Proclama adictiva

proclama adictiva

Abandonadas:
La decencia que somete adosada a culturas antiguas
y la vergüenza, opresiva y absurda,
que siendo velatorio
describe entierro y define difuntos.

Ya destronados los pudores que hieden a rancio,
suenan expresiones frescas
que terminan con encierros y marginación.
(Queda bien resaltado
que el sexo también invierte grafismos
para que luzca excelso mi estandarte,
cuando completo mi existencia humana
acertando de pleno
la significación de lascivia).

Lo consigo.
Dejo de intuirte e imaginarte
—aunque todos estos pasajes, reconozco,
resultaron placenteros—.
Converso dando un paso al frente,
adelanto al deseo y traspaso los límites
que marcaste para otros.
Toco tu prenda y afirmo finura…
asiento ante tanta delicadeza.
Indago y descubro
la paz que albergas y tu lado salvaje.
Insisto e insisto
hasta ser poseedor y guardián
de tu verdad más preciada:
Tus adentros hechiceros me liberan,
de dudas, incógnitas y pesos.

Quiero conocer y pegarme
a la humedad contagiosa,
a cada una de las gotas musicales que, cercanas,
reconocen el origen y los conciertos
que otorgan placer y placer
extendiendo la vida.

Porqué será…
que la existencia nos consiente.
Nos tiene permitido
inventar planetas que leviten,
eclosionen incesantes y viajen tan redondos
como orgasmo siguiendo orgasmos.

No desperdicio ninguno de los granos de arena;
fusiono alas con cuerpo
y marcho decidido por tal vereda
¡Hoy de mujeres!.

318-omu G.S. (bcn.2015)

Perfume vital (R)

«embassament de Cavallers (Lleida)»

«embassament de Cavallers (Lleida)»

Plácidamente complacido,
recostado a tu vera apaciguo mis entrañas.
Recojo a tu lado y con ganas, la lumbre
y prendado me rindo
ante la mucha bondad y belleza que tiene esta vida.
Retozo, impregnado por tantas caricias
volcadas por tu pulmón, vital y fresado;
y es que sirve de barandilla y de senda
tu aletear fantástico,
ceñido, simplemente, al ser de mariposa.

A tu lado sopeso el vigor del incesante tránsito,
el peso de la luz y el valor de la oscuridad.
Observo minerales y fósiles
y despertares y entierros.
Sumergido en los reflejos cabidos
en pozos y lagos musicales,
tuerzo por laberintos e indago la salida
pasando por complicadas grutas
y estando dentro de angostas cuevas.

Gira y gira mi mente, el pensar es oculista
que combina los números, símbolos y letras,
con las vueltas artísticas de preciadas vetas.
Admiro el descaro de la vida, sus encantos,
las mágicas y hechizantes formas
que anidan en la combinativa existencia.

Hueles a prado,
a oso y panal,
a baya y miel,
a musgo húmedo
y a bosque de aire.
Eres un soplo,
quitas ahogos,
contigo aprendo
tiento y respiro;
gracia posees.

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De un par, juego y risas

Tan cerca como nuestras rodillas tocándose por debajo de la mesa.
Antes, tu falda, de ajustado talle y corte corto, me permitió, durante el paseo hasta este restaurante, contemplar el estilismo de tus medias negras, éstas, en sendos laterales, salpicadas por unas verticales y divertidas cenefas con grafismos frutales, en las cuales se combinaban fresas, llamativas por su rojo intenso, sonrosadas y apetecibles cerezas, y unos cuantos corazones dentro de los que habitaba un trazo cóncavo describiendo la más saludable de las emociones.
Durante el trayecto también pude disfrutar de la elegancia de tus pasos medidos, diría que encubrían el tecnicismo que suele rondar las pasarelas, el cual precisa de unas piernas como las tuyas para lucir zapatos y trapitos; piernas que, por largas y bien cuidadas, le demandaban a cualquier boca y cabeza masculina, la sorpresa agradable que resuena con palabras concluyentes entre signos de exclamación y el consiguiente giro para repetir mirada que, reafirmando el gozo sensitivo y visual, servía como doble y claro acento gestual delatando admiración.

