Suerte de ciclos

La nieve helada se derretía, mostrándose desnuda la magnitud de las cumbres. Así tú, prescindiendo de ropajes e interpretaciones que solaparan cualquier respiro vital, delatabas el fulgor y abrigo de una primavera donde predomina el vuelo y la polinización.
Y yo, ante la verdad tuya (representación perfecta de los frutos de esa estación), abandono el crujir solitario de la escarcha, tanto durante mis noches como durante mis mañanas; a la vez que le presento al universo el árbol mío, resaltando la fortaleza de la raíz y el mucho verde que cabe dentro del amor.
La nieve ya perdió su voz; tendrá que confiar en otro invierno para volver a hablar siendo hielo.
porque Jana.

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