Habla el vuelo de un pañuelo,
se despide, dice adiós;
mientras una mano amiga
en la otra acera,
con vaivenes nos saluda
dándonos la bienvenida.
No existe ningún fin que no albergue un futuro.
Cuándo una estancia se confiesa hueca;
resuena muda de cantos y risas,
solloza umbría llena de soledad
-con sus persianas rotas,
totalmente bajadas-
en otra, de seguro aguarda
el jolgorio; la próxima compañía.
Habla húmedo el pañuelo,
acoge al llanto, gran dolor;
pero cerca nos espera
un fiel amigo;
el cocido, ¡lumbre y leña!,
donde resarcirse el amor.
318-omu G.S. (Bcn. 2014)