He visto a Dios desnudo por las calles, el cual adoptando mil formas distintas y pretendiendo ser próximo se acercaba con la intención de contar.
He contemplado a una virgen complacida, renegando de tabús y prohibiciones; restando el hambre de su cuerpo con tremendas dosis de sexo.
He sentido la intimidación; el frío de un cuchillo en la garganta, y sobre mi sien, la boca del cañón de un revolver asido a su yo mudo -suerte que su gatillo optó por no hacerlo hablar-
He intentado leer el árbol de la vida repasando las hojas que, escritas por todas las estaciones y repartidas por el otoño, alfombraban la tierra cayendo casi vencidas -el ciclo de la vida también se presta a la decoración-
He constatado que tiene manos y boca la tentación cuando secuestra o seduce los actos y la voz de los hombres. He observado como los hombres decidimos y cedemos a la tentación eludiendo el hacer responsable -el hombre, por defecto, se queja y reniega; señala y tiende a buscar la culpa siempre fuera de él. En tanta medida elegimos que diría disponemos de gran libertad-
He percibido que puede caber una honda soledad aun estando en compañía -tal suele ser la más inhóspita- Y he comprobado que es posible encontrar a los demás; siendo un ermitaño; ante el rumor docto y sereno de aquella soledad introvertida y profunda.
He visto a Dios que, cordial, dialogaba con el demonio -parecían hasta amigos- y a una virgen disfrutando repleta de lujuria, renegando de halagos santos y de cualquier tipo de pudor -no siempre es imprescindible tener himen para ser una virgen y es preciso la duda para poder encontrar a nuestro Dios-
Cuestiono un montón de referencias si atisbaran alguna pizca de estrechez en su propuesta -No me guío por dictaduras. Son presidio las fronteras-
Reconozco el valor de cada fuente, la maestría implícita en cada instante. Cada segundo que pasa sostiene esa elocuencia que nos otorga enseñanza y como añadido claridad.
Soy capaz de contemplar como los dogmas, tarde o temprano, padecen la obsolescencia; al asomar decrépitos vagarán moribundos
-si pretendemos agarrar nuestro existir sólo a un respiro… posiblemente nos ahogaremos-
318-omu G.S. (bcn. 2014)