Por una hora sin ayer

dali-31[1]

 

Muy lejos queda nuestro tiempo,

en la trastienda;

tras remojones, bañadores y estufas,

tras abrigos, mantas,

pantalones cortos y faldas;

tras un largo pasillo;

tras descansos y correrías.

 

Lejano advierto nuestro tiempo,

pero aún puedo…

oír la musicalidad de tus llaves

y sintiéndote llegar,

de nuevo degustar

la consistencia de tu compañía,

la perennidad de tu barro.

 

Si fuese sueño

escojo soñar;

no importa si vivo

con mis ojos abiertos o con mis ojos cerrados;

sueño es buena parte de nuestra realidad

y, por supuesto,

de mil formas distintas se prolonga la vida,

no creo que exista

un precipicio absolutista que finita

ni un paralizante letargo

donde sólo la negación se vomita.

 

Aunque muchas esferas estuvieran ya recorridas,

alimonados sabores

junto a humeantes inciensos y sedosa vainilla,

hacen aparecer, dentro y frente a mí;

un carrusel de versos

aleccionados por tu sonrisa y figura.

 

Todavía soy capaz de contemplar tu cuerpo cálido

y ese rostro tuyo que, limpio de maquillajes,

se acerca ofrecido

prendido de vida y encanto.

 

Se aproxima para prender los besos que,

de mi boca salidos,

resucitan las horas,

así ya olvidados de solitarias esperas,

de los dónde, los porqué y los cuándo.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)

Con buena vista, releo

NacerMorir[1]

Tras tanto oír hablar de elixires providenciales que rejuvenecen (y dícese por encontrar), acerca de pócimas mágicas que devuelven la vitalidad, sobre brujas malvadas cuales lanzan conjuros y de hadas bondadosas que rejuntan amantes y sanan de maleficios.

Tras conocer que también algunos gozan con la suerte de baños sangrientos y virginales para lavar sus pieles de arrugas y servirse de un ropaje inmaculadamente joven en su andadura, (aunque las vivencias igual les corroen sus entrañas como cualquier ratón hace con el queso).

Tras descubrir más de cien supuestas maneras, descritas en cuentos y leyendas, para prolongarnos en la carne así indultados de contemplar el peso de un calendario y el correspondiente chirrido estrepitoso del cuerpo cuando arriba a la vejez.

Tras tanto pedirle al universo que aquella parte muerta de mi vida alcanzara la resurrección. De suplicarle a cada amanecer que redoblara su luz y tomara cuerpo, esa, la mitad cual quedaba en aquella hora como ilusorio, sujeta a una envoltura ingrávida; como al justo punto de una ensoñación; asentada en la invisibilidad.

Tras tanto rogar que fueran desahuciadas las horas de manos quietas y despertara mi lengua dormida.

Tras ser un naufrago en mitad de un mar de asfalto que en su deriva recopiló el saber y la imaginación de tantos otros; llego a la conclusión que, los tuyos treinta años son; baño, pócima y elixir: renovación.

Un grato soplo que refresca mis mejores sentimientos y cierra las puertas de mi destierro.

Una imprenta de cordura moldeada con la justa locura que acalla terribles chillidos y derrite colores sobre mis oscuros pensamientos.

Una resta hecha sobre mis años que retirando el moho terrenal de los espejos vence a la enfermedad y vuelve amnésicas a las arrugas.

Aquel movimiento que, con el vaivén adecuado, fricciona hasta partir a la tristeza y embiste hasta arroyar a la fatiga y a la pesadumbre.

Una sonrisa sincera que, recordándome las fórmulas para construir, relata cuántas cosas quedan todavía por hacer y me incita al avance.

El guiño cómplice o la inocente travesura que rescata mis sueños de niño y, como experto mecánico, repara desvencijados deseos.

 

Entre tú y yo… sólo cabe un brote nuevo.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)

 

 

 

La recolecta (muchos hilos darán buena costura)

FILS 

Escuchar con atención,

posicionar la información y contrastar.

No quedarnos dentro de una caja de cerillas cuando valoremos.

Encontrar la mejor perspectiva,

la conjunción exacta que nos haga avanzar.

***   ***   ***

¡Qué los años no nos hagan tan viejos como sordos!.

Que la mucha vitalidad que salpica a nuestra juventud,

no nos haga tan engreídos y vanidosos

como para coronarnos altivos

y al resto de seres desdeñar.

Creerlos poco, contemplarlos como ignorantes,

verlos tan minúsculamente insignificantes;

como para desmerecerlos y sentenciarles.

