El samsara: escalones sucesivos.
Un inevitable recorrido.
Vueltas y vueltas.
Trayectos y escape.
Transcurrir dentro de una rueda.
Nunca cuestionar los instintos,
¡ser animal!.
Reptar sobre la tierra o el césped,
y ensuciarnos en el fango lodoso
de esponjosas lagunas.
Esperar que el caudal se eleve
y nos transporte la corriente del río.
Ladrar apostado a un balcón, (intuir el retorno).
Volar como un colibrí o un halcón,
(apostar por las alturas o el canto).
Husmear los sabores.
Ser un sigiloso felino.
Ser un fiero cazador
o la tímida presa de otros.
Ser animal todavía poseyendo…
el tosco raciocinio.
El samsara:
libros aprendidos.
Lo que seré o ya he sido.
Entender los dispendios vitales.
¡Ser vegetal!.
Reposar bajo el sol.
Abrazarme al sonido goteante de la lluvia.
Danzar aferrado al cuerpo de maizales.
Crecer asido a un grano y ser fibra.
Ser aroma:
mar y monte,
monte y cielo,
cielo y agua,
agua y tierra.
Ceder al empuje de las gracias naturales
y recorrer un abanico de tamaños y espacios.
El samsara: Voces que andan repartidas
y al escucharse nos informan
de la naturaleza y sus medidas.
Saber que el movimiento no reside en los pasos,
¡ser mineral!, (estático avanzar).
Aprender en la quietud.
Encontrar dentro de los sonidos desleídos en el aire
la versada amplitud de los silencios.
Advertir el peso de la luz intensa
y la levedad en cual se sujeta la oscuridad total
o un puzle de penumbras y de sombras.
Inerte… no moverse ni una pizca
y saberse vivo,
complacido y existiendo.
El nirvana:
a tu lado deshojar la vida,
recorrer el sentido de cada jornada.
Desperezarme del erotismo de sueños y verte…
verte con la nariz antes de abrir mis ojos.
Ver el fondo de tu alma y encontrarme.
Ver tu cuerpo sellado con esencia de mujer
… verlo al olerte.
El nirvana:
de tu mano seguir el curso imparable y dinámico de los años.
Contemplar como se viste y trasviste nuestro rostro
estación tras estaciones.
El nirvana:
Reconocer hasta mi ceguera de hombre y alcanzar la lucidez.
Advertir mi inmensa pequeñez y al hacerlo…
varar allá donde el tiempo se desentiende de fronteras.
Menudo mi karma…
aprendo mientras pago mis deudas.
Aprendo adentrado en tu aliento.
Arrimado al decir de tu vida
converso con la existencia,
y ésta me cuenta acerca de los caminos,
sobre los gozos y las apetencias.
318-omu G.S (Bcn-2013)