***
Tan cerca; como a salto de un pellizco o el robo de un beso. Al punto de poder asaltarnos las manos y de oler, si lo hubiera, la necesidad de cariño y el hambre de sexo. Cada uno aposentado en su respectiva silla, pero en comunión, saboreando de una misma copa el líquido frutal dado por las vides al cual el roble y el tiempo contribuyeron a hacer exquisito.
Escuchábamos el trajín de cubiertos y platos. La mesa en que nos encontrábamos, medio escondida tras un biombo y situada cerca de la cocina, con dos velas de extremado grosor y buena altura describían a la perfección la sensual complicidad. Dos velas remarcando ese centro de redondez que ofrecía amparo a nuestra cena. Dos velas, hipnóticas, decorando el rincón igual que alimentando la velada; su luz, tenue, confería a nuestro encuentro un toque de particular invisibilidad a la vez que nos regalaba un continuo de guiños anaranjados y amarillos, cuales, como voz, proclamaban que el romanticismo y la seducción eran los reyes absolutos de este presente de ocio y de juego.

***
Aunque el local se encontraba repleto, tú y yo manteníamos la propuesta morbosa y antes ya confesada. Albergábamos esas pequeñas notas de exhibicionismo que se intuye en cualquiera y mayormente se esconde. Queríamos delinquir inocentemente y exponernos a ser cazados. Queríamos posicionar donde se debería a la vergüenza. Queríamos sentirnos como aquellos jinetes del lejano oeste que cabalgaban siendo forajidos sin temer ser delatados, descubiertos o apresados. Queríamos repartir intimidad para que ésta extraviara la definición que le corresponde y quizás supieran otros al respecto de cuántas delicias se disponen dentro del placer que nos dispensamos.
Giraste tu cara permitiéndome observar tu perfil derecho. Tu rostro, lo contemplase desde donde lo contemplase, sostenía los rasgos proporcionados con los que describiría numéricamente a la belleza; deslizaste las tirillas de tu blusa sedosa mirándome de reojo, dejaste a ésta que se descorriera hacia abajo, sensualmente, cayendo desde tus hombros, sonreíste para mí, no vestías sujetador. Me mostraste una de las no pocas obras artísticas que resguardabas. Supiste ser diva y modelo. Supiste complacerme. Pude deleitarme con la majestuosidad de tus senos duramente erguidos y descubrir cuánta era la excitación que se daba cita en ambos pezones al arquearse ligeramente ellos ante la tensión libidinosa.
Repasaste tus labios con la puntita de la lengua al tiempo que acudía espontáneamente a la cita una mirada que penetraba traviesa y siendo un brindis por la lascivia. Aunque calladamente gimieras, te oí, sé que dichas vocales perduraban en el ambiente, eran todas sólo para mí. Bien sabías que mi mente revoloteaba excitada y mi sangre hervía casi al punto de conseguir que saltase la tapa, hervía al codiciarte. Tus curvas, de cintura para arriba, provocadoras, apetecibles, insinuantes. Tus volúmenes, tentadores, atrayentes e incitantes.
Garantizo que tuve que refrenar repetidamente mis manos, volviéndome ciego, y soliviantar el ardor de mis pensamientos, evadiéndome por momentos hasta la edad de la glaciación, para impedir que mi animal se avalanzase a disfrutar del manjar que se le presentaba, que cometiese el mejor de entre todos los actos benditos… Esto era lo pactado para el día de hoy como divertimento. Guardó, para más tarde, su hambruna de placer y conquista, mi pieza invasora. La llave onomatopéyica quedó metida dentro de su bolsillo particular… a la espera de humedecer y abrir la suerte de una cama insomne que reclamase abejas polinizando fantasías y liberando sueños.

Apuntes de amor XXIII

Parc nacional d'Aigüestortes (Lleida)

« Parc nacional d’Aigüestortes (Lleida) »

Relato, cuento o poema,
trazas dentro de mí siendo inspiración.
De esta evidencia magnífica
¡chistera habladora!.
Cuerpo compensado.
Comodín, serpentino,
liebre o paloma.
Esperanza y humor
devastando el desgaste.
Pasos incansables.
Tactos descifrados.
Nado reversible
y plácido vuelo,
pero, sobre todo… punto álgido;
un corazón sensitivo
que adosado a las respuestas
venera la transformación.