 

Dilucidan mejor dos mentes que una,

quedando claro que el saber se multiplica

cuando estás mentes son diversas

y sus ideas aúnan.

 

Bien cabe respetar

la hierba que crece en la orilla ajena.

El agua surgida desde multitud de fuentes.

El expresar variopinto de cualquier especie.

La sangre que corretea por otras venas.

 

Pues, tan buena es la sombra de un enorme y recio roble

como la proporcionada por un endeble y diminuto arbusto

al cual la lluvia dobla y el aire balancea.

 

Al enlazarse esparcidos pocos,

el acierto resulta tanto que parecemos adivinos.

Porque tal hecho es portador de dicha,

nos trae una llave maestra: duchas respuestas

que se asemejan a la sabiduría.

 

Me asomo ante el futuro y deseo ver;

una vereda limpia y con menos estorbos

… entonces escucho proyectos tan claros

como pañuelos sin lágrimas.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)

Acerca de tus puertos y algunas aguas

MARIA GOMEZ

 

Como seda, mis labios,

relamen el caramelo de tus cúspides;

resbalan por un valle afrodisiaco

besando las laderas de tus senos.

 

Como abejas, mis dedos, recolectan el polen;

te aprietan la cintura y tu ombligo circunvalan,

sujetan y descifran tus sinuosas caderas

y se rinden al tacto de tus nalgas,

antes de visitar la humedad de aquel cielo

que tu suave entrepierna bien resguarda.

Un cielo que a su vez es voraz puerto

donde, seguro, mi mástil atraca.

 

Bajo tu pubis se recoge una perla ya erizada,

cual reclama que mi boca, con su lengua sea habla.

Que mis manos, suave, la toquen,

y que el genio también la frote;

como Aladino hizo a la lámpara.

 

Centinelas de tu hambre

ahora bien se posicionan,

justamente se amaneran

los mayores y menores;

como un fino cortinaje

que cuida y también protege

la ricura de un lenguaje

rebosante de presente:

El saber de un digno pozo,

la frescura de una fuente,

que plagada de futuro,

manteniendo su atractivo,

igual riega nuevas sílabas

que vuelca onomatopeyas,

desde antiguo y con sentido.

 

Existe acomodado tanto placer

entre esos blandos pliegues que resguardan

el fulgor de una joya y mil tesoros:

Tu excelso cielo frutal.

Un abismo que incita a volar.

Y una pecaminosa tentación;

terrenal y divina.

 

Rincón cual, avivado con suma suavidad,

ya exorcizado de su aburrimiento

y de su sequedad,

ya excomulgado de su soso tedio;

ofrece sus delicias y antojos,

y entre espasmos eléctricos

vierte los jugos desde los adentros.

 

Así quedando; las aristas; romas,

(relajados los músculos),

y puntiagudas dagas o afilados cuchillos,

(nervios, tensión pasada),

por lisas o pulidos,

tan mancas de poderse hincar,

o tan inmensamente inútiles de sesgar,

que hasta el delgado papel se ríe de su corte.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)

VINILO ESCLATAN

 

 

 

Amante y dueña de su destino

 

callejas árabesPresumidamente roja ¡como el fuego!.

Por insaciable era hambre

devorando infatigable;

dulces moras que colgaban en los bosques

e inocentes y prematuras flores esparcidas por campiñas.

De los mares y ríos, grandes peces; magníficos ejemplares.

Como, así mismo, cazaba excelentes venados,

apostada en cualquier risco de esa sierra

que, tan bien, ella conocía.

 

Presumía de autosuficiencia.

Utilizaba a su antojo

prescindiendo de sujetarse a alguien.

Se salvaba de compartir miedos y dudas,

tampoco precisaba sentirse cuidada,

ni reposar tranquilamente

y apoyando su vida y la cabeza

atisbar la confianza.

 

Ella se desentendió de soñar junto a nadie,

hubo sido como solitaria la elección de su suerte.

Paseaba sola aún acompañada,

sola descansaba y sola decidía

cuando iba y venía.

(Cada palabra de su diccionario

nunca pretendió tener más que un significado).

 

Altanera: Al saberse mirada

más aún se erguía su porte, así ensalzando su cuerpo;

desdén servía con este acto,

jamás se giraba su cuello.

(Diosa de un onirismo olímpico

vestía perfectas proporciones,

y al tiempo esclava,

sellada impenetrablemente

por unas formas exclusivas y limitadas).

