Sujetos del agua

paraguas de cuento 

Fuimos y somos amantes

tan sólo en cortos periodos…

no cabe más.

Emplazó el clima

nuestros minutos de encuentro,

de alas erguidas frente a un espacio.

¡Valga ese amor!

 

***   ***   ***

 

Algodones apretados

ante la vista; de apariencia, mullidos.

Que rebosantes, hasta el punto de estallar,

igual limpiarán las calles

que remojarán los caminos.

 

Harán que ellos se abran,

los hará surgir extendidos.

 

Mojará el agua las ideas,

humedecerá los corazones

al punto de reportar

melancolía y nostalgia,

pero nunca le habrá de negar

a ninguno de los sentidos

la fuerza, de cada gota, su brío.

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Equilibrándonos

Me invade la tristeza
al verte perdido,
sumido en un letargo pasivo.
Rendido a verbos mudos;
nulos tus actos.
No simulas,
envejeces sin interpretar.
Sin cesar
no cejan de blandirse sobre ti
milicias quejosas,
estruendosas penas.

Eres y has sido:
justo embajador
rico en el amor
pregonero
trovador

señor exento de traje y de corbata
todo, menos perdedor.

Me lastima…
el verte ahora negativo
cabizbajo
compungido
apesadumbrado
inerte, opaco, estéril
sordo y ciego
ante vistosas musicalidades,
ante clásicas bellezas
rociadas como pastel,
cual se reparte por los paisajes.

Tú, que apercibistes intermitencias
luces,
a la gravedad suculenta.
Tú, que moviste con tus dedos
el epicentro del universo
(aun sin quererlo ni pretenderlo).
Un universo, a su vez,
plagado, repleto

de pequeñas obras valiosas

que evadiéndose de opulencias

se muestran hermosas, 

son antología de grandeza.
Tú, que ayer viste y sentiste
el amasar dando costado
a la levadura y a la harina.
Tú, que adornaste y vestiste
liberando encierros y nebulosas.
Tú, que barajaste los centros
descomprimiendo los vibrados de éstos:
Los humanos, los energéticos, los físicos
los espirituales y psíquicos
por los que, inevitablemente,
pululan las especies,
por los que descalzos
y desnudos se transita.

Es evidente…
a los tambores ya no respondes,
ni a los mensajes positivos
ni a correos tan importantes
como personales e incitantes.
¿Serán acaso males de ojo
zurciendo sobre trescientas
de tus anaranjadas lunas
eslabones encadenantes?.
Sé… Te atraparon las brumas
los fantasmas,
se descorcharon los vacíos
sumiéndote en el hastío,
¡anulandote!
¡mermando tus fuerzas!
convirtiendo a las carnes en huesos
y a los músculos en alambres espartanos;
desintegrando palmeras
pozos, estanques, oasis,
hasta vetándole arenas al desierto.

El océano se inundó de llanto
hundiendo a las cumbres en los abismos;
ahogadas, las temperaturas se desvanecieron,
renegaron de fecundar esta tierra,
se desvencijó la conjunción
de la lava, la uva perdió los sarmientos.

Amigo, te busco…
Y estás más que nunca alejado
de aquel yo decidido,
del arquitecto osado shakesperiano
merecedor del ser, estoy y existo.
Estás abatido, derrotado;
eres tensión presa de lipotimia,
ya no te saludan las alquímias.
Estás trémulo:
Eres hipotermia.
Eres iceberg fraguado en la sal.
Eres poro cerrado y seco.
Eres yodo.
Eres sustancia infectada,
clorhídrica.

Fuiste yegua.
Un octavo en la mar.
Aleta.
Pulmón
branquias y espinas.
Ahora…
ya te deshaces
componiendo reflejos azules
(pero sin cielo)
deshauciados por el agua,
por las celestes y marítimas transparencias.

Sé que estás donde estás
al darte tanta tristeza
las polaridades sujetas
a densidades obsoletas.
Radicales patrulleras
ladronas, maleantes, asesinas.
Densidades pesadas coronadas
con una egoísta avaricia
llena de injuriosa codicia,
que torna paralíticas,
tetrapléjicas, complejas,
a aquellas globalidades
exhimidas de fronteras.

