Cada decepción me sabe a muerte
— o será qué quizás padezco de locura con delirios —
pero existe un hoy en el que resucito y, sintiéndome más fuerte,
soy pasajero de esa nada donde en algún instante converge todo,
hallando en la comunión que ensalza, mi lugar.
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Pertot arreu / Por todas partes
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Trobo el teu nom escrit inesborrablement dintre de la fusta, quan aquesta ensenya les seves eines com a mestra del llenguatge:
Quan sent tronc que escalfa i cuina, sent llenya cremada, no ha dit encara la seva última paraula; tronc que es perllonga dintre d’altres vides, en un petit racó de la llar o donant-li el punt de torrat o bullit als aliments que esperen repartits damunt de la taula.
Quan es flama que, convertint-se en espurnes, insisteix en conquerir un trosset de cel per, formant part del firmament, regalar-li llum i somnis als nostres ulls i imaginació al pensament.
Quan… com fum viatger, anhela conèixer el que ara està i el que abans era, i els perquè i els com i els quan que omplen els prestatges i els armaris del rebost. Fum que marxa i dòna voltes assemblant-se a qualsevol infant mogut que mai s’atura en ser vital i inquiet, que porta la clau del demà guardada dins d’una butxaca.
Trobar-te repartit dins de l’aigua jugant a ser peix i reflex, estimant la profunditat tant com la claror, creient en un matí encreuat amb les millors coincidències.
Trobar-te dins de l’aigua, quan jo m’oblido de nedar… com escorça de surera carregada de puresa, traient les teves mans i no permetent que jo m’enfonsi.
Trobar-te estès; com a rostres imaginats, fins i tot donant sentiment i diàleg a la inmutabilitat aparent de les mateixes pedres callades.
Trobo el teu nom dintre d’un alfabet que no precisa d’intel·lecte per comprendre, que el més valuós d’aquesta vida es mostra i s’amaga en un seguit de fets senzills i objectes simples.
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(castellano)
Encuentro tu nombre escrito imborrablemente dentro de la madera, cuándo ésta enseña sus herramientas como maestra del lenguaje:
Cuando siendo tronco que calienta y cocina, siendo leña quemada, no ha dicho todavía su última palabra; tronco que se prolonga dentro de otras vidas, en un pequeño rincón del hogar o dándole el punto de tostado o cocido a los alimentos que esperan repartidos sobre la mesa.
Cuando es llama que, convirtiéndose en chispas, insiste en conquistar un trocito de cielo para, formando parte del firmamento, regalarle luz y sueños a nuestros ojos e imaginación al pensamiento.
Cuando… como humo viajero anhela conocer lo que ahora está y lo que antes era, y los porque y los cómo y los cuando que llenan los estantes y las alacenas, asemejándose a cualquier niño movido, que nunca se para al ser vital e inquieto, que guarda la llave del mañana dentro de un bolsillo.
Encontrarte repartido dentro del agua jugando a ser pez y reflejo, amando la profundidad tanto como la claridad, creyente en una serie de mañanas cruzadas con las mejores coincidencias.
Encontrarte dentro del agua, cuando yo me olvido de nadar… como corteza de alcornoque cargado de pureza, sacando tus manos y no permitiendo que yo me hunda.
Encontrarte extendido; como rostros imaginados, incluso dando sentimiento y diálogo a la inmutabilidad aparente de las mismas piedras calladas.
Encuentro tu nombre dentro de un alfabeto que no precisa de intelecto para comprender que lo más valioso de una vida se muestra y se esconde en un seguido de hechos sencillos y objetos simples.
Con fecha de caducidad
Soy un cuerpo;
los huesos y la piel y los músculos,
las uñas y la sangre y los cabellos,
la mente y el corazón,
la razón, la intuición y los sueños.
Por un cuerpo gozo y sufro,
piso firme y dudo,
conozco la ciencia exacta
y el murmullo de lo incierto;
por un cuerpo nazco
siendo joven,
y por el mismo muero,
según correspondiera a mi destino,
quizás… arrugado y viejo.
Es él que me da pie
para existir sumergido entre las letras;
marchitándome frente a la voz
del viento y de la luna y las estrellas,
o de aquel calendario fugitivo
que cuelga pasajero.
Por mi cuerpo;
igual tropiezo y caigo
como raudo, de un salto, me levanto.
Sé de la fortaleza de un abrazo.
Sobre odios que carcomen y el rencor
Sé…
que hay debilidades de uno mismo
que pueden ser sustento
y que la frustración comporta
la tragedia y la derrota.
Sé…
acerca del trabajo y el descanso;
sobre sudores dignos
y la gandulería que maltrata
Sé…
sobre aquella ilusión que habla en unos ojos
inundando un mirar de árboles y polen,
y sosteniendo el canto cual honra a nuestra tierra.
