(1)
-Llama(da), potro en camino-
El hambre y la sed de los cuerpos
convienen en ser llama encendida.
Uno más uno…
Dos retozan unidos
con sendos pezones tensos
y un miembro con su carácter erguido
abanderando a la piel deshuesada.
Uno y dos.
Toc, toc, toc… recibimiento.
Dos.
Bravura y suavidad.
Oleaje penetrante y perfumado.
Dos,
asidos al presente que no requiere de demandas.
Cuatro brazos y un par de lenguas se dedican
a modelar instantes de vínculo;
brindan por un solo aliento
que reparta complacencia.
Dictándole placer a una cama
mejoran sus caligrafías.
Uno y dos.
Y el azar domando una casualidad
saca rendimiento de la ruleta.
Dos. Sabiendo a poco;
la ocurrencia se despereza
y el destino se levanta
volcando rocío,
inicio vital
¡ número tercero !,
aquel principio que apartado de palabras
se asocia con el sonajero.
Dos que desconocen prolongarse
orbitan tan cerca de la vida que giran los hemisferios.
Le añaden al reloj;
estirpe, otro segundero.
(2)
-Un paso; al trote o galope-
Aurora que despunta
con arco iris sin lanza.
Voz repleta de futuro
que, hoy, siendo inocente,
resulta todavía acunada.
La que seguro tendrá.
Será sol y abeja,
ventisca y lluvia,
roca y cristal,
dualidad y prodigio
con propia naturaleza.
Sera estambre productivo
preñando aquellos pistilos
que aguardan sus frutos.
Siempre:
Nuevos pasos y escalones.
La vida y sus repartos.
La justicia cósmica y sus ecuaciones
bordan la trama.
Un ahora.
De pecho con leche y biberón,
de mama que mama y mama.
Hora de pañales y de chupete,
hora que desenvuelve
una sonrisa virgen capaz de llenar
de limpieza un hogar
y de tesoros la alacena.
La misma hora que descuelga sueños delicados
que pendían de las orejas de nuestro universo.
Hora de ahora.
Hora de uno.
Hora de dos.
Hora de tres.
Hora que dibuja sobre los números
y los meses aburridos de cualquier calendario;
manzanas exentas de lombrices
y estelas coloridas.
318-omu G.S. (bcn. 2015)