Ante esto,
(razón suficiente)
resuelvo abrir mi pecho
usar la sierra
astillar un pedazo de mis entrañas,
del espíritu
que mantiene latiendo a mi corazón…
e insertártelo, amigo.
Opto, por mutilar a mi vanidad,
por dejar atras antiguas rencillas
y extraer de lo hondo la suficiente honestidad,
como para juntos remodelar
a esa vitalidad surgida
al unir la leche de nuestras arcillas.

… ¡Dame la mano y moldeemos!

Climas

 

Con canela unté mis labios y te besé, chispearon tus ojos al sentir el sabor de la especia mezclada con mi aliento, entrándote unas increíbles ganas de morderlos. Apretastes tus dientes, (chirriando), y leyendo tu pensamiento escuché un hasta después.
Alzastes tu copa, conmemorando el primer día que sentistes a la pasión tal cual es.
Hierve la sangre regando blandos campos de café.
Susurras en mi oído. Viertes dentro de mis huesos las delicias que covergen aquí y también las venidas desde otras galaxias que, reconfortan como dicha dándolede lado a ensimismados aspavientos.
Estirada en la alfombra, mirándome me pides que… Acaricie tus bordes vestidos con tersa piel. Que estreche tu cuerpo. Que rocíe tu alma formando ciclones. Me pides que me convierta en una gran tormenta y te limpie de necesidades.
Mientras… En las calles truena, chispea una débil lluvia que en un instante se torna un diluvio. Vislumbramos, (cogidas nuestras manos), sentencias de luz aparecidas como de fugaces instantaneas. Gruesas gotas de lluvia y barro motean el cristal, la noche pierde su oscuridad, se alumbra por momentos al nevar ricas ideas.
Y cabe decir que, nuestras sonrisas hablan prendidas de una conciencia tranquila y, por precisar, ahora… no necesitamos más de nada.
Pero es que tanto me gusta ver como se arremolinan esos cabellos en tu frente; son fragmentos estirados repletos del brillo poseído por un basalto reluciente. Sobran las palabras.
Sin previo aviso, te avalanzas sobre haciendo aquello que quedo pendiente… Muerdes mis labios repetidamente y te relames al sorber, el dulzor de una minúscula gota de mi sangre.
318-omu G.S. (Bcn.)
  
 
      
 
        
 
 
         

ACUCHILLANDO

A mí tus promesas no me las metas, dan asco las estrofas que recitas enfundado en tus tres mil euros regalados por trabajar a medio gas o sobado, y esos otros cinco mil que con trapicheos has hurtado.
A mí no me vendas un mundo de solidaridad, cuando miras por encima al que va recogiendo para comer de las basuras, y al que entra a comprar ropa en la casa de los chinos.
Púdrete con las leyes que compones y descompones a tu antojo, esas que tan solo aplicas a los que no tienen ni abogado para pagar, que sólo robaron un mendrugo de pan, y a esos otros que son asesinos o ladrones ricos o famosos… Tres dias y déjalos marchar.
A mí no me tercies en tus luchas de intereses, ni a besar tu bandera, ni a escupirle a mi hermano, recuerda que para que lo tuyo sea tuyo, como un esclavo yo y mis hermanos tuvimos que rompernos la espalda construyendo las que dices son tus calles, por un misero salario, sin parar de trabajar.
A mí no me revientes con el exceso de consumo o con lo ecológico cuando el mundo que montas no es nada lógico, y gastas energías en naves que construyes para marchar sobre las nubes y llenar nuestro cielo de chatarra, y permites circular autobuses calaberizando mis pulmones. Tus alternativas si son las que manchan.
Permites transgénicos, pero, eso sí, tú pagando a precio de oro los productos biológicos.
Una máscara en tu alma, que cada día para ti son carnavales y no respetas ni a dios ni a su madre; santigüate hipócritamente ante los tuyos sin renunciar a tu fe por el poder y tus miserias, te escondes y te escondes para no sentirte más miserable que la colilla que antes de ayer yo me fumé.
Una daga traidora es tu batuta, escondida en tu fajin, presidiendo el dolor de multitud de naciones, masacrando a un pueblo que, marchando sin cartuchera, tan solo porta el fusil de la quimera.
A mí no me pidas que comprenda tus tantos por ciento. A mí no me cameles con palabras porque se las lleva el viento.
Sólo acuérdate de decirme y demostrarme pronto, y con la humildad que cabe al haber pisoteado al niño, al anciano, y apalizado al indefenso, un muy alto y claro… «me he equivocado, lo siento. No lo voy a repetir».
       

