Sonrisas antes liberadas
desde urnas de colores
que asemejan ser cristal,
¡ son abatidas y resquebrajadas !,
desaparecen entre el hierro torrencial
tras acontecer violadas.
No importan las filosofías;
si existen unas fuentes del bien,
que remojan con sus aguas de veras
cuando se precipitan.
O, si las fauces del mal
pasan hambre y adelgazan
o insaciables engullen.
No importan ambas suertes teológicas,
sólo convienen ante ciertos casos como pura leyenda.
No importan los aciertos o los fallos conceptuales
o la coherencia supuesta en las leyes y normas establecidas…
No importa nada de esto
cuando fallecen pronto las voces
que debían de haber crecido
y se extienden los desiertos
rellenándose todos los relojes
con la más seca de las arenas.
Cuando retornan al polvo, prematuramente,
juguetones y ligeros corceles
que serán capaces de relinchar en nuestros oídos
aun encontrándose ausentes.
Así dejándonos su perdida;
apresados dentro de aquel dolor que quebranta
e inutiliza nuestras alas
y colapsa el corazón,
y le veta el paso a aquellas alegrías
que nos abrirían nuevas puertas.
Dolor que tumora ilusiones,
así dejándonos; atrapados
entre huellas por nacer
y un añorar que acaba odiando
mientras busca y mata
con sentencias y cien armas
implantando yugo y castigo.
Porque tantos corceles inocentes
ya no corren ni estampan esta tierra con sus dulces huellas
-no les dio tiempo ni a cambiar sus dientes-
Ya jamás sembrarán al trotar por los campos
ni ensancharán angostas callejas.
Aun sin pretenderlo… Cuando ellos dormitan
y siendo cielo saben a estrellas,
el recuerdo permanente de su falta,
hasta de esos hombres afables y tranquilos
arrancará su generosidad y sosiego,
al amanecer de imprevisto la razón que subleva.
Ellos, sólo parece ser que marcharon,
pero revelan los negativos desde su sueño profundo.
318-omu G.S. (Bcn. 2014)