Separadamente juntos

audio http://youtu.be/MqoANESQ4cQ

ulls

Voluminosos,
reclaman ser probados.
Se hinchan carnosos al sorberlos;
renazco al degustarlos.
Llamativos, atrayentes
cual neón anunciando.
Imantan, arrastran
mecen y portean.
Me place destilarme en ellos;
son vendaval, son vapor,
son carbón esponjoso,
líquido en humo.
Son la fibra y la máquina,
potencian para que crucemos juntos,
riberas, tundras y estepas.

Relamiéndose, los sonrosados,
atrapan al vuelo miradas.
El anciano es niño, rejuvenece,
su sangre, con este rocío, hierve.
Y en su bolsillo, un pañuelo
hechizado por el carmín,
es prenda avisando como señuelo,
esparciendo en el aire
sabores a azahar, tu aliento.

Me decido… saco el boleto,
bordeo el carrusel arriesgado de tu «rusa».
Me desato saciado por tu jugo,
éste es néctar sabroso cual se esparce
untando mis labios. Presentándote,
ofreces ese único cáliz traslúcido.

Impregnas en el contacto
humedades de sal
de arena, de yodo
de olivas aceitadas
de ballenas, de estrellas
de un sendero de nácar
meciéndose sobre la mar,
ofreciendo calma y reposo.

Los tuyos son tan indulgentes:
consienten, permiten;
son cantos pulidos
rodados, sin astillas
omnipresentes.
Fraguan, decididos,
la verja por la que trepo;
me permiten resbalar
sosteniendo ciento y un besos;
por ti y en ellos
confieso que al elevarme te llevo.

Siendo luna… son marea;
al frotar palideces
las torna intensas,
subidas de encarnados.
Con su goloso tacto
crecen efluvios
—una rana croa en la charca
y principes aletargados se desperezan.

Los delimitas con la punta de tu lengua,
perfilas su contorno pincelando;
la tanto inocente como pérfida lascivia
suelta el liguero, baja las medias.
Tientan, seducen, estremecen
al hambre de la mujer y a la del hombre.
Es sutil el vaivén sedoso de tus rugosos.

Tu talismán sensual
macera entre guindas
con orujo a los ideales.
Erizas mi piel, la lavas;
calientas, carbonizas
extiendes y me comprimes.
Inhalan, suspiran y expiran
mis pulmones al besarte.
Extraes mis notas de acordeón
transfiguras los retratos,
los que estuvieron y los que estarán.

Bésame; y al besarme
permite a mis cavidades
que se empapen y recojan,
que atesoren en cofres
los efluvios por ti en mí incrustados.
A esta grata emoción la quiero como equipaje.

La pasión, como formol,
registra, memoriza
sana heridas.
Esta pasión: mi posesión sin etapas,
vale como punto de recogida
y también de partida.
Si con amplitud me los entregas
ausentada de vergüenzas
suelta las amarras,
quiero entregarte la vitalidad
desatada, para nada contenida.
Renuevan, éstos, al manantial:
Tus labios son árbol, son vida.

318-omu G.S. (Bcn.)

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