Por ti aprendí a caminar desnudo,
la vacuidad que esconden los ropajes.
A cazar la amplitud de cada idea
tomando de todas partes.
Por ti escojo ser una hoja
repleta de incitante blancura,
cuya mudez tentadora
escucha atenta y reclama apuntes;
el pronto artístico:
Ensayos que expusieran y aportaran soluciones
-que acogieran la corrección o los retoques-
Garabatos infantiles, desenfadados e inocentes
-clamando por el recuerdo de otra conciencia-
Diseños esmerados o dibujos fantasiosos
-trazos que propusieran y reventaran
medidas claustrofóbicas y rejas opresivas-
Poemas que innovaran estructuras
y desataran nuevos timbres
-que atrevidos sobrenombraran
cualquier gesto anquilosado-
Por ti aprendí
a sentir como mío lo que creía distante y ajeno.
A rellenar de cromados el tintero.
A sumar el peso preciso para equilibrar
el yo que me ajustaron como horóscopo.
Y a levitar -a merced de los vientos-
y a escribir siendo un lápiz o una pluma
escuchando el versar etéreo.
Tú me despertaste
y has llevado a confiar.
Me das y diste a probar
aquel triunfo que reposa en la paciencia:
los respiros que oxigenan…
Por ti aprendí a esperar.
A medir mi temperamento
hasta ganar en voluntad.
Por ti soy barro virginal,
que maleable y húmedo,
se muestra accesible y ofrece dócil.
318-omu G.S. (bcn. 2014)