Girar una esquina y percibir que la primavera se engrandece porque coincidí contigo. Tras anochecer, incluso con el sol alzado, agradezco que cada amanecer perdure sin tiempo al disponer de la gracilidad de tu rocío. ¿Dónde quedaron las lágrimas?. Sueño de pétalos que caminan prestos a llamarse flor (amor), allí donde hubo zarzas dando sangre inservible y dolor agudo. Te asemejas a algo parecido a lo que busqué (mejor omito que rozas la exactitud). Desde la hora del encuentro, corremos las calles y avanzamos aparejados, sobre el reloj, siendo algo más que un soplo solitario que anhela otras bocas en que beber y otros respiros donde anidar (hasta nos sobra el ansia inexplicable de lugares). Nuestras pocas gotas resuenan como un diluvio musical; orquestamos risas, difundimos juegos y hasta rayamos cordura (que alegría da el ser dos bobos que, incansables, contra viento y marea nunca se dejan de amar) .
Sobran los juicios ante tal oportunidad. La clave está en desestimar el ajedrez inoportuno e interminable, al saber que la salud no deviene como fruto de las mentes; si depende del alma que sobreviene superando cualquier cuenta terrenal.