De la nit al dia

No estic fet per competir amb ningú. No estic fet per lluitar ni per trencar cadires. No estic fet per esperar si, de sobte, la remor de la mar o el so d’un tro desitja explicar-me la raó del seu dia.
No estic fet per conquerir l’amor de princeses. No estic fet tan sols de desitjos ni d’una part del camí. No vull ferros que matin ni que separin; em trobo repassant una compta, i no espero ni a la sort que potser em guarda el destí.
No vui marxar de creuades, ni negar-li a ningú cap no res. No vull dir que tinc cap veritat absoluta, ni que fujo lluny per escapar de l’ahir que vestia dolor.
Serà que tinc una espina clavada. Serà que no conta per mi, ni la destral que sentencia, ni la esquerda que tot s-ho empasa sense deixar-ho sortir. Tot sorgeix i, estigui corbat, recta, dret o tombat, no es maleja, a tot se li pot treure profit.
Serà, potser, que estic fet per compendra també la part d’uns altres que no combreguen amb mi. Serà que no radicalitzo els fets fins el punt de ofegar ni ofegar-me. Serà que he après a aprendre tant del sol com de la lluna i la terra i el riu, serà que ja he après a aprendre de tots els altres.
Estic fet de botxins d’esperança, d’il·lusions senzilles, gens complexes, en quines s’obren les finestres tancades i s’escolta… «bon dia!!!» xisclat fort, un bon dia que voldria tindre en pau, perden les ganes de destruir o de fugir.
Estic fet de franquesa, de pedres gastades, d’eines llançades, de plors i de risses, del fred i de la calor, del goix i del patir.
Estic fet de colors, de sabors i d’olors; aquí, dins d’un cos, tinc vibracions.
Estic fet de més del que es pot demostrar o comprendre; estic fet, quasi segur, de mesures de tot alló que romandre repartit.
No m’enredis amb històries passades; de segur tu saps, que l’avui matiner és així, abans d’entendre ja confusió, buscar raons sempre confon primer, per després donar la placidesa del descobert, la identitat embrionària no resulta fàcil de recordar.
—El pot de mel s’acaba i sinó se’n porta, tu no tens dolç per pintar la torrada al aixecar-te del llit—. Nosaltres som com un pot vuit que s’afanya a estar ple, des de l’inici; sempre tindríem que presentar-nos, davant dels altres, plens de llaminadures. El cos és, per si mateix, tan sols un vehicle i com a tal ens porta, ens pot donar plaer i patiment, pero ja un mal portar una vida que va més enllà de tan sols el cos, i aquesta es l’essència del pot que ens ha de preocupar que estigui al nostre gust, per patir menys i gaudir moltíssim. Anem, doncs, a netejar el pot i a reomplir-lo amb allò que escollim com a digne d’estar.
Estic fet del que voldria tindre, del que vaig aprendre i del que vaig deixar marxar o posseir.
Deixo el cec que vaig ser; després de ensopegar amb la foscor i caure dins d’un pou, d’aquest vaig sortir, ja veien que des del fosc també es feia una llum que, fonent-se i mullant-me, em regalava la sort que tinc i tindria.
           

