Debajo del asfalto; la hierba
recuerda enormes castillos de roca,
el sabor del cielo y el aire,
rememora el paso de las nubes,
sus colores y formas cambiantes,
e insiste en componer y recitar poesía.
La cual como una dulce plegaria
logra acallar el chillido de aberrantes motores,
y revienta las caras del hormigón y el asfalto,
que a su inocente verdor, aprisionando solapa.
Atentos, posan su oído, (de agudo vuelo),
escuchan la poética encubierta, los sobrevivientes:
unos pocos árboles que mantienen su alza
alineadamente esparcidos.
Sus hojas vibran sumándose al concierto.
Sus ramas reman respiros, reman y aplauden;
azotan ruidos áridos, ruidos ruines,
peores que aquella negación albergada en tantos silencios;
y son avivadas; crecen, se extienden,
las suyas raíces reclaman se les devuelva su espacio.
La hierba, (poética).
La hierba, (primaria).
Aunque apresada, no pierde su dicción musical.
Su naturaleza brinda notas,
no se amedrenta ni es esclava.
(Sus tallos, pacientes esperan.
Su simientes, fornida, se asemeja a los aborígenes que resisten, que desconocen leyes innecesarias y los poderes dados por sellos, por banderas, registros o firmas. Su pesca y siembra, su lluvia y su caza no se detienen para aprender asuntos burocráticos).
La hierba, poderosa,
desde los tiempos se reserva semillas
que persisten en la búsqueda de un pedazo donde asirse;
insistente, nunca ceja en su labor
de procrear con la tierra.
Sus semillas resguardan la casta, saben tanto,
que callan maldiciones e improperios,
pero cuando hablan, hablan esperanto.
(II)
El arte resquebraja paredes que aprisionan;
aquella química rebuscada
hecha con mezclas minuciosas y concretas.
El arte exilia a la indiferencia
y hasta ablanda a la más resistente de las durezas
… es como el agua.
Docto y polifacético, cualquier arte;
afina instrumentos y repara herramientas estropeadas,
¡eleva la sensibilidad!.
Ajusta violines, guitarras y pianos,
brinda tintes, letras y pinceles,
hojas en blanco, cinceles, saxofones y trompetas.
318-omu G.S. (Bcn. 2014)