Vierte el jugo de tu fruto,
desde el vientre de tu alma.
Llegue llenando mi boca,
porque es mucha, que no poca,
la virtud cual me desarma,
que tuya, roza, me toca,
y ensancha todo lo enjuto.
Ni le cabe salvedad
al ser virgen su obviedad;
la señal y el rastro astuto.
Vienes con cinco corceles
-no son pocos, que son muchos-
Posas placer y devienes
redimido de aranceles,
y con precisos y duchos
sentires tú te entretienes.
Eres vasto y suficiente,
pues nos dotas de presente;
sin dudarlo nos sostienes
con soplo cual siempre escucho.
318-omu G.S. (Bcn-2011)
Simplemente… ¡bello!.
Saludos.
Me gustaMe gusta
Bueno que pudieses percibirlo así, amigo. Gracias.
Creo que si al observar nuestro entorno conseguimos percibir y empaparnos de belleza, esto sería la equivalencia a la mejor de las medicinas.
Un abrazo.
Me gustaMe gusta