LA MONEDA DE LA SUERTE

Se me perdio la moneda de la suerte que tanto me costo de encontrar, la que guarde en cada uno de los pantalones que me puse desde que la tuve. Al vestirme siempre la añadia en el bolsillo para que estuviera imantando un devenir prometedor.
Una mágica supersticion me condujo a creer en ella, en esa moneda que alguien mas de una vez me quiso comprar. No se si la fortuna con que la asociaba tan solo era fruto de mi imaginación o si ciertamente tenia un gran poder acumulado que embrujaba positivizando lo que me iba ocurriendo, fuera como fuera, contaba con ese influjo especial que me hizo creer en ella hasta el punto de convertirse en compañera y amiga.
El cobrizo de su semblante circunbalado por el verde de su fundido la caracterizaba. Tenia peso aun siendo pequeña como la uña de un meñique, estaba algo deformada por el tocar, por su uso, siempre repiqueteaba varias veces al lanzarla sobre el suelo hasta aposentarse firmemente para recordarme que estaba de suerte.
Encontre esa moneda en una playa alla por levante, caida del atardecer para mi algo confuso de un verano caluroso en el que se me rompieron las sandalias de tanto vagar por las callejuelas de un blanquecino costero pueblo cercano a mi ciudad.
Se hallaba sumergida en la arena mostrando un pellizco de su redondez, parecia que buscase oxigeno como para no ahogarse, casi hablaba pidiendome la rescatara de su aprisionado encierro. La levante con delicadeza frotandola con la yema de mis dedos, aquella arena era para ella como las dunas de un gran desierto, ardia por el castigo que le habia infringido el sol en esos dias de verano, me quemo al cogerla. Le dije -ya te tengo!
Conto kilometros a mi lado, me ayudo a reducir dudas y a descifrar enigmas tan solo por estar a mi lado, pero posiblemente a alguien ahora le hacia mas falta que a mi, es por eso que marcho, es por esto que de nuevo debe hallarse incrustada sobre la arena de otra playa esperando que llegue otro verano para ser por alguien encontrada, para darle la suerte que me dio cuando prendida en mi bolsillo me acompañaba en mi ir y venir.
318-omu G.S. (Bcn.)

VIVAN LOS PAYASOS

Despertar con un simpatico abrazo que nos dice que estamos vivos!
-¿no ves la de juguetes que tienes alrededor para divertirte?…conviertete en un payaso y haz reir a los demas, no es que sea un oficio facil pero merece la pena la propuesta, el que se intente. Aprende a sacar partido de los juguetes que tienes y no esperes para complacerte en el jugar.
Esculpir sonrisas sin sofisticacion que valga es como rallar un limon con el que darle un sabroso toque al bizcocho. Pintar con granos de anis el rostro y el corazon de alguien puede llenar de pompas de jabon el despertar del año nuevo.
Mis pantalones anchos, con vivos colores, llenos de animalescas muecas, ya alegran y hacen sonreir al transehunte. me divierte ir con ellos. Lo desgarvado provoca sonrisas, la torpez saca sonrisas, el pelo revuelto dislocando a una imagen, tapando un ojo y dejando al descubierto una enorme oreja, esto tambien añade sonrisas, mi tropezar en el escalon remontandome en la caida deja ver la mella del niño, hasta la de ese barbudo y calvo viejo. Quizas una natural imperfeccion llena al mundo de pequeñas sonrisas. Bienvenida pues la imperfeccion que aparece trotando, en ella medita la sencillez de un mundo que va sin cargas que lastren, jo!, que risa.
Manteniendose el publico alerta cuando el payaso hace sobre la silla equilibrios, se espera consiga su proposito, el de mantenerse a la pata coja sobre una bola que hay en el respaldo de esa silla, sobre una de sus manos sostiene un pequeño plato con un enorme pastel. No tiene que caerle el postre pues le dijo al publico que se lo comeria en el equilibrio. Ya parece que va a conseguir demostrar su destreza, la gente asi lo cree, cree que su proposito esta en demostrar una valia. Pero no, él, él solo busca eso, prender una sencilla sonrisa en el alma y en la cara de los que le observan. Acaba por tapizar su ropa y su cara entre nata, harina y guindas. Ellos valen mas que cualquier ego, ellos pueden gozar viendole con la comprension de que también en el no poder lograr se esconde una de las patas que da descanso al culo del humano, resultando poder ser terapia que ejercemos sin ser doctores.
No se permiten dogmas radicales para conseguirlo, ni un obsesivo desglosar esto o aquello. Normalmente el pensamiento queda encerrado en un cajon cuando reimos con el corazon en la mano, no hay razon que aparezca para impedirnos ser payasos si nos preguntamos las ventajas que tiene el serlo, o lo divertido que puede resultar ser ridiculo y que se rian con nuestro ridiculo los demas.
 