Eres llave maestra capaz de situar
un gran sol en el centro del hogar,
y acertar un par de pies sobre la senda.
Eludes cualquier afirmación
que contenga sones vetustos.
Mides los vacíos a la perfección,
y lo mejor sucede a resultas de que…
sabes llenarlos.

Expones la cara oculta valedora,
frenando los automatismos
que confirman como irremediable
el cansancio y la vejez.
Alisas y prolongas mi mañana
hasta demostrar
que la vitalidad y el esplendor
no tienen precio.

318-omu G.S. (bcn. 2015)

Porque… (apuntes de amor XXII)


«Quedando claro que… convienes como lazo y reniegas de apretarme siendo nudo.»

Porque puedes ¡porque quieres! ¡porque amas!. Porque sabes usar los remos y dispones de velas y porque como grumete posees buena vista y destripaste al vértigo, ya que perdiste el terror a la intemperie y nunca le tuviste miedo a las alturas. Porque eres capaz de prever el temporal y medir y soportar el peso de la tormenta ante la posibilidad ineludible de naufragio.
Porque sabes aliviar hasta que sanen los pasos que dolieron, y porque sabes preparar los próximos de tal manera… que mejoras las huellas que, viniendo, aquí quedarán siendo cicatriz preciada, dando sustento.
Porque puedes soplar y soplar hasta extinguir cualquier amanecer o cualquier ocaso que se mostrase estéril, demoledor, desvergonzado e ingrato. Cualquier secuencia del día que, optando por las entrañas indecorosas, para seducirme se disfrazará con razones que simularán ser vitales, así quedando desbancadas mis ilusiones y quebrada completamente toda mi esperanza.
Porque aciertas a brindar por la locura virginal que marcha a contracorriente, esa que ensalza las pocas piezas y los elementos cuales, de veras, tienen cariz de irrenunciables y resultan imprescindibles. Porque tu sinceridad salta verjas y trabas descubriendo las trampas y aquellos motivos que, torciendo la paz, sólo portan dolor y disgusto; miseria, confusión y derrota… Por la sonrisa que me regalas al acostarme y al despertar.
Por atraerme, como imán, hasta el gozo liviano y desencadenándome de la somnolencia laberíntica de carácter espartano, liberarme de la pesadez concluyente que anula movimientos y cancela ideas capaces de impulsar de mejor manera este mundo.
Es por ello y tanto más, que tengo a bien aceptar… que seas la hechicera que le brinde poética a cada uno de mis soles, la protectora de mi pasión y la guardiana que vigila mi descanso durante todas las noches.

-apuntes de amor XXII-

(…) Interiores

(...) interioresRecorro tu cuerpo con la mirada y percibo en el alto y ancho y en lo hondo de tus formas, la consistencia, el contenido y el aroma que sabrá saciarme.
Existe un lecho aun por vestir con nuestros cuerpos, quiero creer que no sucederá el olvido que termina por verter un «pudo de ser» que conversa con el fracaso y el abandono.
Hay un lugar donde se reúnen a tomar el té un coro que sirve conciertos surtido de corazones; te cito para que acudas a él; despierta, natural y sonriente; como la joya que eres. Ven, no cuestiones el peligro, no lo dudes ¡ven! pero no te olvides… completamente desnuda.

Causa tras caso y caso por hechos, caso las emociones con mis sueños; abandono razones que deriven hasta un laberinto y asedio el albor de un nuevo, nuevo, del Día.
Sé, que aun sin conocernos nos esperamos. Sepas que hace tiempo que dejé las puertas abiertas, de par en par, y en cada uno de los ventanales, de inmaculada y robusta madera, pirograbé tu nombre (Vid-A).
Cierro los ojos. Siento. Oigo resonar un tambor; señal tribal; bailo y bailo por él, no admito que quepa el renuncie, ni del amor que sostengo ni de aquel que espero, danzo para aligerarme de años, invitándoles a que me den la espalda.
Té sé (¿seré adivino?)… concluyente, definitiva; alejada de los puntos finales y los puntos y aparte. Alimento que no admite el rechazo bajo ningún concepto, más allá de una orden impuesta, estricta o cambiante, te sé alimento que debo probar para recrearme con la piel; disfrutarla, pero reconociendo que hay una extensión más sabrosa aún, que los placeres humanos vertidos con y por carne.

