Ya traspasado lo imposible seremos seres alados ofreciendo guía, protección, crecimiento y salvación: saborearemos la liberación mediando unos exquisitos toques de gracia que nos será concedida (ya no más puertas cerradas).
Cuándo la piel pesa y duele tanto como cadenas, lo mejor es aligerarnos, cambiar la suerte terrenal por un viaje exuberante e inexplicable cual nos otorgará comunión y comprensión, así expandiendo un sinfín de posibilidades ocultas a los ojos y sentidos de hombre.
Vuelvo a ti como renacido que no conoce ni reconoció muerte; y tus ubres celestiales son tan nutritivas y apetitosas como planetas salvajes por domesticar. ¡Vuelvo a ti aún ni aprendido!… para así continuar.
¡Allá voy!: adonde los caminos se unen y espera el sexo magnífico de los ángeles. Adonde todo desierto alberga agua por descubrir y el calor aparece solamente si hubiera oasis. Soy tuyo porque sin ti nada sería más que un corazón por nacer, unos pies por empezar a andar, una idea por aparecer, una fuente sin alba ni noche ni mediodía; soy tuyo porque deseo serlo y por saberte madre, hermano, hijo, padre, hombre y mujer. Tú te mereces el nombre y significado de familia. Te aprecio como inventor, como alfarero que moldea la pieza hasta conquistar aquello que es arte.
Tú, ¡mi Dios!… Siempre ahí, donde encontrarte.
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El tren

El tren recorre sus vías; rueda y rueda. Igual efectúa paradas y descubre equipajes itinerantes a los que recoge como deja atrás semblantes variopintos y el trajín de poblaciones.
El tren carga y reparte correspondencia, y también, transporta y despide viajeros, educaciones, conocimientos y culturas, dentro y desde el cubículo de sus vagones.
Entre silbidos que saludan y al tiempo advierten, y un traqueteo que adormilante nos abduce. El tren restaura sus ambientes mientras visita y se empapa de paisajes.
Su movimiento alimenta perímetros marítimos, muestra fotografías de bañistas y cangrejos, e incluso aquellos horizontes que son todavía una ficción, que viven intangibles pero que están por encontrarse. Le sopla secretos a los girasoles que giran como faros, dándole hermosa estampa a extensas planicies, y escucha la charla de las aves, y reverencia, cortésmente, la sublimación de los elementos, cuándo el firmamento al querer besar las cúspides rocosas, le permite a las montañas elevarse.
El tren, si fuera tirado por carbón; mientras sueña raíles tose humo -cualquiera diría que padece de bronquitis, que usa pipa y es un fumador empedernido-
Y ni el aire -como el mismo cielo, al transformar diseños hasta zamparse como golosinas las nubes- no puede sujetar por mucho tiempo las figuras que, del tren, sus humos forman, cuales deleitan e inspiran para que aparezca la imaginación… De la misma luna que lo atiende prestándole su cara noctámbula. O del sol, cuándo majestuoso, doblega a la nocturnidad e invoca para él a la mañana.
Fronteras invisibles
Traspasé los hitos que delimitan los dominios donde mandan los gases y los líquidos, para convertirme en un compuesto adherido a una masa consistente y homogénea; para llegar a saber lo que se siente, al utilizar tendones y músculos, para así poder fraccionar mis gestos y movimientos al contarlos con un tiempo concreto. Para articularme limitadamente y desplazarme de otra manera que no fuera levitando incorpóreamente, sostenido por la ingravidez, o sinuosamente deslizarme entre un millar de virtuales y, aquí, fantasiosos acueductos.
Para también disponer de un cerebro que razonase así dotándome: De pensamientos y elucubraciones. De dudas que suelen atrapar en su deambular algunos miedos y otros tantos aciertos. De analíticas propuestas que todo lo desglosan, y ensalzan o crucifican, mediando los circunstanciales, a una existencia. E ingeniosas ideas que solventan cuando inventan nuevos diseños para la arquitectura.
Cruce infinidad de fronteras invisibles para afianzarme o crujir sobre unos huesos que definieran nuevas perspectivas, que supieran mantenerme erguido y dispuesto para nuevas andaduras que esperan a mis ansias descubridoras. Rebase las fronteras que delimitan la vida, porque preciso sentirme alumno que, incansable, sigue y prosigue aprendiendo.