      
 

Rellenos almidonados

Lástima que la penumbra nos zancadillee, que yo no pueda hacer las rendijas de luz aún mas amplias y largas de lo que son.
Aún siendo así, gracias a la penumbra por permitirnos encontrar a la dualidad que existe en todo, por regalarnos un diván en el que reflexionar para llegar a estar sin ambigüedades haya donde estemos o hayamos ido.
Aquí estoy, agradeciéndole a la penumbra su aportación, esas tantas respuestas, esas que nos cuentan sobre la necesidad y evidencia de la dualidad, siempre… siempre… en cada uno de los extremos se encuentra la razón del sabor opuesto.
Aquel diamante; duro, robusto, salpicado por una esencia honda y especial, se convirtió en cristalino,  se hizo tan luminoso que aparentó ser frágil; para caer y desde las manos del mismo cielo y despedazarse, y sus pedazos invadir nuestro presente, igual aportando ruidos que musicalidad, oscuridad que destellos.
Su transparencia tanto fue mostrada como diamante y también como cristal. Su variedad de consistencias pretendió indicar la confusión a la que puede inducir la imagen, y para servirse de un ejemplo, optp por caer y romperse, por repartirse en pedazos y esparcirse por todos lados.
A nada ni nadie dañó al descomponerse, ni al caer, ni al esparcirse, pero sí quiso, que se escuchará el impacto instantaneo y el diluirse de su chasquido. No hirió… ni a los pies descalzos, ni al egoísta, ni al avaro, ni al despistado transehuente ni al plácido niño que disfrutaba columpiándose mientras clamaba sudando…. ¿donde te has escondido, transparencia, que no puedo ver donde estás?.
Lástima que el aire se transforme en ocasiones en dolor de presentes no queridos. Que no se pueda escoger, aunque se conozca, lo que uno desea, por más que se tuviera claro, al recordar lo que uno ya ha vivido.
La choza de paja y barro estuvo por décadas cobijando a una familia. Sobrevinieron las esperadas tormentas, azotaron nuestra aldea, sin faltar a la cita, los monzones, y demostraron cuanto de débiles eran nuestros nidos, quedaron resquebrajados y sin techo y nosotros ante la cruda intemperie.
La paja dejo de aferrarse a las cañas, voló y voló, se mojó y se secó; para más tarde otros hombres, recogiéndola, hacer con ella otras casas, propiciar nuevas formas de mayor resistencia donde cobijarse.
El barro fue deshecho y amasado cientos de veces antes de sacarse de él tinajas, vasos y cuencos, lo mismo que, amasado junto a hierbas medicinales, infinidad de remedios para la piel, la boca y los oídos.
Lástima que a uno le importe cumplir años, cuando los años pasan pronto, duran poco, son veleta que está siempre padeciendo extravío.
Años que pasan dejando recuerdos que suelen dar vueltas hasta quedar varados en el olvido.
Un bosque derivó en un pasto… y con el tiempo en un desierto se convirtió. Por más que se deshagan los hielos hay un incendio con mucha sed, un incendio con fuego, las fuierzas de la naturaleza retando al hombre y a su hacer.
Los incendios, insaciables, beben y beben… no se agota su sed. Queman y beben… beben y no se apaga. Y un amigo le pregunta a otro -¿Cómo lo podemos hacer?. Y el amigo tendiéndole sus manos lo abraza fuerte pidiéndole fe.
Lástima que la confianza esté demode, esté tan de luto que creemos que todo emana lleno de interés y artificios.
Gracias por confiar en que no hay moda que pueda cambiar tantas cosas valiosas que merecen la pene que existan. Gracias por converger en un punto que nos recuerda lo extraordinario que es estar vivo.
Un becerro dialogaba con las florecillas que pastaba, ellas, con sus pétalos redondo,s algunas, y otras teniénolos dentados, en punta. Las flores con sus cien colores repartian suerte al que las escuchaba. Y el becerro se hizo ternero y el ternero se hizo un gran macho, más en su no pensar estaba el alimento, llevaba dentro la sabia de lo fresco, en su calmado rumiar estaba lo nuevo proporcionándole un lindo rosal en sus patas, extendiéndose por su vientre y repartiéndose por todo su cuello.
Lástima que uno no se acuerde de que si está ciego puede escuchar, si estuviera mudo puede saborear y si padeciera de cojera todavía se podría sentar.
Ese baúl siempre cerrado en la esquina del recibidor, sin candado, pero cerrado. Una vez, dentro de él, se depositaron libros y ropas, objetos de recuerdo que molestaban por los rincones de la casa. El baúl esperaba a las manos que recordaran que su interior tambien necesitaba respirar.
Esperaba que un buen día fuera abierto y que aquellos utensilios dejados dentro de él,  de nuevo tuvieran utilidad. Mas el tiempo pasaba y los objetos habían enverdecido hasta ennegracer, de moho estaban cubiertos. A los libros se les comieron las puntas, se le agujerearon sus hojas, a los recuerdos se les olvido hasta que tuvieron ayer.
Lástima que la esperanza ande colgada mayormente en el trastero.
Gracias a esa gitana que me lanzó la buenaventuranza sobre el tibio suelo.
     