Cruzar de puertas

Ella, sola, cerca de una barra, la situada en el linde de la pista de baile; imaginando como sería compartir su fiesta de hoy con un hombre que tuviera las justas proporciones para completarla. Ella, con el corazón voceando «quiero compañía», pero falta de atrevimiento; distante, cobarde y callada.
Él, solo, enardecido, con fuego en los ojos, acogiendo sensaciones y renegando de pulsaciones que equivalieran a carga. Él, disfrutando de la psicodelia generada por un combinado explosivo de sustancias; barajando ensoñaciones que le proporcionaban un seguido de realidades combinativas y alternas. Él, recopilando sensaciones que creía perdidas, jugando a preguntarse cuántos pedazos tenía que reunir para completar su identidad y saber quién era, en qué lugar se encontraba y hasta cuál era su siglo.
Ella y él, coincidieron al hacer un giro sus cabezas, un giro casual y simultáneo que provocó se abrazaran y besasen sus miradas. Ellos, a partir de ese momento, cómplices urdiendo planes de futuro, interlocutores que se insinuaban absteniéndose de palabras.
Ella (Elena), de pie, sorbiendo un trago del combinado que, siéndole servido en un vaso largo y de tubo, aparecía sobrio, se diría que desamparado, al carecer de azucar colorido decorándolo y sin ser alegrado por algún pedacito de fruta. Ella sintió una presencia a sus espaldas y, disimuladamente, dejando el vaso sobre una de las muchas mesas, elevadas, pequeñas y redondas, cuales estaban repartidas por todo el local, aprovechó para mirar y cerciorarse, si su intuición le mentía o era adivina porque acertaba.
Elena pudo comprobar que, a un par de metros, Él (Oliver), reseguía sus curvas estirando levemente su cuello, leía tan absorto la figura de Elena que no pudo percatarse del guiño que ella le lanzó para indicarle que tanta distancia sobraba y que ya era hora de añadir el tacto y sus voces, al orquestar de los ojos que solicitaban ya, desde minutos antes, los sabores húmedos concedidos por la proximidad.
Por fin, Oliver, elevo lo que era fantasía hasta el proposito y la acción, dio dos pasos al frente y puso sus labios a tocar la oreja derecha de Elena, así susurrándole con tono grave y cálido «doncella mía. Paisaje deseado. Tú, que como pasaje presente estoy seguro de que serás gustoso futuro… ¿Tienes colchón y diván para mi corazón, instrucción procaz para mi espíritu y vaina atenta dónde goce mi carne desentendida de la punta y filo y mal de toda espada?».
Elena, ante tal pregunta, cayó en la propia cuenta de su necesidad, posó, delicadamente, una de sus manos sobre la nuca de Oliver y le contesto «Ofrecerme tus primeras palabras y ya pedirme que te responda como trapecista; vienes fuerte y advierto que nada te falta, siento que posees; aire, agua, tierra y fuego… Me incitas a comprobar si eres mi premio y mi santo grial, ese elemento añadido capaz de satisfacer a mi piel y cubrir los vacíos inhóspitos que tengo cuándo sueño. Quiero reconocerte para saber si dispones de la magia suficiente como para restaurar mis entrañas y recuperar la savia que extravié durante el camino. No sé si tengo lo que me pides, pero, si estoy segura de que me atrevo contigo».
En esta hora el silencio es tan grato, irresistible y comunicativo que vence a los muchos decibelios. Un lazo abierto advierte que la caja portaba un regalo. Y un duende se despierta para abrir el día y pronunciar el cierre de la noche.

Per vestit com home / Por vestido como hombre

marismas (dibuix)

T’estimo
amb cos d’home
i seny de boig;
posant damunt del taulell
un cor obert
capaç de perdonar
l’imperdonable.

