Dejada de cuerpo

la vi...La vi despegar.
La vi reconocer a la simpleza
despidiéndose de apegos,
agarrar del hombro a la gratitud
que sabe deberse a cada uno de los restos.
La vi volverse aire,
y besando el fuego y al agua y al viento,
coincidir con ellos en un deseo y volar.

La vi reír.
La escuché trinar.
La vi abrazada a un árbol.
Repartir tréboles de cuatro hojas
desnuda entre mil te quieros.
La vi tan radiante y bien entera
como para anegar de luz
cualquier pozo en el que cupiese
la oscuridad.

La vi
pellizcar al sol
y morder un lleno de la luna,
ofrecer su piel tersa
y transformándose en clave oportuna
brotar como una estela
pero dejándose tocar.

La vi
resucitar flores decrépitas,
completar un puzle con encajes eflúvicos.
La vi,
aun digiriendo esta gravedad insoportable,
mostrar un tapete inacabable de juegos sencillos
alzarse y levitar.

318-omu G.S. (bcn. 2015)

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