Respirar profundo

Ana miró a Manuel y le dijo…
-tus palabras y tu compañía son agua de vida, quedas resonando dentro de mí como un elixir mágico, haciéndome sentir un ser completamente realizado. Eres el hombre, la persona con quien siempre soñé, quiero estar junto a ti, mi principe…. hasta que no quede ninguna estrella capaz de dar luz; y, entonces, nuestro amor encenderá todas las velas del universo dando forma a una ya, desde el primer instante, dulce y colorida creación.
Y se vestiran de fiesta todos los planetas para dar la bienvenida a esta esencia tan valiosa como olvidada. Esta que nosotros, por el amor que nos tenemos, recordamos que pervive y nunca jamás desapareció.
En ese día el cielo, tan limpio como claro, abrazaba un despertar conjunto, centelleaban ráfagas luminosas que se solidificaban en ese abrazo intenso que hasta conseguía reunificar la parte sólida de ambos, el cuerpo de Ana en el de Manuel, y el de Manuel con el de Ana.
Resurgía un imperio fuera de la metamorfosis. Aparecía un reinado soluble para cualquier líquido, gas o sustancia. Surgía debido al devenir pleno de un registro más ancestral que las estaciones de un año, que la lava, el hielo, el agua o el viento. Un registro embrionario donde se hallaba, inmutable, lo más puro y primigenio, aquella esencia capaz de fusionar cualquier alma o cualquier forma o cuerpo. Esta esencia, como llave maestra, como lazo irrompible los unió para siempre sin caber preguntas o respuestas… los unió.
 
