La brisa sopla semillas
y las coloca sobre un tiempo imprevisible
y un lugar impredecible…
Esto, para nosotros: Juguetes a merced de multitud de agentes.
Piezas completando el puzle.
Nosotros; los que recorremos
amplias rectas y tremendas sinuosidades.
Los que descorremos…
No el telón, pero, sí, las hojas.
La brisa puede convertirse en viento harto corpulento,
que golpea y retuerce
y que arrastra y sitúa y que vence.
¡La brisa posee un ser que va y viene!
Marcha y retorna; decide sin antojos.
Para regocijarse, alterna virtudes
dentro de aquel propio pronto satisfactorio
que la purifica en la calma.
¿Cómo negarle toda verdad al oráculo?
¡Oráculo!
Péndulo incierto
ilegible antes de nuestros ahoras.
¡Oráculo!
Umbral de lectura
donde se rizan las olas.
Donde se gestan las odas
que al ser cantadas
igual revitalizan como degollan.
¡Oráculo!
Serás y fuiste caminante.
Brisa posada sobre la mar.
Proteges todas las suertes,
por ello eres polifonía.
318-omu G.S. (bcn. 2018)