Desde la tala al degüello

el leñador (van gogh)

 

» Hay hombres maravillosamente simples, que se acercaron al origen de la vida y obtuvieron respuestas.»

 

 

Mi buen amigo José huele a pinos, alcornoques, abetos y encinas, huele a tomillo, salvia y romero, su oficio fue siempre el de leñador.

Conoce con bastante exactitud la edad de los árboles sólo con verlos. También hasta se atreve a prever la hora en que se fracturará la humedad del ambiente y caerá siendo lluvia.

A mi amigo José, le encanta dormirse sobre la hierba mientras le acaricia una brisa empapada de naturaleza, y le acuna una nana sinfónica; el trinar de los pájaros.

Él posee un cuerpo rotundamente robusto y proporcionado. Su sentir llega a ser tan delicado como la suave voz de un arrollo que transportando muy grata música, casi parece que esté callado.

José suele renegar cuando se reúne con nosotros en sus ratos libres, refunfuña acerca de la crisis, con una pequeña disertación que día tras día repite.

 

« Menos árboles tendrían mis herramientas y brazos que talar… ¡menos árboles!, pero eso sí, alguna que otra cabeza sería saludable que cortaran.

Poco sé de historia, pero desde lo poco que sé, puedo recordar que mucho de bueno nació a razón de la revolución francesa; una nueva propuesta de igualdad y libertad.

… alguna cabeza tendría que ser cortada y rodar.

Vale poco el filo de un hacha sino supiéramos para que se debe usar.

Poco acierta una sierra si quedaran los barrotes del presidio pendientes de serrar.»

 

Menudas resultan estas sentencias, cuando suenan sujetas a la voz ronca y potente de José, que se muestra enormemente perspicaz y ligera, tras tomarse unas cuantas cervezas, en la bodeguilla de la Tomasa y el Miguel.

Su exposición impacta al ser incomprendida, al caber en oídos de desconocidos que abordan casualmente el pueblo. Su propuesta tiene tanto juicio, es tan certera que, hasta calla para oírle el mismo silencio.

 

Suerte que yo de sobras conozco su fondo, y para nada me alarma la sangre que brota desde su verborrea.

Suerte tengo de haber descorrido junto a él la infancia, para así saber, que el infortunio jamás le sirvió de pretexto para abastecer con sus actos al mal, y que el diablo se saliese con la suya.

… es sintomático que se balancee sobre su pecho, un símbolo de fe que abrazó los años setenta y que no conoce el significado de obsolescencia.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)hacha

 

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