo pero sigiloso movimiento que representa el euro cual nos perjudica.
El aumento de los salarios nunca termina del todo por establecerse a razon del incremento de los productos considerados como básicos en el consumo de cualquier familia. Así es como, año tras año, nos vemos mayormente obligados s hacer malabarismos para conseguir llegar, sin deudas, final de mes… y esto sucede sin excedernos, sin propiciarnos algún tipo de antojo que comporte consumo.
No estaría nada mal, que los gobiernos que se dicen están para administrar y dirigir la salud de un pueblo, se replanteasen si parte de esa economía que recaudan y de la cual disponen para lo que consideran pertinente, la destinaran a posibles rendimientos escasos dados por circunstancias diversas, que propiciaran un encarecimiento de cualquiera de los elementos que se consideran básicos para sostentar un sistema real del bienestar (alimentación, habitaje, sanidad).
Digo que, estaría bien el decidirse, de una vez por todas, por una propuesta que solventara la posibilidad de un alza en el precio de los productos que son considerados como básicos. Ese gobiernos que suben al poder gozando de nuestra confianza, de la confianza de su pueblo, de los ciudadanos, tendrían que poner medidas para hacer frente a cualquier contrapie que pusiera en peligro la estabilidad financiera de cualquier familia. Nunca he entendido que un gobierno permita los excesivos beneficios de intermediarios o distribuidores que, prácticamente sin mover ni un dedo, maniobran arriba y abajo los precios conviertiéndolos en tantas ocasiones en abusivos. Intermediarios que procuran restarle importancia al esfuerzo del obrero, del labriego, el peligro y los sudores que supone para tantos sacar provecho de unas tierras y conseguir buen rendimiento en cada una de las cosechas (en según que parcelas, cabe interviniese un gobierno potenciando unos precios sostenibles para su pueblo). Nosotros sirtuamos a los políticos allá donde están, ellos tienen la obligación de mirar por su pueblo, no por los intereses de esas empresas privadas que no cesan de lucrarse, y que nunca, cuando les van excelentes sus gestiones y finanzas, se preocupan para que revierta una pequeña parte de sus beneficios en los obreros que han desempeñado un papel principal para que así fuera.
No me quejaré porque me suban lde precio las copas que me tomo en un bar, ni dudaré en pagar el ocio multiplicado por lo que ellos quieran. Pero sres…. el asunto va mucho más allá, me resulta imperdonable pasar por alto, la indignación que me provoca, el que año tras año, vaya repitiéndose la cantinela de una perdida de poder adquisitivo para las familias, para cada obrero trabajador. Cabría plantearse una fórmula que potenciara un reparto justo cuando todo funciona a la perfección y no solamente servir nosotros de cabeza de turco cuando las cosas vienen mal dadas; no podemos permitir que siempre ganen los mismos y que esas empresas privadas consigan si pierden sus particulares partidas que nosotros les paguemos sus deudas.
Vamos a dejar para otras entradas la picaresca legislativa en el ámbito de lo recaudatorio, pues no es para nada equitativa la porción que pagan muchas de esas multinacionales o grandes empresas, cuales se acogen a unos modelos de pago que no corresponden para nada a la aportación social que les debería corresponder (los tantos por ciento siempre son mucho mayores para los autónomos y pequeños comerciantes que para aquellas empresas que generan monstruosos beneficios cuales se reparten unos pocos).
No se puede dejar de tener en cuenta todo esto a la hora de reclamar, creo que de manera justa, unos incrementos salariales anuales, que vaya mas en concordancia con las subidas sobre los productos indispensables que precisamos sin demora, a los que no nos queda otro remedio que recurrir para abastecer a nuestras familias.