Mi libertad es atlética;
salta y brinca y sobrepasa
ambientes irrespirables
y condiciones externas.
Adiestra aquellos sufrires;
el dolor incomprensible
que vuelca sólo penurias.
Ella no entiende de yugos,
maniata las dictaduras
que siendo imposición se alzan
tras motivos perentorios
y legiones de tragedia.
¡Libertad!
que atenta con mi presente
no eres un ave de paso
ni tan siquiera dependes
de razón que denotase
la locura de intereses
o las dudas que devienen
al citarse ambivalencias.
No permites te aprisionen
las pasiones viscerales
cuales presas del instinto
son impulso animalesco
que acarrea pesadez
y doblega nado y vuelo.
Tu transitas, libertad,
arropada y existiendo
por la gracia espiritual
de permutas esenciales
que perduran como joyas
más allá de hombres y tiempo.
Presumo de conocerte.
Te veo cuando contemplo
a los árboles mecerse,
vitales y melodiosos,
al son del aire y el agua
danzar y ser instrumento.
También consigo saber de ti
al escuchar y cuando converso
con la quietud dejada de espacios
y el silencio, profundo y sereno,
que albergando la solemnidad
estrecha la virtud versátil
de las imágenes que discurren;
como carros; portando el fuego.
Mi libertad es elástica;
resuena, moja y me lava;
siendo una ola se eleva,
es ola y visión que calma.
Espuma que nace y perdura
ya sea mojando la orilla
o encrespada y valiente,
ofreciéndose blanca y desnuda
como alimento impagable,
al cielo con sus invisibles
y a la tierra con sus sangres.
Y hasta a los huesos que buscan
igual que hacen las serpientes,
darle mejora al atuendo,
renovar la vieja muda
cambiando su lujo de pieles.
318-omu G.S. (bcn. 2015)