EL BASTON-2

 
Ding….dong, sonaron las acusticas campanillas del que luego vi como antiguo timbre.
-hola Diego_dijo Sebastian, el cual vestia un elegante traje teñido con blanco roto. Cruce el
umbral de su puerta…..
-Sebastian, me alegro de estar aqui con ud., es un placer_oi ruido en la cocina, ruido de
cacharros y de aceite friendo
-he convencido a Maria para que nos acompañara en la velada. Pasa por aqui que te la
presento_me indico con un gesto el camino. Observe que no usaba su baston. Andaba encorvado, lento, pero sin su baston.
-Maria…este es Diego, el muchacho del que te hable_me miro ella fijamente a los ojos,
como intentando descifrar algo escondido y misterioso, rebuscando en mi interior, me complacio su mirada.
    Sus ojos eran como dos enormes platos, penetrantes, de un verde oliva maravilloso, me
quede prendado de ella en esa mirada.
-hola Diego_se acerco algo nerviosa, medio trastallideandose hasta el punto de tenerla que
sujetar con mis brazos_lo siento
-nada que sentir, es un placer_la bese sin querer mojar sus mejillas, lanzando dos besos al
aire
-y ¿que tenemos para cenar?_le pregunto Sebastian_¿has preparado las empanadas que
tan buenas me saben?
-no papa, compre calamares esta mañana en el mercado, en la parada de Carlota, los he
hecho rellenos como te gustan, con su carne, su huevo, sus pimientitos….¿que te parece?
-espero que te gusten los calamares Diego. Le salen tambien riquisimos.
        Cruzaron miradas de complicidad, mientras yo no sabia a cual de los dos mirar. Olia
muy bien aquella cocina, a laurel, a vino consumido, hasta a canela diria.
-papa, pon la mesa por favor. Del segundo cajon saca el mantel azul y rosa; y la tabla para
poner la cazuela.
-¿me ayudas Diego?
-por supuesto_nos dirijimos hacia el comedor por un pasillo ancho. Dos lamparillas hechas
con tubos de cristal tallado alumbraban con amarillo anaranjado, sombreaban el techo, abriendo las puertas de la imaginacion de cualquiera que pasara por el. Cogio del cajon que le señalo Maria el mantel.
-has visto que buen gusto tiene mi hija. Este mantel era el preferido por ella y por su
madre, la que me regalo lo mejor que tengo, a mis hijos.
       Solo girarme hacia uno de los rincones de la estancia vi el retrato de una mujer de
unos setenta años, de cabello negro azabache, dulce sonrisa y redondo rostro. Se dio cuenta del detalle y apunto….
-has visto, la vida me regalo a la mas bella de las mujeres. Aunque he de decirte que lo
mas hermoso no se encontraba en su rostro.
-no se veia, pero se lo daba a ud. y a los suyos seguro
-un corazon mas grande que todo este planeta_separo el taburete que le impedia
acercarse mas hasta el retrato y le lanzo a aquella que siempre sentiria como su mujer, le lanzo un sonoro beso.
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La mesa estaba llena de colorido. Maria adorno con velas de colores, azules, verdes, blancas, amarillas y rojas, un enorme cuenco ovalado a medio llenar de agua. Lo situo en el centro de la mesa. En las esquinas de la cual puso tambien, dos hermosas piñas que entre sus juntas sostenian petalos de rosas ya secos. El buen gusto femenino predominaba por todos los rincones de la casa. Sabiamente, con conocimiento de causa, tenia la
sensacion de que Sebastian dejaba hacer a sus hijas. Sebastian me estaba presentando a uno de sus tesoros mas preciados. Me ofrecia casi regalando a su hija Maria.
     Una vez mas, me enseñaba un camino sin temores, brindaba de nuevo por la
transparencia de la vida, brindaba conmigo.
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   trikolors  ULLS DOS-

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