Como permitir que prime tan solo el espíritu cuando también somos y necesitamos de cuerpo, por lo menos – más allá, lo desconozco- durante esta vida terrenal. Sé de personas que se esconden tras las energías y los ángeles para no afrontar las duras realidades de esta vida; seres que se esconden tras una fe prometedora, pero que sus acciones les terminan por delatar como falsos e hipócritas. Sé, acerca de la fragilidad simulada y sobre la vagancia que, por parecer fácil, algunos escogen; también conozco aquellos miedos que algunos acogen, permanentemente, hasta devenir enfermos.
Esta vida contiene cielo y contiene tierra, el pan y la luz se entremezclan en busca de lograr un círculo perfecto. Para caminar firmes, adheridos a la estabilidad, debiéramos afirmarnos íntegros, sujetando, en todo momento, a la honestidad como prisma. Que forma más ruin tienen algunos de sacudirse las pulgas señalando hacia otra persona, así desentendidos del trabajo que tienen por hacer con ellos mismos, siempre acusando a otro de sus males y dificultades en la vida. Mochila llevamos todos, esto es evidente, dado que las vivencias e interrelaciones nos suponen acumular emociones e información que, para andar livianos, tendríamos que procesar, y desechar o guardar según conviniera para nuestros propósitos y camino.
Volviendo al inicio de mi disertación… Qué buenísimo es tener y necesitar de cuerpos, y qué magnífico es creer y sentir que compartimos con ángeles ¡vivamos llenos de credulidad!… Lo que no podemos permitirnos, bajo ningún concepto, es abstraernos de cualquiera de las partes que conforman nuestro mundo.