Los cuerpos aparecen y desaparecen como fantasmas:
Alientan sorpresas mientras modifican sus formas.
Sujetos a normas, incomprensibles y cósmicas,
padecen tendencias etéreas
(las mismas que un rayo o los truenos
durante su celeste y ornamental viaje).
¿Podemos leer la esencia vital de un sujeto
sólo observando su imagen?
¡Ay! Mi cuerpo:
Margen superficial.
Recipiente del cual no depende mi tesoro.
¡Ay, mi cuerpo!
No resistes las olas del tiempo;
pierdes vigor ante sus embates.
Mi cuerpo es una fruta surgida
mediando el beneplácito del árbol;
árbol erguido,
árbol amplio
¡el de la Vida!
Como fruto; mi cuerpo:
Antes verde y después maduro.
Acogido, con agrado,
por esta tierra,
donde la sal y el azúcar
y la rosa y la espina
se hacen uno.
Mi cuerpo se reafirma con pasos
y repartirá ausencia.
¡Ay! Los cuerpos;
placer y dolor de todas las especies.
Carromato del espíritu
sentenciado a la caducidad.
Los cuerpos resucitan fantasmas
(marchan con una voz pero vuelven con otra).
Resultan condecoración planetaria.
Dan miedo y son divertidos.
Pasean cruzando las puertas.
Pasean… Desde el capullo a la oruga
y desde ésta hasta el vuelo
perecedero de su día.
Pasean… Desde el huevo hasta el cielo
y desde el cielo hasta el nido
trenzado por un destino
rebosante de fantasía.
Mi cuerpo expresa con diligencia
bajo la cuenta de horas.
Ulula sobre las tierras desconocidas
y guarda cordura
cuando las sabe habitadas.
318-omu G.S. (bcn. 2018)