Gracias a un cuerpo;
actúo, digo y me muevo;
pago el precio
de la dicha intermitente,
del sollozo y las sonrisas,
del amor y el desamor,
por él vago, agradecido,
profesando esta fe ¡la de estar vivo!
existiendo junto a él,
pago, gustoso, el continuo destierro.
318-omu G.S. (bcn. 2014)
Máquinas y hombres…
Máquinas y hombres,
brazos, cojinetes,
piernas y poleas,
engranajes, arterias, la sangre y el aceite.
Sinónimos o antónimos,
sea como fueran,
se cuelan aparentes diferencias
que se ensamblan teniendo almas unísonas.
Como amantes del tiempo nos asimos;
juntos, sobre la espalda del progreso,
exactamente; a la misma hora.
*** *** ***
¡Ay! qué sería de las máquinas
si les deviniera la ausencia de humanas manos,
si torpeza adquirieran, de hombres, la mente.
Si desapareciera el ingenio
y la premura decayera volviendo toscos los dedos,
si hasta las manos olvidaran
las palancas y botoneras
que accionando sus movimientos
hacen rugir sus gestos.
Para que deberes cumplieran sus tantos motores,
cuales, implícitos de la evolución,
alardean de ser preciados arpegios.
¡Ay! qué sería de la productividad de los hombres,
si destartaladas por averías
se paralizaran todas las máquinas.
Y de nuevo los músculos tuvieran que recrearse
multiplicando su esfuerzo.
Ellos; tensados, al límite;
luna nueva tras luna llena,
luna tras soles,
luna tras estaciones,
año nuevo tras hombre gastado sólo por viejo.
¡Ay! si la utilidad de las máquinas
no mermara puestos de trabajo.
¡Ay! si los hombres no inventaran
maquinarias destructivas,
instrumentales nefastos.
Vosotras, máquinas, hijas del ingenio,
albergáis multitud de reflejos.
Naturalmente condensáis;
parte de nuestra esencia, savia del universo.
De seguro hacéis y sois
como claro espejo de los hombres,
evidenciando tanto la prehistoria ancestral
como los términos audaces
con que se origina y distribuye
el destino en todo tiempo.
*** *** ***
Se van volviendo agudos al alzarse.
Pierden su grosor subidos a un ascensor
que quiere reparar en frotarse con el cielo.
Como sonido cabrían en el bosque: siendo estridencia.
Padecen de un terrible insomnio
que les obliga a estar de pie,
nunca se inclinan, jamás se recuestan.
Comparten las luces de la capital;
con cláxones, polución,
semáforos y caucho -como un helado- derretido.
Con palomas que en ellos no encuentran ningún refugio,
con mochilas y accidentes,
con las compras y el transporte,
con maletas y bolsos,
con gestiones, escuelas y transeúntes que,
compasivos o insolidarios,
cruzan las vías por pasos de cebra.
Saben a negocios,
a tecleo, a transacciones,
a dictatoriales directivos,
a operarios sometidos,
al papel que bautiza a millonarios,
y también… a ajustados salarios
que por insuficientes son impresentables,
y siendo más que cuestionables
descompensan la balanza mientras proclaman
la insolencia implícita en este sistema.
Perfilan el cielo. Recortan las nubes.
De la ciudad son inmensos torreones.
Solitarias estructuras de ladrillos o acero
que se yerguen prepotentes,
y menosprecian al resto; verticales.
Penetra su base mellando el asfalto y la tierra,
dándole dentelladas al suelo.
Inermes y rectilíneas estatuas,
que por estar tan faltas de curvas
eluden llegar a ser arte.
Igual de procaces como de provocadoras pretenden;
acariciar, hurgar en la noche para hurtarle sus estrellas,
humillar, restándole luminosidad a las plazas y a las calles,
frotar la lámpara del genio divino
rascando la consistencia invisible del cielo.
Rascacielos esculpidos
con el esfuerzo conjunto
de maquinarias y hombres.
Entre callos y correas,
taladros, palas, gavetas,
tractores, grúas, tintineos,
brochas, rodillos, yeso y pintores.
Entre varillas, tornillos y mandiles,
capataces, planos eficientes y arquitectos.
Por la labor de oficiales y peones.
Obreros que construyen subidos a un andamio
y, rebozando, le dan aplomo a las paredes.
Obreros que gotean sabiduría, ¡construyendo!,
exprimiendo la pericia sudoroso de su oficio.
Rascacielos que conversan -dentro de las ciudadades con firmeza-
por la precisa natural y química argamasa
o esas robustas vigas que forzudamente atléticas estructuran
a la vez que cuantiosos pesos sostienen.
Vuestras laminadas ventanas son sensible piel,
que recibe el dorado fulgor del sol
o la nocturna plata de la noche.
