Traspasé los hitos que delimitan los dominios donde mandan los gases y los líquidos, para convertirme en un compuesto adherido a una masa consistente y homogénea; para llegar a saber lo que se siente, al utilizar tendones y músculos, para así poder fraccionar mis gestos y movimientos al contarlos con un tiempo concreto. Para articularme limitadamente y desplazarme de otra manera que no fuera levitando incorpóreamente, sostenido por la ingravidez, o sinuosamente deslizarme entre un millar de virtuales y, aquí, fantasiosos acueductos.
Para también disponer de un cerebro que razonase así dotándome: De pensamientos y elucubraciones. De dudas que suelen atrapar en su deambular algunos miedos y otros tantos aciertos. De analíticas propuestas que todo lo desglosan, y ensalzan o crucifican, mediando los circunstanciales, a una existencia. E ingeniosas ideas que solventan cuando inventan nuevos diseños para la arquitectura.
Cruce infinidad de fronteras invisibles para afianzarme o crujir sobre unos huesos que definieran nuevas perspectivas, que supieran mantenerme erguido y dispuesto para nuevas andaduras que esperan a mis ansias descubridoras. Rebase las fronteras que delimitan la vida, porque preciso sentirme alumno que, incansable, sigue y prosigue aprendiendo.
Soy un ser que cabalga entre el tacto sólido y el soplo etéreo. Ser, hecho de porciones, de pellizcos que viajan como aire próximo a otros nacimientos; ser en busca de climatologías y nuevas estaciones.
Soy un ser que flotó y flotará siendo polvo de estrella. Que salpica esta u otras galaxias, añadiendo luminosa u oscura energía, según corresponda y dicte la madre naturaleza.
318-omu G.S. (Bcn-2014)