 

Selectiva: Elegía escrupulosa los manjares,

nunca se prestaba a tener un dueño;

concurriendo en el festín convenía,

en cómo y cuándo, en el quiero o no quiero.

(Conociendo sus dotes

era sabia en maneras).

 

Pero hollín acaba siendo

todo lo que antes quemó como leña.

Los otoños resultan muy crudos

si a estos no les esperas.

Y más triste es oír crujir el hielo

cuando el amor no es escucha ni abrigo

asomando tan lejos y a mano

como a nuestra vera.

 

Y de imprevisto… se hizo noche la mañana.

No aguardó ni al influjo de la luna, (hasta eludió ser marea).

No esperó ni a aquella imantante ensoñación

que portan las estrellas.

 

Y el triunfo que le otorgaron cientos de amantes,

quedó relegado, resultó ser ahora;

un pasaje banal, ansiedad y desdicha.

 

Ya dejó de saciarla el canibalismo sujeto a una cama,

el alocado e improvisado desparpajo de conciertos.

El lujo de las cenas erotizadas con billetes

o los palcos de tantos exultantes teatros

en donde ningún verso romántico reposaba.

 

Ella… ella añoró lo que nunca tuvo.

Recordó palabras hermanas

y le embargo una extraña nostalgia.

 

Ella, indigesta de juegos triviales,

de champagne, cocktails y buenos vinos,

¡al fin rompió el libreto!,

cedió la plaza ocupada.

Dando un paso adelante,

borró una cuenta pendiente y perdió esa ignorancia.

Opto por, gozosa, amarrarse a una pareja.

 

Sabedora del sublime ardor

que arroja toda famélica pasión

y hace desbordar el líquido de las copas;

añadió, no renunció ni perdió

ni un pellizco de su fuego.

 

Descubrió nuevas gracias añadidas

a aquella de quemar y nunca ser dañada.

Miró a su alrededor y pudo ver.

Aprendió a recolectar otros muchos colores

que dentro de ella también tintinaban.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)

 

Quién tiene la llave de los principios poéticos…

 

Ya llegado el siglo veintiuno, no creo que nadie pueda ni deba encasillar dentro de ninguna regla, a un término tan incesantemente innovador, creativo y extenso; como es el de la poética.

Deberíamos abandonar la arrogancia a la hora de valorar el decir poético de otros, cada cual tiene su propio expresar y aunque no comulguemos con las maneras o con la exposición habida, la reflexión sobre unas circunstancias junto al peso de unas emociones en esas letras habita. (Sería bueno que nuestra lectura se arropara de humildad).

En diversas ocasiones he coincidido, tanto en foros como en blogs, con gente que delata esa arrogancia que menciono junto a un enorme menosprecio. Si la poesía tuviera una verdad única y absoluta, a mi ver, ya no estaría dentro del saco de mis predilecciones, ya no la consideraría poesía.

Quién es tan prepotente para encasillar dentro de un determinado orden, de exclusivas palabras, de estrictos numéricos o de encorsetadoras reglas, el mundo que decide como poético alguien; ese prisma o perspectiva, esa posible puntilla al respecto de una noticia, de unas vivencias, al respecto de los asuntos socio políticos o sobre temas surrealistas o claramente banales.

Quién es capaz de erigirse, hoy, en este siglo veintiuno; como un Dios crítico que sentencia lo que es vanguardia poética o lo que es irreverente o está caduco.

Cada cual tiene sus posibilidades, capacidades y maneras, y nos pueden gustar o no gustar las de otros, pero me resulta de un asco anormal, utilizar nuestras letras para despreciar, aquel decir escribiente que, seguro, con suma buena intención y máximo esmero y voluntad, hacen tecleando unos tantos otros.

 

«La humanidad refleja la situación de su actual identidad en pequeños detalles. Un individuo marca el paso… y cuando su paso repite y repite, da la sensación de que tal paso sigue el camino adecuado; así acabando por servir como ejemplo viviente. Cabe la posibilidad de que aún preñado de desatino, el acto, debido a su reiteración; adopte fieles, se formalice y haga cotidiano.»

 

omu G.S. (2013)

Dícese de un pulpo cósmico

Del amor… cuando la suma asoma como un par:
Confianza y complicidad.
Creer a ciegas y respetar los espacios.
Compartiendo los minutos encontrar al verdadero individuo;
el equilibrio entre los pronombres,
un pulso a la integridad.