Soy un ser que cabalga entre el tacto sólido y el soplo etéreo. Ser, hecho de porciones, de pellizcos que viajan como aire próximo a otros nacimientos; ser en busca de climatologías y nuevas estaciones.
Soy un ser que flotó y flotará siendo polvo de estrella. Que salpica esta u otras galaxias, añadiendo luminosa u oscura energía, según corresponda y dicte la madre naturaleza.
318-omu G.S. (Bcn-2014)
Una mañana por venir
Aunque no quisiera
habrá un mañana en que retornaré
a las entrañas de este universo;
siendo retablo del sol,
hijo esperado por fuego;
y acogiéndome a la memoria de la ceniza
regaré algún pedazo de tierra
o inundaré el corazón de quién me quiso
como un soplo penetrante y sorpresivo
que pasa raudo y ligero.
Recuperaré una parte de la voz
por unos instantes perdida,
ahondaré mediante el vuelo,
por aquellos confines exentos
de ridículos obstáculos
y entorpecedores extremos.
No completaré la travesía, ¡no!,
la recortaré quedando menos,
pues todavía beberé por mucho tiempo
del oficio de mis ancestros,
esos que invisibles perduran por mis adentros,
que ya son navegantes faltos de edad,
una suma segura para los tripulantes venideros.
Procuraré calmar mi sed de saber
prescindiendo de ataduras,
renovaré mis perspectivas
igual que lo haré con mi atuendo.
Tal vez desleído en el viento; recitaré,
o, asomando como pluma que levita; me auparé
hasta alcanzar el inmaculado brillo
que aún dan tras la muerte todas ellas.
Mañana renaceré alejado de este corto diccionario;
actuaré olvidado de vocablos complicados,
desentendido de nocivas picarescas,
de medir a medias la fuerza solvente de la naturaleza
o asomar ante otros oídos con mensajes ambiguos.
Mañana actuaré servil, rezando mudo.
Apareciendo como ausencia
caeré como hace la almendra al ser vareada.
Caeré sobre un lecho, para mi hoy,
de invisibles formas prolongadas.
Pero aquí hoy…
disfruto el paso de las horas;
remiro las que tengo
y llamo a las que esperan.
Dando un paso adelante
advierto como se realzan los paisajes
cuando avanzo sin demora.
318-omu G.S. (Bcn-2013)
De un círculo
El samsara: escalones sucesivos.
Un inevitable recorrido.
Vueltas y vueltas.
Trayectos y escape.
Transcurrir dentro de una rueda.
Nunca cuestionar los instintos,
¡ser animal!.
Reptar sobre la tierra o el césped,
y ensuciarnos en el fango lodoso
de esponjosas lagunas.
Esperar que el caudal se eleve
y nos transporte la corriente del río.
Ladrar apostado a un balcón, (intuir el retorno).
Volar como un colibrí o un halcón,
(apostar por las alturas o el canto).
Husmear los sabores.
Ser un sigiloso felino.
Ser un fiero cazador
o la tímida presa de otros.
Ser animal todavía poseyendo…
el tosco raciocinio.
El samsara:
libros aprendidos.
Lo que seré o ya he sido.
Entender los dispendios vitales.
¡Ser vegetal!.
Reposar bajo el sol.
Abrazarme al sonido goteante de la lluvia.
Danzar aferrado al cuerpo de maizales.
Crecer asido a un grano y ser fibra.
Ser aroma:
mar y monte,
monte y cielo,
cielo y agua,
agua y tierra.
Ceder al empuje de las gracias naturales
y recorrer un abanico de tamaños y espacios.
El samsara: Voces que andan repartidas
y al escucharse nos informan
de la naturaleza y sus medidas.
Saber que el movimiento no reside en los pasos,
¡ser mineral!, (estático avanzar).
Aprender en la quietud.
Encontrar dentro de los sonidos desleídos en el aire
la versada amplitud de los silencios.
Advertir el peso de la luz intensa
y la levedad en cual se sujeta la oscuridad total
o un puzle de penumbras y de sombras.
Inerte… no moverse ni una pizca
y saberse vivo,
complacido y existiendo.
El nirvana:
a tu lado deshojar la vida,
recorrer el sentido de cada jornada.
Desperezarme del erotismo de sueños y verte…
verte con la nariz antes de abrir mis ojos.
Ver el fondo de tu alma y encontrarme.