Aquella risa o lágrima,
que le correspondiera a la jornada,
dependiendo del curso estacional
que mereciera brote.
318-omu G.S. (Bcn-2012)
Rumbo al norte
» El decidir es… ponernos en marcha, dar el primer paso.»
Antes prefiero perder la voz que decir sandeces o mentir o dañar intencionadamente, (unas pocas veces debí perder mi voz).
Aunque le doy continuamente el visto bueno a un carrusel gigante de payasadas, porque sé de seguro, que como una llave maestra abren las puertas de estancias que estaban de claridad negadas; erradican sollozos venidos por hondas tristezas al despertar sonrisas y hacer que los pesares queden por un instante en la nada.
Acoplé a mi montura una espada verbal y el gesto noble y leal, ¡son ruines los traidores!.
Adopté aquel retrato de desnudez que hasta al sexo le resta vergüenzas; al mostrarlo virtuosamente curativo, mágicamente transparente.
318-omu G.S. (Bcn. 2014)
Fronteras invisibles
Traspasé los hitos que delimitan los dominios donde mandan los gases y los líquidos, para convertirme en un compuesto adherido a una masa consistente y homogénea; para llegar a saber lo que se siente, al utilizar tendones y músculos, para así poder fraccionar mis gestos y movimientos al contarlos con un tiempo concreto. Para articularme limitadamente y desplazarme de otra manera que no fuera levitando incorpóreamente, sostenido por la ingravidez, o sinuosamente deslizarme entre un millar de virtuales y, aquí, fantasiosos acueductos.
Para también disponer de un cerebro que razonase así dotándome: De pensamientos y elucubraciones. De dudas que suelen atrapar en su deambular algunos miedos y otros tantos aciertos. De analíticas propuestas que todo lo desglosan, y ensalzan o crucifican, mediando los circunstanciales, a una existencia. E ingeniosas ideas que solventan cuando inventan nuevos diseños para la arquitectura.
Cruce infinidad de fronteras invisibles para afianzarme o crujir sobre unos huesos que definieran nuevas perspectivas, que supieran mantenerme erguido y dispuesto para nuevas andaduras que esperan a mis ansias descubridoras. Rebase las fronteras que delimitan la vida, porque preciso sentirme alumno que, incansable, sigue y prosigue aprendiendo.
Soy un ser que cabalga entre el tacto sólido y el soplo etéreo. Ser, hecho de porciones, de pellizcos que viajan como aire próximo a otros nacimientos; ser en busca de climatologías y nuevas estaciones.
Soy un ser que flotó y flotará siendo polvo de estrella. Que salpica esta u otras galaxias, añadiendo luminosa u oscura energía, según corresponda y dicte la madre naturaleza.
318-omu G.S. (Bcn-2014)
Prisioneros de paisajes
Antes: un lápiz o una pluma delatora
cuales descorren pensares o vivencias,
o sentimientos que adueñándose de uno
conceden precipicio u otorgan gozo.
Antes resultaban frecuentes
millones de mensajes escritos a mano;
odio y esperanza,
la ayuda deletreada,
viajes, proyectos y amor;
una carta que fue metida dentro de una saca
tras ser comida por la boca de un famélico buzón.
Antes transcurría un tiempo,
existía un remite igual que una esperada respuesta
con la consiguiente espera.
(Envío cartas y aguardo respuesta;
vengan dentro de un sobre; saludos y abrazos,
noticias y ánimos,
imágenes y recuerdos;
en un simple y bien doblado papel
el contenido de un inmenso arcón).
Ahora: Una pantalla habla al instante
mediante las alineadas teclas
de un teléfono móvil o de un ordenador.
Asoman cortas las distancias
y primitivos quedan los tiempos de espera.
(Confieso que añoro
los triangulares pliegues de los sobres.
Lo mismo que echo mucho en falta
aquellas manchas de tinta
que reseñaban las huellas de mis dedos).
« El progreso jamás olvide
que la nostalgia forma parte de mi condición.»
Antes: Multitud de piernas haciendo camino
y carromatos tirados por caballos y burros
que cargando los víveres recolectados
los repartían por ciudades y pueblos.
Antes; mil kilómetros: Lejanía.
Un verano y sillas en los portales.
Botijos y porrones amanerando
largas y amenas tertulias.
Ahora: Transcurridas nueve horas
cruzamos vastos océanos
recorriendo tres mil millas.
(Café en Marraquech
y cena en Alejandría).
Ahora los vecinos de puerta ni se saludan
y los transgénicos, disfrazados de salud,
irrumpen en los estómagos, invaden nuestras cocinas.
Ya pasó el tiempo de las gruesas cuerdas de esparto.
Las manos olvidaron las trenzas y el mimbre,
cual, triste y lloroso, quedó arrinconado.
Ya convino el hombre en una resistente alianza
con las herramientas eléctricas,
con los monótonos moldes y el plástico.