Por el amor… derrotar los difíciles obstáculos.
Saltar los porvenires que pudieran asomarse como epitafios.
Barrer las barreras.
Resolver los enigmas presentes y los antidiluvianos.
Desenredar algunos ovillos
que quedaron en el trastero abandonados.
Ser capaces de comprender los malos días de otros,
y también, sus buenos silencios.

El amor: joya que todo lo ensalza
y brinda brío a cada uno de los sentidos.
La alianza precisa;
como si fuera sortija: un acertado compromiso.

(Basta oír la viva voz
de unos ojos que al mirarse se besan y sonríen
porque se corresponden).

No existe metal, ni piedra, ni fósil
que por valor pueda compararse
al de la sangre que corre amando,
que vive rojamente apasionada
y perdidamente enamorada;
le da impulso a los sentires,
consistencia a las arenas movedizas
y fundamento a cualquiera de los actos.

Del amor provienen
aquellos hombres que desinteresados
se prestan a ser apoyo
y el abrazo que ante el frío abriga.
El pañuelo cual apacigua el crudo sollozo
hasta que éste se apaga.

Gráfica pintura, la del amor:
Unos dedos dispuestos a anudarse a otros dedos como cordaje.
Una extensa secuencia de sudorosos fotogramas.
Angelicales caricias que perdieron sus alas.
El apriete que rezuma jugoso
desentendido de deberes y relojes,
Así delatando la deliciosa perdición cabida
que conlleva el deseo.

                                        ***

Porque, el amor, llena las manos vacías sin reclamar,
procuro ser digno de Él, nunca lo rechazo.
Porque, el amor, salva cualquier distancia
y es gravemente ingrávido.
Porque franquea e ilumina las sombras
y desbanca cualquiera de los miedos supuestos como infranqueables.

Amo sin reparos, amo sin cuestionarlo.

Porque elabora eficientemente y extiende robustos puentes
donde se encontraban abruptos y desafiantes acantilados y barrancos;
vetándome el avance,
barrando mi camino
y retándome a parar.
Porque sobrevive por los siglos y sobrevive artísticamente pluriforme
con sus ecos infinitos,
simple, pero desentendido de valores superfluos.

Por ello toma significado el «por siempre»,
«por siempre» amaré.

Al no perecer como cambio de ninguna fría moneda,
al desconocer la suspicacia de intereses
y respetar, igualmente, la cultura de muchos o pocos,
el grado de inteligencia o la maestría,
o de los cuerpos, sus formas,
o de una piel, sus tonos, los colores.
Al desestimar simbologías que separan:
Religiones contradictorias que omiten la ciencia
y excomulgan a la misma antropología que los secretos desgrana.
Rezos oligárquicos.
Patrias absolutas.
Uniformes que encasillan
y los alambres cuales delimitan cuando ondean las banderas.

Debido a todo esto y todavía más que me dejo en el tintero:
El amar es y proseguirá siendo
la tabla perfecta donde se acomodan mis mandamientos.

318-omu G.S. (Bcn. 2013)

Raíz

raíz 

» Quedándome desnudo encontré;

un gran reloj parado,

la tinta y los ropajes,

la hora quieta y exacta,

la escritura adecuada,

el tallaje perfecto,

a mi abrigo en los otros.»

 

Yendo mas allá de mi mismo,

cruzando el solitario umbral del ego y el mito,

de Narciso y el agua.

 

Cambié el desfase de mis lentes

por la consistencia de unas ricas zanahorias.

(Sustituí la limitación cual emborrona mi vista,

tornándola de fragilidad esquiva,

por ilustrativas perspectivas que asomaban).

 

Retrocedí hasta reunirme…

Advirtiéndome como hermano del resto

por tantas y tantas razones:

 

Más allá de las diferencias;

de la cultura o de la piel,

del tractor o de la azada,

del hormigón o de la paja,

del radiador o de los leños.

Más allá de la inteligencia;

del saber dado en las escuelas

o de las calles embarradas

que asoman oliendo a estiércol.

Más allá del próximo gen;

de unos motivos que maniaten

o de la dicha intrínseca

que aportan los conocimientos.

Más allá de características;

de una destreza exultante

o la exquisita imaginación

que otorga relevante ingenio.

Más allá de los movimientos

de pasajeras doctrinas;

de la escritura que se olvida

o de cambiantes pensamientos.

Más allá de los contrapuestos;

de la verborrea inagotable

o la parquedad en palabras,

de la claridad absoluta

o de enredarnos con el negro.

De infinidad de hábiles citas

o de los absurdos improperios.

De la infructuosa necedad

o un sinfín de sabios proverbios.