Ver tu cuerpo sellado con esencia de mujer
… verlo al olerte.
El nirvana:
de tu mano seguir el curso imparable y dinámico de los años.
Contemplar como se viste y trasviste nuestro rostro
estación tras estaciones.
El nirvana:
Reconocer hasta mi ceguera de hombre y alcanzar la lucidez.
Advertir mi inmensa pequeñez y al hacerlo…
varar allá donde el tiempo se desentiende de fronteras.
Menudo mi karma…
aprendo mientras pago mis deudas.
Aprendo adentrado en tu aliento.
Arrimado al decir de tu vida
converso con la existencia,
y ésta me cuenta acerca de los caminos,
sobre los gozos y las apetencias.
318-omu G.S (Bcn-2013)
Pareja de corazones
Está fenomenal el tener pareja, desaparezca de una relación cualquier pugna de poder.
Los celos se den a la fuga; si éstos llamaran, ninguna de las ventanas o puertas les abriremos.
Romances que les conceden a las gentes una pareja para pasear por algunos instantes. Presentándose y estallando frente a nosotros los mundos de otros; mundos y universos desconocidos que aguardaban para erizarnos la piel ante una tempestad de caricias y de abrazos, de besos que antes sólo aparecían en sueños como besos robados. Verdad de amor que nos hace estallar y disfrutar de infinidad de maravillosos colores, mientras nuestros sexos dibujan hasta emanar elixires sanadores.
Sexo complaciente, ya estuviera repleto de pureza o se brindara perversamente lascivo. Ya fuera un sexo que gozara exhibiéndose o penetrase con atuendo furtivo.
Sexo carnal que, con su sello con lacra, perpetua la profundidad de la unión. Que aderezado con pasión extrae el raciocinio de los seres humanos, concediéndonos hasta el impulso primitivo que todavía sostiene nuestro animal.
La confianza en el otro posibilita la entrega, un confort en que no pende la ansiedad. Si vivimos en pareja la confianza siempre tiene que prevalecer, de ello depende la salud de tal.
Uno no es igual al otro, aunque se pretenda, en ocasiones, y nos olvidemos de las tantas diferencias que compensan y nos hacen crecer igual que nos unen. Una relación precisa de variedad y de distancias.
Conforme a las propias carencias, la otra parte aporta y ello contribuye a la atracción —todos cojos y a nuestro alcance muletas—, rezuma el gusto por completarse.
No es saludable dictar o pretender que otro ser, por mucho que nos ame, cambie y actúe como nos interesa o nos agradaría.
Las parejas son como aquellos cordones de los zapatos, se pueden llevar sueltos, revueltos o atados, pero cuándo se llevan tienen que estar bien abrochados.
O como la dirección de una calle en una gran ciudad, disponiendo de varias opciones, puedes llegar al lugar yendo por donde prefieras, pero debes sentirte bien al marchar por donde vayas, al dirigirte hacia tu destino. Si el destino decidido es sentirte estupendamente con tu pareja, no cabe anteponer el individuo al conjunto, la unidad tiene que prevalecer, ella tiene que ser la única meta, la única que merece la pena.
NUEVO VIAJE
callada, solo hablas risueña en tu cercania, serena.
Robar al descuido no precisas, tomas de las simientes,
para que mi mañana sea tarde, roce de eternidad, al punto.
Con tu cortar podando, crecen mis alas,
viento desvelando recuerdos que seran,
marcando caminos que no se ven, pero vendran.
Trenzado, tallado, esculpido,
regalado, desmembrado, reunido.
Sombra, antes de la presencia que es,
huella, dejada por la sombra que ya no esta.
Lacrado el mensaje, su señal atemperada,
cruzada la reseña de la inmortalidad,
sonrie, hasta la seriedad que nos llama.
Crestas de las olas rompen las arenas,
confundiendo los blancos en amarillos,
dibujando la fluidez con su espuma,
absorvido crepusculo de un largo dia,
con el azul destello maritimo, del cielo.
Manos agarrando un sosten equilibrado,
pies desnudos astillados por vivencias,
manos que sueltan cromados pensamientos,
pozo que sacia la limpieza en aquellos dedos.
Aseado, predispuesto, amparado por tibios lazos,
desnudo esperando, tal cual fui soy, espero,
como naci, sonrojado, sin habla,
con la palidez de la incertidumbre,
mirada atenta tan solo, para con el proximo viaje.