Un invierno el suyo, sin partos ni partidas, sin ásperas estrecheces que les imposibilitaran descubrirse ante todo dando las gracias a esta tierra y al cielo.
Un invierno en que las hojas recorridas les descifraban mensajes mientras les procuraban entendimiento, en ese andar por campos, valles, ríos helados y montañas coronadas por acogedores cerros y majestuosos picos. Ellos recorrían juntos los espacios, besaban tanto al oxigenante perfume de las hojas de los árboles, como a esa parte aparentemente etérea de las nubes que, con sus coloridas formas, al saludarles  humidificaban cada uno de sus encuentros.
Ellos se asemejaban a las Hojas que, balanceándose o cayendo, demostraban una fe ciega en la progresión cíclica, continua e infinita. Hojas que no se dejaban ni un escalón por subir ni tampoco ninguno por bajar, ellas abarcaban todos los eslabones evolutivos que cabía cubrir y amamantar. Hojas que impregnaban de abono el aire y la tierra con cada una de sus frágiles huellas, consiguiendo que caminaran y rejuvenecieran hasta las rocas más antiguas como un descapullar florecido.
Ana lanzo un gijarro al lago y, mirando a los ojos de Manuel, le lanzo un guiño de total complicidad. Acercó sus labios y, acariciando la frente de Manuel, prosiguió…
-A veces dudo si cuando amamos de una manera tan incondicional como inmensa nos convertimos en ángeles hasta el punto de asexuarnos. A veces dudo si el principio del amar se establece en un precipicio desde el cual sólo cabe hacer una de estas dos cosas…«lanzarse y aprender a volar»—aunque nos cueste—, o «quedarnos estáticos y  temblando, ante la grandeza tan sublime que nos invade, sin atrevernos a gozar del vuelo» para quedarnos presos en un después de frustración, al cargar con un «yo estuve una vez muy cerca, lo tuve a tocar, y preferí advertirlo lejano, no me atreví a lanzarme y volar».
Manuel frotó sus manos entre la frondosidad de la hierba. Miró los peces del lago.Observo las ondas que se dispersaban en el nadar de unos patos. Descubrió las burbujitas que en el respirar de aquellos peces gorgoteban sobre aquel manto acuático. Alzó su vista y contempló el techo celeste salpicado con muchísimos cuadros. Terminó su recorrido visual, acariciando, con los suyos, los ojos almendrados de Ana, así diciéndole…
-No hay mañana que no me atreva a volar. No hay piedra en el camino que me impida, lo suficiente, saltar y saltar hasta agarrar aquella de entre las estrellas que más necesitarás o mejor le supiera a tu imaginación.
No hay ni océano tan profundo, ni montaña tan distante capaz de alejarme de ti. No hay espacio que se cierna, capaz de retarme y vencerme. Espacio o circunstancia que me hiciera abandonar esa cúspide donde, juntos, nos columpiamos. No hay batalla que no se puediera apaciguar con este pacífico, osado, halagüeño y aventurero, amor tan inmenso e increíble que, pedigüeño, solicita ser eterno, y abarcar la realidad tanto como el ensueño brindando con su franqueza viva.
No cabía más que aquel abrazo que se dieron sintiéndose un único unido, parte que pertenece y está adentrada en todo. Su olor, entonces, era el de la madera. Tocaron la esperanza. Como hebras abrazadas a las flores y a las ramas y raíz, ellos abrazaron el tronco. Su sabor era el de la tierra; mitad dulce, mitad áspero. Sabían bien. Sabían y sentían la gloria.

ETS…

ETS...
 
S.WONDER_»big brother»
Ets refugi desde el que es pot agafar el cim mes alt,
ets ocell portant el naixament tan esperat,
ets onade abraçan estels que mai se ananiran.
 
Ets bressol donan descans al cor cansat,
ets terratremol moldejant terres de alguns,
ets llampec iluminant foscós, donant vitalitat.
 
Ets tambe la tendresa comprensiva
ets la ma forta extesa que ajuda,
ets, la mitad del reste complerta en una.
 
Ets desert, ets bosc,
ets ovella, ets pastor.
Ets pedra solida, ets pols,
ets neu, ets pluja,
ets un raig de vida inundant-lo tot.
 
Dos estels es var-en mirar
i un d,ells llançar un peto,
l,altre el va-re atrapar cantant
bulerias al vent, a la lluna,
al sol i a tots els racons.
 
Ets oasis, ets mar,
ets peix, ets pescador.
Ets un cel platejat,
ets nubol sense tormenta,
paradís ple d’inmensitat.
 
Un dofi amb un company conversa,
sobre la sort de poguer anar nadant,
hi han matins i capvespres en que et trobu,
sense tenirte que cridar, ni que buscar.
 
A on tu et trobis mai ja fred,
ets caliu cuinant a foc lent,
l,amor que per a on tu pasas,
tu portes oferint-lo, regalant-lo,
cauen desfetes lluites d’interesos,
al compendre, que tu, ets algo mes,
de lo que s’escolte o es veu.
318-omu G.S. (Bcn.)