« ¡Madre!, vísteme con algodón.
¡Madre!, bríndame el roce del hilo,
que es mi piel tan fina como delicada
y cualquier áspero roce le causa quemazones.»
Hoy la velocidad le ha ganado la partida
al sosiego y a la pausa,
estropeados chirrían los frenos,
detenerse suena a imposible
y hacerle un quiebro al reloj
aduce como irrisorio;
sería como convertir en apuesto príncipe
al rechoncho sapo de un estanque
con el beso de una endiosada princesa
que solamente sabe de espejos e imágenes
cuando la belleza del mundo compara.
( Libérense los domingos de relojes y alarmas.
Protéjase el reposo que contiene un buen respiro
para, al menos, alguno de los días de la semana).
Antes; arbolados valles, hablando cercanos,
vertían sus gracias;
a dos pasos y frecuentes resonaban los trinos,
las estridencias sonoras desafinaban lejanas.
El ajetreo de ciudades resoplaba extrañamente,
sus calles, todavía de tierra fértil,
admitían ser sembradas,
y los hombres, alejados del inútil consumo,
con un indispensable poco se conformaban.
Ahora; la tala indiscriminada
es una evidente fatalidad que extravía el oxígeno.
Es ladrona devorando los bosques.
Asesina es la ambición,
por desproporcionada acuchilla al imprescindible equilibrio.
Perdidas quedan las palabras gracias y perdón
cuando por la ciudad, (deshumanizado hormiguero),
agudizando mis sentidos transito.
En estos ahoras perece la confianza,
todo recaba inundado por el miedo.
Cual insta a que sean multiplicadas las cerraduras,
y a que el helor penetrante de verjas y candados
envuelva y precinte la lumbre de hogares
que por tantos siglos estuvo,
sin remilgos ni renuncias, para otros dispuesta.
Insaciable y voraz: El tejido asfáltico recubre
la frondosa hierba, engulle gratos aromas.
Conforma aburridos paisajes,
asemejando ser sus cárceles grises
un insulso laberinto.
Y su inseparable pareja, el musculoso hormigón,
se presenta alzándose
con su apariencia omnipotente
escondiendo su verdad babilónica.
318-omu G.S. (Bcn-2013)
La contradicción vive entre palabras y actos
La ficción
La ficción es tan sólo
una vuelta más,
un giro añadido
a esa llave que penetró
dentro del paño.
La ficción nos da a palpar
aparentes imposibles.
Antes de que el hombre
llegue y fije
una hora estipulada.
La ficción: una naturaleza eficaz.
La realidad que le da nulidad a los relojes.
Cabalgando en ella;
las épocas se unen,
las que se fueron con las que vendrán,
y… hasta los sueños consiguen hacerse tangibles.
318-omu G.S. (Bcn-2013)
-vueltas de tuerca-
Valores de peso
A este mundo le sobran los puños.
Padece,
está enfermo,
de ira extrema
cargada con rabia.
Este mundo avanza lento,
está lleno:
De gente inmadura.
De veletas y de suertes torcidas.
De personas que transitan inseguras
con la vista agachada.
De verdades a medias,
de omisiones y de fraudes,
y de un montón de mentiras
que por propias no engañan.
De leyes que al sentido común,
lo giran y enrevesan,
y a las soluciones… las destartalan.
De beneficios individuales,
que parecen inmensos y son paupérrimos.
(Cuales tiran al traste la mejor de todas las fortunas,
la suerte que universalmente bendecida esperaba).
En este mundo de contradicciones,
es la distorsión un personaje frecuente.
… Las piedras no dejan de caer sobre nuestro tejado.
Los hogares, debilitados desisten,
se vacían de esencia, pierden su luz.
Entonces, faltas de calor y cobijo,
las vidas aquellas se tornan;
espejos rayados que reflejan respuestas quebradas,
vidas exentas de brillo, tristemente opacas.
Mi mundo se ahoga…
(hay veces que creo dentro de un vaso de agua).
Por las dudas.
Entre caminos confusos plagados de encrucijadas.
Por remedios donde sólo se esconden;
rotundos sufrires y un cierre de mortajas.
El mundo es amplio;
diverso abarca,
políglota une:
a miles de plumas ingrávidas,
que aún estando asidas a un cuerpo;
levitan frágilmente resistentes;
dulcemente despreocupadas.
Y estas plumas el mundo comparten;
con pesados e inmensos ladrillos,
con el pegajoso cemento
y el rotundo hormigón,
cuales colaboran para levantar
altos muros inexpugnables.
Así haciendo, hasta cerrarle los espacios
a tantos hombres que eludieron el presidio,
que salvándose de la cárcel,
aprendieron a volar…
y volaban; como aves.
318-omu G.S. (Bcn-2013)






