Aprendí cayendo en las fauces
del lado opuesto,
donde se gestan suculentas y perniciosas dádivas
y son pronunciados con honra terribles pecados.
Aprendí a base de tropezones y heridas,
de cuestionarme respuestas
y de naufragar y perderme
dentro de un mar repleto de dudas.
Como hombre bien sé
-y hasta comprendo-
lo mucho que me queda por aprender,
la tanta tinta que cabe dentro del tintero.
Sé que aquí, mi carne, dispone de un tránsito corto,
que siempre me faltará tiempo.
318-omu G.S. (Bcn. 2014)
-acentos activos-