 

(Existen tantísimas razones…

que la palabra hermandad queda sabiendo a poco.)

 

La evidencia del vínculo encontraremos,

cuando dentro de nuestro pecho ya no suene

el rítmico tambor que marca el propio tiempo.

 

Y los duros huesos sean blandos

y nuestro suelo sea el cielo.

Y el infierno quede en los libros,

y cualquier libro rece siendo…

papel en blanco, sólo invierno.

 

Cuando los sentidos, (por completo extintos),

fueran fecha pasada y no el habla. 

 

Evidente es el vínculo si observamos atentos,

el color que apuntilla tras una amplia sonrisa;

de una boca, los dientes; blanquecino, su nácar.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)

Al fresco de tu abanico

 pétalos colores

http://youtu.be/dX4Yw17BH0g 

Todavía converso con tus pasos,

cuando tus pies, deshechos, ya se han ido.

Y acontecen repletos mis respiros,

tanto de la salud que me brindaste con tu trato;

como de los inmensos valores que me enseñaste,

siendo dulce y amable;

al asir al amor por sonido.

 

Valiosos suelen ser aquellos recuerdos,

que venciendo al reloj y a la ceniza,

al polvo de la tierra y al ineludible fuego,

perduran indelebles, ¡imborrables!.

Aún tras la inesperada marcha y viaje.

Aunque devenga hurtada la alegría,

cuando el mayor y más solemne de los adioses,

ataviara los cuerpos al acudir de visita.

 

Todavía converso con tus pasos,

sobreviviste al más austero de los epílogos.

 

Al tan desconocido e infatigable sueño

que achicando hasta la nada la luz de unos ojos

nubla con una amarga y profunda tristeza

que riega humedeciendo los de otros.

 

En esa hora precisa

desisten de acudir los argumentos.

Compungido, padece el corazón.

Por completo ennegrecen mis sentidos

al escuchar tu falta.

 

Pudieron tus acciones, ¡se doblegó!,

el filo terco y frío; el celo de guadaña.

No pudo ésta segar, romper, cortar;

el hilo que nos une

más allá de fronteras y distancias;

del vientre de mujer,

de la inhóspita muerte,

o de la terrenal fertilidad.

 

Jamás puede el metal, una guadaña,

vencer a la robusta delgadez

de una preciosa tela,

si es que ésta con esmero, ella abrigara.

 

Siempre perdurará la tuya impronta,

dentro de mí; tu prolífica huella.

Y aquí dejo constancia, he de decir,

que el tan enorme hueco que dejaste

reclamo, por derecho, como mío.

 

Nunca permitiré que se adormezca

la tinta con que escribiste.

Hoy sirve de semilla y han de servir sus frutos,

al ser didácticos e irreprochables.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)

De una calle; una calzada y dos aceras

sofa y pareja 

Infranqueables, las hay de distancias.

Algunas mellan más que las leguas marítimas,

¡se alejan más que las antípodas!,

significan más que unos cuantos metros de altura,

¡que el alza imponente y con microclima de un tepuy!.

Existen distancias que dilatan o achican,

que separan más que las millas terrestres,

que aquellos tantos kilómetros,

cuales estirando los ojos,

convierten a los rasgados en redondos.

 

Hay distancias fatales que,

olvidándose de los vínculos de sangre,

burdas, son fratricidas,

y horadan hasta a la niñez sin contemplaciones.

 

Terrible es aquella distancia:

la que provoca la indiferencia cuando manda.

La que acude cuando un ser querido nos gira la cara,

porque unos ojos nos rehúyen esquivos

y no nos miran de frente,

cuando, huraños, se esconden,

cuando, poco cercanos, se agachan.

 

Esa distancia que pinta la mirada con tonos ásperos.

Esa distancia que delata la falta de empatía.

Esa misma que tiñe un encuentro inesperado de frío intenso.

La que toma por voz a los mudos silencios

cuando, estando en compañía, habla y habla.

 

De las peores: La que viste un rígido traje

y se ciñe a la indiferencia.

La que mutila los espacios conjuntos.

La cual sufre sordera ante los besos que se lanzan.

La que pone verjas donde no las había.

La que sujeta fronteras; alambradas y espinos.

La que a las manos unidas,

faltándole misericordia, confunde y separa.

 

Hay distancias insalubres,

que acudieron y se jactan:

de una sociedad construida con idioteces.

De un mundo que, hecho de porciones,

renunció al amor y a la comprensión,

y al hacerlo, sus deficiencias delata.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)