T’estimo.
Saber-te univers,
bosc, fada i lliçó.
Conqueridora pacífica
oblidada de corones,
vestimentes luxoses,
titelles i castells.
Alquimista
que torna ploma el plom
i arrebossa el ferro,
que converteix en cant els xiscles
i unta de mel tot est món
que rodola agre i amarg
escopint i afinant pors.

Estimar les teves deus «per sempre»,
incloent les herbes enredades
que sostens sent dona volguda,
ésser imperfecte.
I aquest «per sempre»
acomodat
damunt del gest canviant d’una papallona;
dins del ball de l’infinit
demanant més i més prorrogues.

318-omu G.S. (bcn. 2015)
____________

(castellano)

Te amo
con cuerpo de hombre
y cordura de loco;
poniendo sobre el mostrador
un corazón abierto
capaz de perdonar
lo imperdonable.

Te amo.
Saberte universo,
bosque, hada y lección.
Conquistadora pacífica
olvidada de coronas,
vestimentas lujosas,
títeres y castillos.
Alquimista
que vuelve pluma el plomo
y enluce el hierro,
que convierte en canto los chillidos
y unta de miel todo este mundo
que rueda agrio y amargo
escupiendo y afinando miedos.

Amar tus manantiales «por siempre»,
incluyendo las hierbas enredadas
que sostienes siendo mujer querida
y ser imperfecto.
Y este «por siempre
acomodado
sobre el gesto cambiante de una mariposa;
dentro del baile del infinito
pidiendo más y más prorrogas.

318-omu G.S. (bcn. 2015)

Apuntes de amor (XXI)

APUNTES DE AMOR (XXI)Que bueno que es
pasarme la noche a tu lado
ya deshojados los pétalos de una y cien margaritas.
Mostrarnos indisciplinados.
Sorber nuestro ron
y encontrar que éste sabe
a gloria
a cava
y a tequila.

Tan bueno es, como para cuando no estás…
gozar la ausencia
de significados y nombres,
de circunstancias y lugar
para recordar tu voz repitiendo una vocal,
y tu cuerpo sonriente y mojado.

Que bueno que es el tiempo
en que, como cromos sobre un álbum,
repasamos la suerte de estar pegados
dándole la espalda a las bambalinas.
Padeciendo de un encantamiento.
Fieles al privilegio
de buscar juntos la salvación.

318-omu G.S. (bcn. 2015)

Por detrás

reflex filtratSé acerca del tesoro
que guardas bajo llave y contraseña.
Acerca de aquel sentir
que saluda a mis apetencias
desposado con el origen,
bañándome con olores;
placenteros y nativos.

***
Acalorada.
Apetitosa hasta repetir.
Escasa de ropa… pinzas la colada
leyendo el balanceo
de las cuerdas del tendedero.
Tu espalda decide dialogar conmigo
mientras tus caderas y cintura
se sientan -para quedarse- sobre mis ojos.

La luz labra camino; inunda
escogiendo tu piel como cobijo.
Tal brillo dispuesto en ésta
-piel versada en dar calor-
que sopla y sopla burbujas
avivando mi imaginación.

Resulta imposible
recuperar la libertad de mi mirada;
goza atrapada,
goza refugiada en tus curvas
y sin escape posible.
Intuyo la sima
y propiamente exclama
« soy, para los hombres ¡divinidad! »

A contraluz
queda resaltada tu silueta,
ella susurra, provocativa,
y la sensualidad que cabe en tu dorso
cita al onirismo para que converse con la realidad.

Aproximándome… la luz es maestra
delimitando con exactitud
donde se encuentra el circuito correcto
que mis dedos deben recorrer.

Escasa de ropa.
Brotes de vida contemplo
ante este apunte exuberante y sexual.
Con el respiro agitado,
te beso la espalda y deletreo las nalgas,
acaricio tus hombros con lentitud
y mi lengua recorre tu cuello
sin querer tocarte,
respiro en tu oído y descuento léxico.
Compruebo que existe un fuego incandescente
capaz de acercarme a conversar
-a un mismo tiempo-
con la tentación y la espiritualidad…

tú dispones de él.

318-omu G.S. (bcn. 2015)